miércoles 05 de noviembre de 2025
10 de septiembre de 2025 - 10:52

Rinitis alérgica, una enfermedad que afecta a más de 5 millones de argentinos

Entre el 10 y el 15% de la población presenta esta condición, aunque la prevalencia asciende al 20,5% entre los 20 y los 40 años. Más de cuatro episodios de resfríos intensos al año, con una duración superior a los 10 días, podrían estar indicando la presencia de rinitis alérgica.

Llega la primavera y en muchas personas empiezan los síntomas: nariz tapada, estornudos repetidos, lagrimeo constante y una picazón molesta en la garganta, los ojos y el paladar. Para muchos argentinos, esos signos se confunden con los de un resfrío común. Sin embargo, en realidad, en muchos de los casos se trata de rinitis alérgica, una enfermedad crónica que afecta la calidad de vida y que, de no tratarse adecuadamente, puede convertirse en la antesala del asma bronquial.

Especialistas de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC) advierten que, en líneas generales, tener más de cuatro episodios de resfríos al año con una duración igual o superior a los diez días podrían estar indicando la presencia de una rinitis alérgica. Se calcula que entre el 10 y el 15% de la población argentina -con mayor frecuencia en las mujeres- presenta esta condición, lo que equivale a cerca de cinco millones de personas.

Particularmente, la prevalencia asciende al 20,5% entre los 20 y los 40 años y en la infancia el impacto es aún mayor. Un estudio publicado en la revista Journal of Allergy and Clinical Immunology detectó que cuatro de cada diez chicos de entre 13 y 14 años sufren de rinitis.

Subdiagnóstico

Pese a estas cifras, el subdiagnóstico es alto. “Muchas personas creen tener ‘resfríos prolongados y reiterados’ cuando en realidad conviven con una enfermedad crónica que exige atención especializada”, afirmó la doctora Silvana Monsell, médica especialista en alergia e inmunología y presidente de AAAeIC.

Por otro lado, la llegada de la primavera incrementa la presencia de polen en el ambiente, lo que exacerba los síntomas en muchos de los pacientes, sobre todo aquellos que presentan rinitis alérgica estacional”, completó Monsell.

Causas

La rinitis alérgica se produce cuando el organismo reacciona de manera exagerada ante sustancias del ambiente llamadas alérgenos, como polvo doméstico, ácaros, pólenes, hongos, pelos de animales o inclusive determinados insectos como la cucaracha. Existen dos formas de presentación de la enfermedad según la duración de los síntomas: rinitis intermitente o persistente cuando estos están presentes más de cuatro días a la semana y durante más de cuatro semanas.

“Al entrar en contacto con el alérgeno, el sistema inmunológico de la persona sensible libera anticuerpos (denominados IgE) y mediadores inflamatorios, lo que provoca los síntomas típicos como estornudos en salva; rinorrea acuosa (nariz que ‘gotea’), obstrucción nasal, lagrimeo y enrojecimiento ocular y picazón de nariz, garganta, oídos y paladar, entre otros”, sostuvo por su parte la doctora Carla Ritchie, vicepresidenta de la AAAeIC.

“No es una molestia menor”

Lo importante es tener presente que no estamos hablando de una molestia menor, sino que es una enfermedad que afecta la calidad de vida en múltiples planos, produciendo trastornos del sueño, con despertares nocturnos, sueño no reparador y fatiga diurna; descenso en la productividad laboral, porque limita al individuo en la intensidad de su trabajo; ausentismo escolar y laboral, con pérdidas significativas de días de clase y de trabajo por año; e irritabilidad y cansancio, síntomas que suelen aparecer de manera recurrente”, consignó Monsell.

Este nivel de ausentismo se traduce en una pérdida económica importante en el sistema de salud: según estadísticas recientes, se pierden en Estados Unidos cada año cerca de 6.000 millones de dólares entre gastos médicos y ausentismo laboral vinculado a la rinitis.

Riesgo de asma

Otro riesgo latente es que una rinitis alérgica no tratada puede desencadenar un asma bronquial. Muchos minimizan sus síntomas y conviven con ellos como algo natural o inevitable, pero -con el tiempo- puede transformarse en un cuadro respiratorio de mayor gravedad: se estima que cuatro de cada diez pacientes con rinitis no controlada desarrollan asma en algún momento de sus vidas”, insistió la doctora Monsell.

Si bien la similitud de los síntomas entre un resfrío común y la rinitis alérgica explica el frecuente subdiagnóstico, los especialistas destacan importantes diferencias. Primero, mientras que la duración de un resfrío viral se resuelve en 7 a 10 días, la rinitis alérgica puede extenderse por semanas o meses. También, la fiebre es rara en resfríos, pero no está nunca presente en la rinitis. La picazón en los ojos, por otra parte, es casi exclusiva de la rinitis alérgica. Y finalmente, la periodicidad es clave, ya que los síntomas regresan una y otra vez en quienes son alérgicos.

Diagnóstico

Para llegar al diagnóstico de la rinitis alérgica, los especialistas se basan en el interrogatorio y en pruebas específicas. “El diagnóstico clínico sigue siendo la principal herramienta, pero además existen técnicas complementarias de gran utilidad, como las pruebas cutáneas, que consisten en colocar gotas de alérgenos en el antebrazo y realizar una pequeña punción para ver si se genera una roncha que confirma la alergia cuando el paciente tiene síntomas compatibles con la exposición a dicho alérgeno”, explicó la doctora Ritchie.

Ante la presencia de resfríos intensos y prolongados, la recomendación es consultar a un especialista en alergia, que planteará estrategias que apuntan tanto a la prevención como al alivio de los síntomas.

Entre esas medidas se destacan:

  • Evitar los cambios bruscos de temperatura
  • Pautas y medidas ambientales para reducir el contacto con polvo, ácaros, humedad y mascotas (cuando sean los desencadenantes)
  • Limpiar ropa de cama y alfombras con frecuencia
  • Evitar salir al aire libre en los horarios de mayor concentración de polen (7 a 9 de la mañana y después de las 18)

Tratamiento farmacológico

“Para aquellos casos que requieran tratamiento farmacológico, disponemos, entre otros, de fármacos de rescate (antihistamínico, útiles durante las crisis); fármacos de control, principalmente corticoides intranasales en spray, que se utilizan a diario para reducir la inflamación; y vacunas de inmunoterapia (administración de dosis creciente de los alérgenos involucrados para inducir tolerancia)”, explicó Monsell.

“Estamos frente a una patología en crecimiento, cuya prevalencia aumenta años tras año en el mundo debido a factores ambientales como la contaminación, el tabaquismo y el deterioro del entorno. No son ‘resfríos prolongados’, sino una enfermedad crónica, frecuente y con consecuencias potencialmente serias si no se trata a tiempo”, afirmaron desde AAAeIC.

“Se debe prestar atención a sus síntomas, asumir el compromiso de la adherencia a los tratamientos que el médico indique y tomar el tema con mayor conciencia médica y social, de manera de mejorar el diagnóstico temprano y obtener un control adecuado para prevenir complicaciones como el asma”, concluyeron. (DIB)

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