El femicidio de Andrea Pajón: un ex obsesionado y dos sicarios que no dejaron huellas

A la maestra de 39 años la mataron en agosto de 2008 a la salida de su casa en Castelar. Claudio Sartal, el exmarido, fue condenado a perpetua como instigador del crimen.

La maestra Andrea Pajón fue el 26 de agosto de 2008 por décimo tercera vez a hacer una denuncia por violencia y amenaza de muerte contra su exmarido, Claudio Sartal. Pero esa vez no se le tomaron debido a que la comisaría a la que fue no era de la jurisdicción que correspondía a su dirección. Resignada, volvió a su casa de la localidad bonaerense de Castelar. Al otro día, cuando a las 7 de la mañana salió para llevar a uno de los hijos de ambos al colegio, dos hombres sin mediar palabra la tiraron al piso y la ejecutaron de un balazo en la cabeza. No hubo mensaje, no hubo robo. Solo dos sicarios que se fueron caminando como si nada.

Pajón y Sartal se casaron de muy jóvenes y convivieron durante más de dos décadas en cierta armonía. Pero en 2006 todo se desmoronó. Él, que trabajaba como bobinador de motores en la casa que compartían en el partido de La Matanza, había iniciado una relación paralela con una chica de 21 años. La mitad de su edad, y mucho menos de los 38 que en ese momento tenía Andrea.

Por eso la maestra de escuela decidió separarse y rehacer su vida con sus dos hijos, en una casa que alquiló en Castelar Sur, muy cerca de la vivienda de sus padres. Su ex marido intentó por todos los medios “reconquistarla”. Primero con ruegos, luego con amenazas cada vez más violentas. Le cruzaba el auto, la esperaba a la salida del colegio, le decía que regrese a la casa porque la iba a matar. Ella sabía que podía cumplir su promesa y por eso una y otra vez en pocos meses hizo las denuncias.

Ocho meses después de la separación y mientras Sartal seguía en relación con la joven, Andrea conoció a Fabián Durán. A partir de ese momento, el acoso fue en crecimiento. Pese a que tenía una restricción domiciliaria, el ex se acercaba. Hasta una vez se cruzaron, curiosamente, ambas parejas en Gualeguaychú. Todo terminó mal, a los golpes y con denuncias cruzadas. Allí, Soledad, la joven que salía con Sartal, contó después ante la Justicia que éste llamó por teléfono para pedirle ayuda a Gabriel Varas, quien en su momento fue marcado como el que había contratado a los sicarios.

La docente había iniciado los trámites para el divorcio legal, pero no pudo concretarlo: la asesinaron dos semanas antes de la última audiencia. Una hipótesis que manejó la Fiscalía era que el hombre no quería compartir los bienes con su ex mujer, por lo que la “solución” que encontró fue contratar a los sicarios. 

Detención y fallo

Si bien las amenazas eran moneda corriente, la familia de Pajón no pensó en esas primeras horas en su ex pareja. De hecho, luego de la muerte en el hospital, 32 horas después de esos disparos a la salida de la casa, Sartal salía en TV vociferando su inocencia. “Me siento muy dolido porque a pesar de estar distanciado de ella, con mis hijos me llevaba bien. Todavía no hablé con ellos. Todo lo escuché por la televisión. Intenté llamarlos, pero no pude comunicarme”, decía.

Sin embargo, el propio Sartal empezó a dar pistas y hasta sus hijos lo señalaron como el instigador. Ya separado de Soledad, su joven novia, ella también recibió amenazas e hizo la denuncia ante la Justicia y aportó detalles comprometedores. Fue un año después del homicidio que declaró: “Claudio habló con un hombre al que llamaba ‘Gaby’ y le ofreció 10.000 pesos para que mate a Andrea”. Al otro día, Sartal y Varas fueron detenidos.

Paralelamente, Durán, quien había acompañado a Andrea con mucho amor, no pudo nunca superar el crimen, lo que lo mantuvo en una profunda depresión. Y seis meses después del hecho fue encontrado muerto, en su cama. Si bien la autopsia determinó un “edema pulmonar”, en su casa se hallaron cajas de medicamentos que consumía para superar la situación. Fue otra víctima del crimen: para la familia no hubo dudas que murió por amor.

Sartal y Varas estuvieron detenidos, pero llegaron en libertad al juicio que llevó adelante en julio de 2011 el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 3 de Morón, integrado por los jueces Diego Bonanno, Raquel Lafourcade y Moralejo Rivera. Allí los magistrados condenaron de manera unánime a prisión perpetua a Sartal, al considerarlo instigador penalmente responsable del delito de “homicidio calificado por el vínculo y la participación de dos o más personas”.

Varas, en tanto, fue absuelto, mientras que nunca se supo quiénes fueron los autores materiales de los disparos. Lo que sí quedo claro es que el crimen tuvo que ver con una cuestión económica. Como también quedó claro, en boca de la mamá de Andrea, qué sintió la familia: “Mis nietos están sufriendo mucho. Tienen a la madre muerta y a un padre asesino”. (DIB) FD

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