A 26 años de la muerte de Gilda, su hijo “Chio” Cagnin presenta un tema homenaje

"Durante 26 años, lloré y hasta ignoré cada 7 de septiembre. Hoy por primera vez, lo celebro", anunció el cantante, que lanza “Crují”, donde habla del accidente en que el que fallecieron su madre, su hermana y su abuela.

Este miércoles se cumplen 26 años de la muerte en un accidente vial de la cantante Gilda. Como homenaje, su hijo Fabricio “Chio” Cagnin presentó “Crují”, el primer corte del disco que pronto saldrá a la luz y en el que narra la partida de su madre, su hermana y su abuela en el accidente de micro en el que él sobrevivió.

“Durante 26 años, lloré y hasta ignoré cada 7 de septiembre. Hoy por primera vez, lo celebro”, anunció el cantante de 34 años en un comunicado de prensa, sobre la canción que desde hoy se encuentra disponible en todas las plataformas digitales y su canal oficial de YouTube.

Allí, el músico, que tenía 8 años cuando ocurrió el accidente, adelantó que su primer disco será “una recopilación de un proceso de sanación y superación”.

“Hace 26 años el dolor más grande me pegó una trompada en el alma, que quedó hecha pedazos. Vi partir a mi familia entera. Crují no es una palabra que llegue a describir todo lo vivido y presenciado siendo un nene. Pero pude salir”, afirma “Chio”. Y entra tantas cosas, deja esta frase: “Tomé tus manos y me eché a volar, mami”.


Corazón valiente

Figura icónica de la música tropical, la cumbia y referente de la pelea de las mujeres por ganarse un lugar en una escena dominada por los hombres, Gilda pasó de la popularidad a la inmortalidad a los 35 años, cuando el 7 de septiembre de 1996 murió en un accidente junto a su hija, su madre y tres músicos, en el kilómetro 129 de la ruta nacional 12, camino a Chajarí, Entre Ríos.

Míriam Alejandra Bianchi había nacido el 11 de octubre de 1961 en la Ciudad de Buenos Aires. Luego de pasar por el magisterio y la carrera de Educación Física se casó y tuvo dos hijos. Ya con treinta años, a fines de 1991, se presentó a un concurso musical para ser vocalista de una banda, contra la resistencia de su familia, y ganó. Eligió como nombre artístico el de un inolvidable personaje de su admirada Rita Hayworth y en 1992 lanzó su carrera solista con “De corazón a corazón”.

Con una actividad musical tan breve como arrolladora, Gilda fue la creadora de cumbias inolvidables como “No me arrepiento de este amor”, “Corazón valiente”, “No es mi despedida” y “Fuiste”.

Como pasaría años más tarde con Rodrigo, el desenlace de su vida la encontró en la cumbre del éxito. Y al igual que el cordobés, fue catapultada al imaginario popular argentino, que no duda en llamarla “SantaGilda”, y que le atribuyó milagros tanto en vida como a partir de su muerte.

El colectivo en el que viajaba la artista, y que se encuentra en el lugar del accidente, es hoy un santuario. Los restos de la intérprete descansan en el porteño Cementerio de la Chacarita. (DIB) MM

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