El panorama del cáncer de mama presenta cifras alarmantes. Según el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud, se prevé que los casos aumenten un 38% en los próximos quince años, alcanzando 3,2 millones de nuevos casos anuales y 1,1 millones de muertes.
El cáncer de mama continúa siendo el más frecuente entre las mujeres de todo el mundo y el segundo cáncer más común en general. En América Latina y el Caribe, la proporción de mujeres afectadas por la enfermedad antes de los 50 años (31%) es mucho mayor que en América del Norte, según la Organización Panamericana de la Salud. De manera similar, el 21% de las muertes por cáncer de mama en América Latina y el Caribe se dieron en mujeres menores de 50 años, en comparación con el 10% de muertes en América del Norte.
Frente a esta realidad, el tratamiento del cáncer de mama evolucionó hacia un abordaje multidisciplinario donde el cirujano plástico juega un rol protagonista. Su participación puede ser determinante desde las etapas más tempranas del proceso.
El momento de intervención del cirujano plástico depende del estadio y tipo de cáncer diagnosticado por el mastólogo. En muchos casos, su participación comienza en la primera cirugía: mientras el mastólogo realiza la mastectomía, el cirujano plástico puede realizar la reconstrucción inmediata en el mismo tiempo quirúrgico. En situaciones más avanzadas, la reconstrucción se planifica de forma diferida.
Cáncer de mama: la prevención es clave
El diagnóstico temprano permite detectar tumores en estadios localizados, momento en que las opciones terapéuticas son menos agresivas y la probabilidad de curación es mucho mayor. Las tasas de supervivencia a 5 años para cáncer detectado en etapa localizada superan el 90–99% en series modernas; en contraste, cuando hay enfermedad avanzada, la supervivencia cae drásticamente.
Cuándo comenzar con las mamografías
En Mujeres con riesgo promedio:
* Edad de inicio: entre 40 y 45 años.
* La ACS (Sociedad Americana Contra el Cáncer) sugiere hacer mamografía anual desde los 40 años.
* El USPSTF (Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de los Estados Unidos) en un trabajo publicado en 2024 recomienda cada 2 años desde los 40 a los 74 años.
* En Argentina, la Sociedad Argentina de Mastología recomienda una mamografía anual a partir de los 40 años, o antes si hay antecedentes.
En Mujeres con alto riesgo:
* Comenzar entre 30 y 35 años, o diez años antes del diagnóstico del familiar más joven afectado.
Factores que modifican la edad y frecuencia
Antecedentes familiares
* Si hay madre, hermana o hija con cáncer de mama (especialmente antes de los 50 años), el riesgo es 2 a 3 veces mayor.
* En ese caso se recomienda:
* Mamografía anual desde los 30 años.
* Resonancia mamaria complementaria (RMN) según indicación mastológica.
Antecedentes personales
* Mujeres con biopsias previas con lesiones de alto riesgo (atipia ductal o lobulillar, hiperplasia atípica, carcinoma in situ).
* Historia de radioterapia torácica antes de los 30 años (por ejemplo, linfoma de Hodgkin).
* Portadoras de mutaciones genéticas BRCA1/2 u otras:
* Se aconseja mamografía y RMN anual desde los 25-30 años.
Tipos de estudio recomendados
* Mamografía digital bilateral (2 proyecciones por mama).
* Ecografía mamaria como complemento en mamas densas o en mujeres jóvenes.
* Resonancia mamaria en casos de alto riesgo genético o antecedentes personales significativos.
¿Cirugía inmediata o diferida? Dos caminos reconstructivos
Tal como explica el cirujano plástico Juan Manuel Seren (MN 107.174), creador del Protocolo de Rápida Recuperación Mamaria (ERABAS), la reconstrucción mamaria puede realizarse en dos momentos distintos, cada uno con sus indicaciones específicas:
Reconstrucción inmediata: Se efectúa en la misma cirugía que la mastectomía y suele ser viable cuando la detección es sumamente precoz. Por ejemplo, en Estados Unidos, la reconstrucción inmediata representa el 74% de los procedimientos (120.963 casos en 2024), siendo significativamente más común que la reconstrucción tardía, según The American Society of Plastic Surgeons (ASPS).
Reconstrucción diferida: La paciente es derivada para la reconstrucción después de la mastectomía, generalmente en casos más avanzados. Este enfoque representa el 26% de los procedimientos (41.616 casos en 2024) en Estados Unidos, de acuerdo a la ASPS. “Eso va a depender de la metodología de trabajo de cada centro y del tipo y estadio de cáncer de cada paciente”, agrega Seren. Este tipo de procedimiento puede ser necesario cuando hay falta de tejidos o cuando existe el efecto de la radiación sobre los tejidos mamarios.
En reconstrucciones diferidas o casos complejos, puede requerirse primero la colocación de un expansor, detalla Seren, y posteriormente la prótesis definitiva, lo que muchas veces implica la simetrización de la mama contralateral. Además de los factores médicos, la decisión también depende de la metodología de trabajo de cada centro.
Los números reflejan la creciente importancia de este procedimiento. En 2024, se realizaron 162.579 procedimientos solo en Estados Unidos, representando un aumento del 3% respecto a 2023, de acuerdo a la ASPS. La mamaria se encuentra entre los cinco procedimientos reconstructivos más populares por tercer año consecutivo.
Más allá de lo estético
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El cirujano plástico Juan Manuel Seren.
La importancia de la reconstrucción mamaria trasciende lo estético. Para muchas pacientes, la mastectomía genera un impacto profundo, se sienten “amputadas” y, posteriormente, pasan por fases de reconstrucción que representan hitos emocionales significativos.
“Es clave entender la carga emocional que implica este proceso, por lo que el apoyo de un equipo multidisciplinario, con acompañamiento psicológico, es muy importante -asegura el doctor Seren-. Para algunas mujeres la apariencia también es vital y toda paciente tiene derecho a sentirse bien con su propio cuerpo. Por eso el rol de la reconstrucción es clave para el bienestar físico y psicológico de la mujer, buscando devolverle la seguridad, la autoestima, la identidad, la feminidad, la imagen que poseían antes de la enfermedad”.
En definitiva, la cirugía plástica reconstructiva no es un lujo cosmético sino un componente esencial del tratamiento integral del cáncer de mama que ayuda a las pacientes a sanar no solo física, sino también emocionalmente.