Un acontecimiento inesperado, que ofrece una oportunidad para preguntarnos por nuestra convivencia en entornos naturales, tanto con el espacio como con otras especies, ocurrió en los últimos días en Puerto Quequén: una hembra de elefante marino dio a luz en una de la playa del río, a metros de la colonia de lobos marinos de dos pelos asentada en el lugar.
Más allá de la curiosidad que genera el alumbramiento de este tipo de animales en zonas de acceso humano directo, es importante conocer cuál es la conducta de cada especie, su forma de convivir en sus ecosistemas con otros animales y tener como regla de oro la no intervención en sus interacciones, ya que forman parte de un evento natural, del que las personas no forman parte.
Elciclo de vida de los elefantes marinos, una vez que nacen, requiere de unos 25 días de amamantamiento y muda de piel. Ese periodo es sumamente vulnerable para los cachorros y madres, pero la naturaleza define las circunstancias de la especie y determina sus chances de supervivencia, sin necesidad de intervención humana.
Si bien lobos y elefantes marinos están acostumbrados a convivir entre especies sobre todo en la zona de la Patagonia, el alumbramiento ocurrido en Puerto Quequén es una situación particular, ya que es una hembra de elefante sola, que llegó a una colonia de lobos ya establecida.
"Las hembras de elefantes paren a sus cachorros en un harén, donde hay otras hembras de su especie que también paren a sus cachorros, y ese territorio está protegido por un macho dominante; ese conjunto dominante actúa como guardería de esos cachorros", explica a Agencia DIB Carolina De León, Licenciada y Doctora en Ciencias Biológicas, becaria postdoctoral de CONICET y miembro del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC) de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP).
Elefante Marino y cría 3
Una hembra de elefante marino dio a luz en la colonia de lobos de Puerto Quequén. (Gentileza Puerto Quequén)
"Esta es una situación especial y el cachorro de elefante marino puede estar expuesto a situaciones como la del ‘rapto’,una conducta natural en lobos marinos jóvenes; así, al nacer en l a colonia del Río Quequén, que sabemos que está compuesta principalmente por machos subadultos, la cría queda expuesta a un montón de situaciones comportamentales que están descriptas en la naturaleza, por fuera de las conductas humanas", agrega la especialista.
En esa línea, De León detalla las características de esta interacción entre lobos y elefantes, que ocurre cuando hay crías de elefante y machos jóvenes de lobo. "Se llama ‘rapto de lobo marino’, ya que los lobos jóvenes raptan a los cachorros de elefante marino y simulan comportamiento de cópula, es como un entrenamiento de comportamiento reproductivo, porque los cachorros de elefante tienen el tamaño de una hembra joven de lobo. Es una situación esperable en una población compuesta de machos subadultos, y es riesgoso para los elefantes, sobre todo en los primeros días de vida", indica la bióloga.
Algo que deja en claro la especialista es que, en caso de observar esta situación, las personas deben dejar que ese comportamiento se desarrolle , ya que es algo natural. "En estas circunstancias no hay que hacer nada, ya que los animales se ponen violentos y pueden llegar a atacar. Además, una persona si se acerca, pone en riesgo su vida, estos animales transmiten enfermedades que pueden ser mortales, y la interacción tan directa en una conducta animal puede también ser sentencia de muerte para el cachorro, ya que se interviene en el reconocimiento de madre y cría", señala De León. Y resalta: "No hay que intervenir, el cachorro va a sobrevivir si así la naturaleza así lo quiere".
No obstante, agrega un dato optimista: por fortuna, los cachorros de elefante marino crecen rápidamente y de forma abrupta: engordan a razón de cinco kilos por día y en poco tiempo es más difícil para los lobos intentar sujetarlos y llevarlos para estas prácticas de rapto.
elefante marino Puerto Quequén
Elefantes marinos en la colonia de lobos de Puerto Quequén.
Del río al mar
Otra situación inusual del nacimiento de este pequeño cachorro que genera alguna inquietud es que se dio en la desembocadura del Río Quequén Grande, por lo que la salida a mar abierto para el joven elefante no será tan directa. De todas maneras, una vez más más, la naturaleza aparece como factor determinante, por lo que este pasaje entre el agua dulce del río y la salada del mar no sería un gran obstáculo para su supervivencia.
“El año pasado un elefantito nació en la Reserva de Mar Chiquita, era una hembra, anduvo vagando por la zona de la Albufera, donde hay agua dulce y salada mezclada, estuvo adentro, en zonas tranquilas, porque ellos empiezan a entrenar sus comportamientos respiratorios para poder soportar mayores apneas, lo que les permite estar más tiempo abajo del agua y ensayar la búsqueda de alimento", describe De León.
"En esos 25 días del amamantamiento los cachorros tienen mucha reserva corporal de grasa, por lo que en el entrenamiento de búsqueda de alimento pueden estar en ayunas, así que si pasan el periodo de lactancia, tienen altas chances de seguir adelante y salir al mar", asevera.
El elefantito de Puerto Quequén nació el pasado 28 de septiembre y, con el correr de los días, fue visto en interacciones con los lobos, en situaciones de intento de "rapto" y cada vez más activo. "Con el correr de los días el cachorro va tomando más autonomía, vocaliza con la madre, incluso la hembra también se aleja sola para evitar este comportamiento del 'rapto' de los lobos", señala la especialista, y vaticina para el pequeño necochense: "Una vez que esté destetado se va a ir, va encaminado".
Recomendaciones
En caso de encontrar un ejemplar de elefante marino en la playa, tanto en solitario como con su cría, se deben tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Dar aviso a organizaciones o autoridades.
- No acercarse ni tocar a los animales bajo ninguna circunstancia.
- Respetar su espacio sin intervenir en su vinculación con otras especies del entorno natural.
- No gritar ni hacer ruidos que puedan asustarlos.
- No alimentarlos ni tirarles agua.
- Alejar a las mascotas.
(DIB)