Las “otras inundaciones” que sacudieron a la provincia de Buenos Aires

El caso de Epecuén, que desapareció bajo el agua, es el más emblemático. Pero Olavarría, azul y Pergamino, entre otras ciudades, también sufrieron momentos trágicos.

Por Fernando Delaiti, de la agencia DIB

La tragedia que sufrió La Plata entre el 2 y 3 de abril de 2013 marcó la historia no solo de la ciudad, sino del país. Sin embargo, las inundaciones han dejado el sello a lo largo de los años en diferentes lugares de la provincia de Buenos Aires.

Epecuén, el pueblo fantasma

El Matadero en Epecuén.

Tal vez la inundación más “famosa” de la provincia de Buenos Aires, fue la de Epecuén, la localidad que nació en 1921 a pocos kilómetros de Carhué. Llegó, en su esplendor, a tener alrededor de 1500 habitantes y 5 mil plazas hoteleras antes de quedar bajo agua por el mal manejo hídrico y las cuantiosas precipitaciones que cayeron en 1985. La villa turística, a la vera de la laguna homónima, recibía visitas de todo el país de gente que buscaba aliviar dolencias en sus aguas hipermineralizadas.

Fue el 10 de noviembre de ese fatídico 1985 cuando la tragedia marcó el destino de Epecuén. La villa turística del partido bonaerense de Adolfo Alsina quedó bajo las aguas de la laguna, con características curativas que la asemejan al Mar Muerto, y que este año celebra su centenario tras un proceso de resiliencia que atrae a turistas de todo el país.

Todo el brillo que tuvo el destino se opacó ese día en que una sudestada logró derrotar el muro que protegía el pueblo, que durante años había crecido de manera exponencial y lo inundó obligando a evacuar a sus habitantes. Cuando el agua volvió a su fuente original -la laguna que es parte de “las encadenadas”- lo que quedaba de esa pujante villa turística era un pueblo fantasma, derruido y que regalaba postales de tragedia.

Como el lago Epecuén es una cuenca endorreica, sin salida al mar, su agua quedó estancada por dos décadas y cuando comenzó su retirada un pueblo blanco y cristalizado surgió desde el fondo. Las cruces del viejo cementerio, el matadero, los hoteles, la escuela, el castillo, las piletas del complejo municipal con sus toboganes, la vegetación, los autos y camas oxidadas, y las escaleras con caída al vacío, son algunas de las postales que regala la localidad.

Hoy, la visita a Epecuén es un paseo ineludible a la hora de pensar en ciudades deshabitadas. Las ruinas cuentan con señalética en los sitios más importantes que indican que funcionaba y a qué familia pertenecía, además de fotos de los años antes de la crecida. También existe un centro de interpretación que funciona en la antigua estación de trenes en el cual uno puede ver imágenes de todas las épocas de la villa: el apogeo, el esplendor y la inundación.

La Emilia, San Nicolás

Voluntarios asistiendo en La Emilia. (El Norte de San Nicolás)

Con un antecedente en 1966, la pequeña localidad de La Emilia, en el partido de San Nicolás, sufrió en enero de 2017 una feroz inundación que obligó a evacuar al 75% de sus habitantes; es decir, 3.000 de 4.000 personas. Hubo un muerto.

Cuando el terraplén llegó a su punto de colapso y el desborde del Arroyo del Medio ocasionó una de las peores catástrofes de la zona, nada volvió a ser lo mismo ese apacible lugar.

El agua llegó a sobrepasar los dos metros de altura en las zonas peor ubicadas y rondaba los 60 centímetros en los menos afectados, dando como saldo pérdidas de todo tipo. Hubo comerciantes que perdieron todo, como así los vecinos que vieron cómo el agua se llevaba sus sueños.

Muchas personas organizaron de manera autoconvocada el traslado en “gomones”, camionetas y embarcaciones hacia la delegación, buscando dar ayuda en la manera que fuera posible. A eso se sumaron 130 los efectivos de la provincia de Buenos Aires, el Ejército, Gendarmería y Prefectura.

Salto, y el desborde repetido

Las consecuencias en Salto en 2015. (Archivo/Télam)

La caída de más de 200 milímetros de agua en la localidad de Salto provocó en abril de 2017 el desborde del río homónimo, que dejó atrás su marca récord de 9,30 metros de 2015. Esta vez fue de 9,51 y dejó el saldo de más de mil evacuados.

En ese otoño, las lluvias complicaron a varias localidades de esa región bonaerense y los evacuados se repitieron. La situación fue difícil de controlar porque el agua bajó desde Colón, de allí a Rojas, de Rojas a Salto y de esta localidad a Arrecifes.

En Salto, la masa que sumergió a la ciudad anegó también los campos y dejó cuantiosos destrozos. También dos años, en 2015, unas 5.000 personas se habían visto afectadas.

San Mauricio: el fin al sueño de un inmigrante

La vida de San Mauricio. (Agencia DIB)

Mauricio Duva nació en enero de 1853 en Monte Murro, al sur de Italia, y a los 30 años desembarcó en Argentina. Tras recorrer la ya abandonada Zanja de Alsina, terminó en las tierras del partido de Rivadavia.

Allí, fundó San Mauricio, en unas 7 mil hectáreas, que hacia 1910 ya tenía 45 manzanas y unas 40 viviendas.

Enclavado en el corazón de fértiles praderas, fue el primer poblado de la zona en contar con electricidad, y llegó a tener más de 1500 habitantes. Pero década tras década, la gente fue migrando de este pueblo que se convirtió en un lugar de calles semiabandonadas. Hacia los 80, la escuela y algún baile en el salón de la antigua casa de comercio “El Gran Recreo”, mantenían unidas a las casi cien personas que vivían allí.

Pero los sueños terminaron en pesadilla el 22 de septiembre de 2001. Ese sábado, en el aniversario de su fundación, empezó a llover sobre el pueblo. No fue una lluvia más: en dos días cayeron 300 milímetros. Eso fue parte del combo que sufrió gran parte de la provincia de Buenos Aires ese año, con unas terribles inundaciones que afectaron a varios distritos por meses y que generaron pérdidas al sector agropecuario en torno a los US$ 700 millones.

Cuando se fue el agua, la mayor parte de sus por entonces 60 habitantes ya no estaban y nunca volverían. A muchos los llevaron engañados porque no querían dejar allí sus pertenencias, sus raíces, sus sueños. Hoy, sólo algún vecino queda por allí, entre perros y algunos fresnos que le dan algo de color a sus calles de tierra.

Olavarría y Azul, y un 1980 muy cruel  

El agua castiga a Azul. (Foto Hemeroteca Juan Miguel Oyhanarte)

El 27 de abril de 1980, ocho personas murieron ahogadas en Olavarría, tres desaparecieron y otras 16 fallecieron por ataques cardíacos. La “Capital del Cemento” quebró bajo agua. Fueron dos días de lluvias con más de 300 milímetros.

Los vecinos que vivían en el casco urbano perdieron todo: por el desborde del arroyo Tapalqué, ubicado a cuadras de la plaza central, unas 30 mil personas debieron ser evacuados directamente desde los techos de sus casas. 

Las calles y los autos quedaron sepultadas a más de tres metros. Además, se produjeron grandes hundimientos del pavimento en las principales avenidas y veredas levantadas en toda la ciudad.

Al bajar las aguas, que afectaron a unas 4 millones de hectáreas en la provincia, el aspecto de gran parte de Olavarría era desolador, el olor insoportable y un lodo inmundo cubría una gran parte del casco urbano.

Pero a 56 kilómetros de allí, Azul también vivió por esas horas momentos de tensión por el inesperado aluvión de agua y barro que se precipitó sobre la ciudad, y afectó al 80% de la superficie.

Las aguas del Arroyo comenzaron a avanzar sobre el casco urbano y por primera vez en su historia, llegaron a cubrir con varios centímetros la totalidad de la plaza San Martín.

El Balneario Municipal, el Museo Etnográfico y Archivo Histórico “Enrique Squirru” y la hoy conocida como Hemeroteca “Juan Miguel Oyhanarte” se vieron afectados.  

Pergamino y la ira de la naturaleza

La portada del diario La Opinión de Pergamino.

El 7 de abril de 1995 llovió sobre Pergamino cerca de 300 milímetros en dos horas, la ciudad colapsó y cuatro muertes enlutaron la jornada.

El 60% de la localidad de 90.000 habitantes se vio afectada, unas 3.000 personas fueron evacuadas y más de 4.000 se autoevacuaron. Unas 200 manzanas quedaron inundadas. Las más cercanas tuvieron más de tres metros de agua.

El arroyo Pergamino corta la ciudad de este a oeste, sobre la zona sur. El desborde provocado por el caudal que bajó desde localidades vecinas dejó una imagen desoladora. Y en ese sentido, los canales clandestinos de los campos y las faltas de obras hicieron lo suyo.

La crecida avanzó hasta llegar al centro, a unos 400 metros de la Municipalidad. (DIB) FD 

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