Panorama político: Las agendas inconvenientes

La represión en Gimnsia y en Mascardi, se adueñaron de laagenda del FdT. La mirada del gobierno de Kicillof, centrada en la policía más que en las irregularidades del club. La situación de Berni. Las derivaciones para la politica bonaerense de lo ocurrido en Mascardi. Manes, y el expediente aliente del expionaje macrista.

Por Andrés Lavaselli

Aunque con episodios de dramatismo que no son comparables, el Frente de Todos y Juntos por el Cambio aparecieron esta semana unificados por un fenómeno notable: en el último tramo del año antes de que el mundial de Qatar abra paso al período abiertamente electoral, quedaron enredados en los debates que menos les conviene tener y que más irritan a sus propios electorados. La represión, en el primer caso. Y la unidad política, en el otro.

¿Quién dio la orden de reprimir? Pero sobre todo ¿quién no dio la orden de parar la represión, que se extendió durante casi una hora, más allá de toda medida y proporción? Esas son las dos preguntas que desvelan Axel Kicillof y complican al ministro Sergio Berni respecto de lo ocurrido el jueves a la noche en el Estadio de Gimnasia y Esgrima de La Plata, a pocas cuadras de la sede de la gobernación.  

Desde el planteo mismo, el gobernador pone el foco en lo que su jefe de Asesores, Carlos Bianco, llamó, sin eufemismos, “un operativo policial mal diseñado y mal ejecutado”. La declaración, en línea con el comunicado que emitió el gobierno el día posterior a los hechos, parece una obviedad, pero está lejos de serlo. Significa que para Kicillof es secundario si el club distribuyó más entradas que las que correspondía, si la barrabrava recaudó para ir a Qatar o si hubo una connivencia con Utedyc, el gremio del personal del personal que trabaja en los estadios. Son, probablemente, elementos que jugaron un papel, que el propio Berni se encargó de señalar en un informe interno que se encargó de filtrar, tal vez porque tiende a exculparlo. La línea política del Gobierno piensa otra cosa: lo central, dicen, es la “inaceptable” actuación policial, que debió asumir los riesgos propios de un partido de ese tipo y actuar de otro modo. “Esto no puede pasar en nuestro gobierno”, en palabras de Bianco.

¿Berni resiste esas críticas? Es la pregunta política del millón. El ministro sigue en su sillón, pero por primera vez algo se quebró en la confianza que le tiene el Gobernador. La definición proviene del círculo más íntimo del mandatario. Kicillof le reconoce que una vez desatado el caos Berni actuó rápido, dio la cara en el lugar y, después, se quedó con él hasta la madrugada, chequeando la situación de los heridos. Pero  a la vez le reprocha dejarlo “sin red” en un tema como el fútbol, híper espinoso: es que el Ministro, al que no le interesa el fútbol, delegó la gestión de esa área en Carlos Montagna, un civil que es su mano derecha, integró la lista que llevó  Fabián Doman a la presidencia de Independiente, se saca fotos con Christian Ritondo y tiene buena relación con Diego Santilli. No desconfían de su lealtad, pero creen que su perfil ofrece flancos peligrosos en un submundo plagado de trampas y operaciones.

Por ahora, las culpas recaen en el jefe del operativo, comisario Juan Manuel Gorbarán, detenido acusado de “estrago culposo”, el oficial Fernando Falcón, autor del disparo a quemarropa contra un camarógrafo de TyC, también apresado por pedido del fiscal  Fernando Almirón y sobre el inspector Alejandro Morinigo, segundo jefe departamental. Pero está claro que se investiga la cadena de mandos hacia arriba: el jefe departamental, Sebastián Perea, y los uniformados número 1 y 2 de la fuerza, Daniel García y Jorge Figini. Las internas por negocios son también una hipótesis.

 Llegar por el camino de las responsabilidades hasta Berni implica demostrar que estuvo implicado en el diseño del operativo. Su eventual remoción tiene una dificultad política suplementaria: no le encuentran reemplazante. Además, conserva el respaldo de la Vicepresidenta.

El otro episodio represivo, el desalojo en Mascardi, tiene conexión menos directa con el escenario bonaerense. Pero existe: la renuncia de Elizabeth Gómez Alcorta, que puso de manifiesto visiones encontradas al interior del gabinete así como el episodio Gimnasia desató a los críticos de siempre de Berni en el FdT, abrió la puerta a la salida de Juan Zabaleta del Gabinete. Es el primero de los intendentes que vuelve a su pago chico para enfrentar las elecciones, y el desafío que le plantea La Cámpora. No será el único: lo seguirán Katopodis y seguramente Ferraresi. En PBA, ocurrirá lo mismo: Nardini, Y-Zurieta, Olivero y, probablemente último de todos unque aún sin confirmar del todo, Insaurralde, serán candidatos  a la reelección.

Todos contra Manes

La unidad es el asunto incómodo del otro lado de la grieta. Manes la puso en jaque al tocar un cable de alta tensión política: más que llamar a Mauricio Macri “populista institucional” y sugerir que debería jubilarse lo que rompió códigos fue mencionar los casos de espionaje “interno” que se le atribuyen el expresidente. El rechazo de PRO fue automático, más significativo fue el de la UCR, cuyo titular, Gerardo Morales, emitió un comunicado que repudio que muchos leyeron como una señal para comenzar a debatir candidaturas “mixtas”. En Provincia, el partido apoyo al neurólogo, pero debajo de esa formalidad, late el descontento. “Ratificó la centralidad de Macri, aceleró los tiempos de una negociación”, son los reproches. (DIB) AL

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