El empresario argentino Enrique Shaw, muy cerca de la beatificación.
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El Vaticano confirmó la próxima beatificación de Enrique Ernesto Shaw, empresario argentino, dirigente católico y padre de familia, luego de que el papa León XIV autorizara la promulgación del decreto que reconoce el milagro atribuido a su intercesión. Shaw, fallecido a los 41 años, se convertirá así en el primer empresario argentino elevado a los altares.
“La beatificación de Enrique Shaw le brindará al mundo el primer empresario reconocido como ejemplo de santidad y constituye una invitación urgente a humanizar la economía, trabajar por el bien común y la dignidad del trabajo”, afirmó Silvia Bulla, presidenta de ACDE.
Por su parte, la presidenta de ACA, Claudia Inzaurraga, destacó que Shaw “vivió su fe con valentía, como tantos ‘santos de la puerta de al lado’, compartiendo proyectos, gestando comunidad en su entorno laboral y social, una vida que sigue inspirando a ser sal y luz en el mundo”.
Quién fue Enrique Shaw
Enrique Shaw fue un empresario, esposo, padre de nueve hijos y oficial de la Armada. Su vida lo convirtió en una figura singular dentro de la Iglesia argentina.
Hijo de los argentinos Sara Tornquist Altgelt, de ascendencia alemana, y de Alejandro Shaw, de ascendencia escocesa, Enrique nació en París el 26 de febrero de 1921.
En el año 1923 su familia regresó al país de origen. Su madre falleció cuando Enrique tenía 4 años, pero su esposo cumplió el deseo póstumo de Sara y confió su formación religiosa a un sacerdote de la congregación de los sacramentinos.
Estudió en el Colegio de La Salle de la ciudad de Buenos Aires, donde fue un alumno sobresaliente. Era miembro de la Congregación Mariana. A principios de 1936, después de cumplir 14 años, ingresó a la Escuela Naval Militar a pesar de la oposición inicial de su padre, quien quería que se preparara para dirigir las empresas familiares.
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Shaw, cadete de la Marina.
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Una tarde del verano de 1939, en la biblioteca del Ocean de Mar del Plata, encontró de casualidad un libro del Cardenal Suhard sobre el rol y las responsabilidades del hombre cristiano en la vida. Allí conoció la Doctrina Social de la Iglesia y se produjo en él un convencimiento muy profundo sobre cuál debía ser su camino. Él siempre llamó a eso su "conversión definitiva".
Comienzo de camino
Se casó con Cecilia Bunge en 1943. En 1945 fue enviado por la Marina a la Universidad Estatal de Chicago (Estados Unidos) para estudiar meteorología. Pero fue en ese año, cuando ya su familia estaba constituida y creciendo, cuando se produce la consolidación de ese rumbo en su vida: comprendió definitivamente que Dios le pedía un apostolado específico.
En un principio creyó que debía hacerse obrero, pero un sacerdote, al ver su perfil, lo persuadió para que llevase el Evangelio al mundo empresario al cual pertenecía su familia. Pidió la baja de la Marina y, de regreso en Argentina, ingresó como ejecutivo de las Cristalerías Rigolleau, en la localidad bonaerense de Berazategui. En poco tiempo llegó a ser Director General.
Durante esos años, fue formando una espiritualidad propia relacionada con su vocación de empresario cristiano.
Fundación
En 1946 el Episcopado le encargó organizar con otros empresarios la ayuda a la Europa de posguerra, y en ese momento intentó crear una entidad activa para que los empresarios "fueran más cristianos". Gracias al estímulo del canónigo Cardijn, concretó su aspiración y, en 1952, fundó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa, de la cual fue su primer presidente.
En 1955, en el contexto de la persecución religiosa tras la quema de iglesias y el conflicto entre el Estado y la Iglesia, Shaw fue detenido por su compromiso público con la fe católica.
“Por mis venas corre sangre obrera”
En 1957 se le descubrió un cáncer. A partir de entonces, inició una lucha contra la enfermedad, lo que no le impidió mantener una intensa actividad, con congresos, conferencias, publicaciones y manuscritos.
Los obreros de su empresa se ofrecieron espontáneamente a donar sangre para salvarle la vida. El episodio quedó grabado en una frase que se volvió emblemática: “Ahora soy feliz, ya que por mis venas corre sangre obrera”.
En 1958, con ideas de su participación en cursos en Harvard, ayuda a crear la Universidad Católica Argentina de la que integró el primer Consejo de Administración. Además, participó en la fundación de Caritas y del Serra Club. También llegó a ser presidente de los Hombres de Acción Católica.
Su cada vez más frágil salud empeoró en 1962, aunque mantuvo hasta el final su labor como dirigente empresario. Falleció el 27 de agosto de 1962, a los 41 años.
En la Costa Atlántica
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Shaw y su familia en la playa en Pinamar.
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Además de su trabajo industrial, Shaw tuvo un rol fundamental en la planificación urbana bonaerense a través de Pinamar S.A., la empresa desarrolladora del balneario fundado por su suegro, el arquitecto Jorge Bunge.
Tras el fallecimiento de Bunge, Shaw asumió primero como síndico, luego como director y finalmente como vicepresidente del directorio en ejercicio de la presidencia. Desde ese lugar impulsó la continuidad del proyecto de “ciudad jardín” y defendió la forestación de médanos, la planificación a largo plazo y un crecimiento urbano armónico.
Su mirada buscaba preservar el espíritu original de Pinamar como un entorno habitable y sostenible, no sólo turísticamente rentable.
Su presencia en la ciudad hoy se recuerda en su plazoleta y una calle con su nombre.
El milagro
Enrique Shaw murió en 1962. En abril de 2021 fue declarado venerable por el papa Francisco.
En enero de 2025, el milagro atribuido a su intercesión superó la instancia médica y recibió el aval de la Comisión Teológica.
La historia comenzó el 21 de junio de 2015, en un campo de la localidad bonaerense de Suipacha. Un niño de cinco años jugaba cerca de un corral un caballo, asustado por la presencia de una víbora, lanzó una violenta patada que impactó de lleno en su cabeza.
El golpe fue devastador y le provocó una lesión craneana gravísima. En medio de la angustia y sin pronóstico alentador, la familia comenzó a pedir la intercesión de Enrique Shaw.
Hoy, aquel niño, convertido en adolescente, lleva una vida normal y sin secuelas. Una curación que la ciencia no logra explicar y que fue reconocida por la Iglesia a través del decreto publicado este jueves 18 de diciembre de 2025 como un milagro atribuido a Enrique Shaw.
“Con este decreto queda probada la curación inexplicable científicamente de un niño gravemente accidentado por intercesión del Venerable Siervo de Dios Enrique Ernesto Shaw con lo cual se concreta el sello de Dios que certifica su vida dedicada a al ejercicio extraordinario de las virtudes cristianas, su compromiso para hacer realidad la Doctrina Social de la Iglesia en el mundo del trabajo y su visión pionera de la empresa como comunidad de vida para el desarrollo humano integral y la transformación cristiana de las estructurales temporales”, destacaron desde Acción Católica Argentina.