Este 21 de septiembre, entre otras conmemoraciones más conocidas, se recuerda el Día Mundial del Alzheimer, para concientizar sobre esta enfermedad que es la forma más común de demencia. El mal afecta a más de 500.000 personas en nuestro país.
“El Alzheimer es la forma más común de demencia y se presenta con cambios progresivos en la memoria, el lenguaje y otras funciones cognitivas”, explica la doctora Viviana Cantarutti, médica clínica de Ospedyc.
Continúa: “Si bien aún no existe una cura definitiva, los avances en la investigación han permitido desarrollar tratamientos y estrategias que mejoran los síntomas en las etapas iniciales y ayudan a preservar la calidad de vida por más tiempo. Además, las primeras alteraciones cerebrales pueden aparecer muchos años antes de los síntomas, lo que abre una gran oportunidad para la detección temprana y la adopción de hábitos saludables que contribuyan a cuidar la salud cerebral”.
De esa forma, “con controles médicos regulares, estimulación cognitiva y el acompañamiento de la familia y la comunidad, es posible transitar la enfermedad con mayor bienestar y dignidad”.
Síntomas y factores de riesgo
Se sabe que las primeras alteraciones cerebrales vinculadas al Alzheimer pueden aparecer hasta 20 años antes de que se manifiesten los síntomas. Los problemas se notan en especial en el hipocampo, la región encargada del aprendizaje y la formación de nuevas memorias. Por eso, resulta importante prestar atención a los principales factores de riesgo asociados a la enfermedad, entre ellos:
- Edad avanzada.
- Sexo femenino.
- Antecedentes familiares de Alzheimer.
- Episodios previos de depresión o traumatismos craneales.
- Factores de riesgo vascular como hipertensión, diabetes o colesterol elevado.
“Si bien existe una predisposición genética que no puede modificarse, distintos estudios sostienen que hasta un 40% de los casos de demencia podrían prevenirse atendiendo a factores de riesgo que sí son modificables”, señala la especialista.
Buenos hábitos
Cantarutti destaca que “lo fundamental está en trabajar hábitos y condiciones vinculadas al estilo de vida y la salud general, como mantener una alimentación equilibrada, realizar actividad física, controlar la presión arterial y el colesterol, evitar el tabaquismo, tratar la pérdida auditiva y fomentar la estimulación cognitiva y social. Es fundamental que hagamos todo lo que podamos, como individuos, para reducir nuestro riesgo y proteger la salud cerebral a lo largo de la vida”.
“Si bien el Alzheimer representa un gran desafío, existen muchas acciones que ayudan a transitar la enfermedad con mayor calidad de vida. La investigación científica avanza día a día en busca de nuevas respuestas, y la adopción de hábitos saludables puede contribuir a reducir el riesgo. Además, el acompañamiento cercano, la empatía y la construcción de redes de apoyo permiten que las personas con esta patología y sus familias no enfrenten este camino en soledad, sino rodeados de contención y cuidado”, destaca la doctora.
Resguardos
De ese modo, en el caso de la manifestación del Alzheimer es preciso mantener rutinas estables, facilitar la autonomía de la persona en actividades básicas, simplificar el vestuario o el entorno doméstico, y asegurar la seguridad en el hogar mediante buena iluminación, eliminación de obstáculos, instalación de pasamanos y resguardo de productos peligrosos.
Al mismo tiempo, resulta importante que quienes acompañan a la persona con Alzheimer también encuentren espacios para preservar su propio equilibrio físico y emocional, de modo de sostener un cuidado más saludable y humano a largo plazo. (DIB)