Por Gastón M. Luppi, de la redacción de DIB
Llegar a un Juego Olímpico es un sueño para cualquier atleta. Repetir la experiencia, resulta increíble. Y qué decir de ir a los Juegos por tercera vez. A los 28 años, Brenda Rojas se prepara para viajar los próximos días a España, donde terminará su preparación de cara a los Juegos Olímpicos de París 2024. En Francia, la palista oriunda de San Pedro competirá en el K1 500 del canotaje de velocidad.
“Es una banda”, le admite a la agencia DIB en el repaso rápido: Río 2016, Tokio 2021 y ahora París 2024. En Brasil, con 20 años, Rojas fue parte del bote de equipo, el K4 500. A Japón viajó como única mujer, al igual que ahora a Francia. ¿Cómo la lleva? “Por momentos ansiosa, por momentos más tranqui”. Las series del K1 500 femenino serán la mañana del miércoles 7 de agosto. “Parece que falta, pero en realidad no falta nada”, opina Rojas, integrante de “Las Carpinchas”, tal el apodo del seleccionado femenino de canotaje.
Claramente, Rojas no es la misma de aquellos Juegos de Río en los que compitió junto a tres compañeras más grandes: Sabrina Ameghino, Alexandra Keresztesi y Magdalena Garro. “En ese momento era muy nuevita, tenía muchísimo por aprender de mis compañeras, del entrenador, de todos los que me rodeaban. Pero ojo, hay cosas que no se pierden, porque ahora también siento que estoy aprendiendo constantemente”.
Rojas logró la clasificación en abril de este año, en el Preolímpico Continental que se desarrolló en Estados Unidos. Allí se quedó con la medalla de oro y la plaza olímpica, un resultado, en la previa, previsible. “Pero hasta que no corrés, nada está dicho. Antes de las competencias no me gusta pensar en los resultados, prefiero sorprenderme”. Y cuenta en qué contexto le tocó competir en Estados Unidos. “Tenía muchas ganas de que clasifiquemos el K2”, junto a la lujanense Candelaria Sequeira, “muchísimas ganas”. “Desde que hago este deporte, me di cuenta que me gusta compartirlo. Estar en un bote K2, o K4, es mucho más lindo. Me pegó fuerte no haber clasificado en K2, fue un bajón, y ahí se me vinieron las preguntas: ‘¿Y si me pasa lo mismo en el K1?’”.
Pero no pasó lo mismo: Rojas recorrió los 500 metros en 1:51,376 minutos y logró la clasificación. “Fue una regata recontradura. Y cuando llegué, feliz de la vida, con un montón de sentimientos, emociones. Recién ahí se fue toda la incertidumbre. Gracias a Dios, acá estamos”.
Rumbo a España
Esta semana, Rojas y su entrenador Juan Pablo Bergero se van a España, donde trabajarán junto a dos palistas europeas. “Si bien no son de Argentina, ya es un montón, porque está bueno entrenar con alguien. No solo por el entrenamiento en sí, sino por el día a día: ir con alguien al gimnasio, o ir a remar acompañada. Puede haber un día que no te levantás del todo bien, que estás cansada, que te duele todo. Tener alguien al lado es un apoyo, es importante”.
A propósito de la compañía, los Juegos de Tokio tuvieron esa particularidad para Rojas: fueron sus primeros Juegos en bote individual. “Antes competía con los botes de equipo y de un montón de cosas se ocupaban mis compañeras. Al competir sola, tuve que aprender toda esa parte, fue un reto. Ahora ya hace bastante que lo vengo haciendo, la experiencia la tengo”.
“Dejar hasta la última gota de sudor y de esfuerzo en cada palada”
En Río 2016, Rojas fue 13ª en el K4. Ya en Tokio, corrió dos distancias en K1: 27ª en los 200 metros y 29ª en los 500. En París correrá el K1 500. Y para el tramo final de la preparación, los objetivos están claros: “Volver a sentirme bien. En el Preolímpico no me sentía del todo bien. Se dio el primer puesto, pero no me sentí en mi mejor versión. Quiero volver a sentirme bien y tener la confianza de que voy a poder hacer lo mejor”. Y en París, “dar lo mejor. Después analizaré el resultado, si fue mejor, igual, peor. Pero quiero llegar a la meta y decir: ‘Llegué y di todo. Tener la sensación de haberme vaciado. Porque si llegás con la sensación de que no fue así, es muy frustrante. Si das todo, te quedás tranquila, independientemente del resultado. Siempre buscamos eso, dejar hasta la última gota de sudor y de esfuerzo en cada palada”.
Joven de edad, pero con una extensa carrera recorrida, rumbo a su tercer Juego Olímpico, Rojas mira hacia atrás, repasa y hace balance: “Me siento bien. Tuve muchos altos y bajos, no solo en mi carrera deportiva, sino en mi vida, lo cual obviamente afecta a lo deportivo. Hoy eso lo trabajo y además trato de seguir aprendiendo. Si tengo ganas de bajar el agua y de seguir mejorando, es porque vale la pena lo que estoy haciendo. Cuando se pierda eso, veré qué hago. Pero desde que entré al equipo tengo ganas de seguir mejorando, de seguir aprendiendo, de seguir escuchando. Se trata de eso, de las ganas que tenés de hacer algo, de mejorar y que haya ilusiones intactas”.
“Los Juegos Olímpicos son una locura”
Ya no falta nada para los Juegos. La cuenta regresiva no le apunta solo a ese 7 de agosto, día de su competencia. “Es pensar en los Juegos, que son una locura. Te ponés a imaginar cómo serán”. Es que a Rojas también le generan curiosidad unos Juegos Olímpicos que van a ser muy distintos a los de Tokio -en pandemia-, pero también diferentes a los de Río, por todo el calor y color que pusieron los brasileños y también los argentinos.
San Pedro y el club Las Canaletas
En Francia, Rojas volverá a representar no solo a San Pedro, sino a su club, Las Canaletas, la escuelita de barrio donde tiene todo lo que necesita: “El agua, el bote, la pala, compañeros y salimos”. Desde San Pedro, por supuesto, llega el apoyo de la familia, del novio, de las amistades. Pero también el apoyo del pueblo, “la gente que me vio crecer. A mí me gusta sentir ese cariño, está bueno que tu pueblo te acompañe, te siga, te mande un simple mensajecito, está lindo. Sobre todo en esos momentos en que uno por ahí está lejos y recibir ese cariño es un privilegio”.
¿Por qué mirar canotaje en los Juegos Olímpicos?
“Si les gusta la explosión, miren canotaje, es muy copado. Es una carrera corta, entretenida, pura explosión. Además, el que no conoce el deporte, puede ir a practicarlo y vivir esa experiencia, que es genial. Es estar en contacto con la naturaleza constantemente”. (DIB) GML