sábado 08 de noviembre de 2025
13 de septiembre de 2025 - 16:15

Desmantelamiento y lucha: el Garrahan, entre la fuga de médicos y la protesta gremial

La crisis combina fuga de profesionales y precarización. Médicos alertan por el desmantelamiento técnico y los gremios denuncian el veto presidencial como vaciamiento.

El Hospital Garrahan es hoy el emblema de una crisis que golpea a la salud pública. Dos voces condensan esa fractura: la médica y de gestión de Mauro García, jefe de Terapia Intensiva, y la gremial y política de Alejandro Lipcovich, secretario general de la junta interna de ATE. Ambas describen un mismo cuadro: desmantelamiento de equipos, precarización laboral y fuga de profesionales.

Fuga de profesionales y precarización

Desde la mirada clínica, García detalló el deterioro que atraviesa el hospital: “Desde hace más de 18 meses que el Hospital Garrahan viene perdiendo poder adquisitivo en los ingresos de los trabajadores y muchos de los que conformaban los equipos especializados tomaron la resolución de irse del hospital. Esto es lo que más nos preocupa”.

Según explicó, la Ley de Emergencia Pediátrica, vetada por el Gobierno, representaba un respiro: “Lo que hace básicamente es traer nuestros sueldos a finales del 2023 y darnos lo que correspondería por el ajuste inflacionario. No es una gran cantidad de dinero, pero lograría compensar algo de todo esto”.

La fuga de profesionales alcanzó niveles inéditos. “Ayer contabilizamos 245 renuncias desde que comenzó el conflicto. En oncología, por ejemplo, había cinco puestos para ocupar y se ocupó uno solo. Este hospital atiende el 40% de los pacientes oncológicos del país. Estamos preocupados por el futuro”, alertó García.

El panorama se agrava con la precarización de los contratos: “En terapia intensiva nos ofrecieron contrato de locación. Un médico que estudió medicina, pediatría y terapia intensiva, después de todo ese esfuerzo, va a ser una guardia de domingo sin recibo de sueldo, vacaciones, aguinaldo ni licencia. Es el peor momento en mis 27 años en el hospital y en los 38 que tiene de vida”.

El veto y la protesta gremial

La descripción médica encuentra eco en la mirada sindical. Lipcovich subrayó que el veto presidencial no solo frenó una recomposición salarial, sino que alimentó el vaciamiento: “El hospital está con una bronca bárbara, porque si bien sabíamos que la decisión del presidente tenía un 99% de probabilidad, no deja de generar un enorme rechazo. La sensación generalizada es que nuestro reclamo es justo, respaldado por las familias y por la realidad que vivimos todos los días”.

Ambos coinciden en que la consecuencia inmediata es la privatización de recursos humanos formados en el sistema público. Lipcovich lo expresó en términos políticos: “Se privatiza un recurso humano formado en el sistema público y se niega el usufructo de ese recurso a los niños y niñas del país, restringiéndolo solo a quienes tienen dinero”. García lo tradujo en términos asistenciales: “Lo más grave es la pérdida de profesionales formados y comprometidos con el hospital que se van al sector privado, muy difícil de reponer”.

El contraste entre la formación de médicos y las condiciones laborales se refleja también en los residentes. “Les ofrecían 800.000 pesos en la beca ministerio y 1.300.000 en la institución, pero no van a tener recibo de sueldo ni antigüedad, y las licencias dependen de la jefatura. Esto refleja la precarización que estamos viviendo”, explicó García. Desde la óptica gremial, esa lógica se inscribe en una política de ajuste: “No es una paritaria más, se trata de frenar la degradación del hospital”, enfatizó Lipcovich.

Las respuestas también transitan carriles distintos pero complementarios. Mientras García insistió en que “este país no puede funcionar sin salud pública” y abrió la puerta a la judicialización como estrategia de largo aliento, Lipcovich remarcó la urgencia de la movilización: “Vamos de vuelta al paro y a movilizarnos al Congreso junto con las universidades, porque entendemos que puede producirse una irrupción popular que condicione tanto al Parlamento como al Gobierno”.

En el Garrahan, el paro mantiene suspendidos turnos programados, pero con guardias mínimas garantizadas. “El paro comenzó ayer (viernes) a las 7 de la mañana y se extiende hasta hoy (sábado) a las 7 de la tarde. Habrá un receso entre las 2 y las 9 de la noche y luego se retoma hasta las 7 de la mañana. Las emergencias se atienden”, puntualizó García.

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