miércoles 10 de septiembre de 2025
10 de septiembre de 2025 - 20:37

La escuela como espacio de emergencia de la violencia social y los vínculos conflictivos entre adolescentes

En Mendoza, una adolescente asistió armada al colegio y se atrincheró durante cinco horas, tras amenazar a sus compañeros. El episodio evidenció las preocupantes problemáticas que irrumpen cotidianamente en los ámbitos educativos.

Una situación ocurrida en la escena escolar puso en agenda este miércoles una problemática que, lamentablemente, no sorprende y preocupa cada vez más: una adolescente de 14 años fue armada al colegio, amenazó a sus compañeros, se atrincheró durante cinco horas y lanzó al menos tres disparos al aire.

El caso mantuvo en vilo a la comunidad educativa de la escuela Marcelino Blanco de la localidad de La Paz, en Mendoza. Más allá de que pudo resolverse sin que hubiera que lamentar víctimas fatales,

Este miércoles, cerca de las 9.30 y luego del primer recreo, la alumna fue al baño y cargó la 9 milímetros que le habría sacado a su padre policía. Al salir, pegó un tiro al aire y le apuntó a los compañeros. Luego buscó desesperadamente a una profesora, con la que habría tenido algún problema.

Frente a esta situación, las autoridades del establecimiento actuaron rápidamente y desalojaron de manera preventiva la institución. Tras varias horas de negociación, la niña finalmente se entregó, sin autolesionarse ni herir a terceros.

Este tipo de situaciones suelen sacudir a los establecimientos educativos en forma inesperada, como emergente de la violencia que prevalece como lógica vincular entre los alumnos. Más allá de la asistencia con armas de fuego o armas blancas, que en la mayoría de los casos son tomadas del entorno familiar con intención de amedrentar y aterrorizar a compañeros, la dificultad de resolver conflictos entre pares se presenta ante autoridades escolares, preceptores y docentes a través de escenas de furia descontrolada, insultos, roces, golpizas a la salida o en los recreos, bullying y ciberacoso.

En esta lógica, que de ninguna manera hay que naturalizar, este año varios episodios en los que adolescentes asistieron con armas a la escuela encendieron alarmas en establecimientos de distintas ciudades bonaerenses, sobre todo en el inicio del ciclo lectivo.

En la localidad de Ingeniero Maschwitz, partido de Escobar, el 4 de abril pasado, un grupo de padres radicó una denuncia al descubrir que estudiantes de tercer año planeaban llevar a cabo una masacre en la Escuela Media Nº4. Chicas y hicos de entre 13 y 15 años organizaron "un ataque" a través de WhatsApp y, en distintos mensajes, manifestaron que asesinarían a otros alumnos al azar, "toque a quien toque”. Por fortuna, los adultos pudieron accionar antes de que se concretara el presunto plan.

Una semana después, un grupo de jóvenes de la Escuela Secundaria Nº2 de Matheu, también en el partido de Escobar, pretendía llevar a cabo un tiroteo. Al igual que en el primer episodio, los adolescentes se habían organizado por WhatsApp. Los mensajes fueron filtrados por la madre de un alumno y, por fortuna, el ataque no se llevó a cabo.

Luego del caso de Maschwitz, en Mar del Plata, el pasado 7 de abril, un estudiante de 16 años de la Escuela Nº58 del barrio El Martillo asistió al establecimiento con una pistola antigua, descargada, lo que generó temor entre los compañeros. El adolescente quedó detenido y procesado por el delito de tenencia de arma de uso civil.

En tanto, el 13 de abril, una adolescente de 16 años llegó a la Escuela Secundaria N° 26 de Florencio Varela con una arma calibre .38 en la mochila y cajas con unas 150 balas. La madre de menor explicó que su hija estaba bajo tratamiento psiquiátrico y había vuelto a clases recientemente, después de un año fuera del sistema educativo. También mencionó que el arma sería del padre de la menor.

El 3 de mayo, un episodio de violencia muy preocupante se dio en la Escuela Secundaria Nº88 de la localidad bonaerense de Villa Elisa, partido de La Plata: un niño de 12 le apuntó a los compañeros con un arma de fuego y gatilló, amenazándolos. Por fortuna, no hubo heridos ni se efectuaron los disparos.

Violencia, desvínculo y responsabilidad

Ante estas situaciones, la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires (DGCyE) difundió en abril de este año una carta abierta a la comunidad educativa bonaerense, en la que reflexionó sobre los “hechos de violencia social ” que trascendieron que tuvieron a “adolescentes y niños como protagonistas” y “las escuelas como escenario”.

La cartera educativa provincial a cargo de Alberto Sileoni, aseguró que “el sistema educativo no es indiferente ante estos sucesos” y propuso una “pausa” para analizar las problemáticas que actualmente atraviesan a la sociedad, las familias y la construcción de lazos en las infancias y juventudes.

En esa línea, la carta destacó “el valor y potencia” del rol del Estado para mantener los consensos de convivencia social y reafirmó “la confianza en las personas” que se desempeñan en el sistema educativo, ya que, en gran cantidad de casos, son las que advierten los emergentes de problemáticas profundas que transitan los estudiantes, relacionadas a sus vínculos familiares o con sus pares.

La escuela no es una institución neutral con relación a las situaciones de agresión, violencia y desvínculo que hoy afectan a muchos de nuestros niñas, niños, jóvenes, docentes, trabajadores auxiliares y familias. Reafirmamos su compromiso en la tarea de escuchar y poner palabras allí donde hay desconfianza y agresión entre pares o con cualquier miembro de la comunidad educativa”, indicó el escrito.

Carta Educación

La misiva puso énfasis en la necesidad de que las personas adultas “actúen con la responsabilidad” que las situaciones de violencia entre niños y jóvenes ameritan, ya que existe un “reiterado simplismo” en el análisis de estos conflictos. Asimismo, reflexionó acerca de “la degradación” que hay en “la conversación pública en la sociedad argentina”, en un contexto de agresividad y hostilidad, que impacta en las instituciones y los lazos sociales.

La carta pidió también responsabilidad a los protagonistas de estos desencuentros y peleas. “También nos dirigimos a las y los estudiantes que observan estas escenas sin intervenir y les pedimos que abandonen el rol de meros espectadores, que se comprometan para que estos hechos no ocurran nunca más. No puede ni debe haber pasividad, ni estudiantes que filmen escenas de violencia, mientras sus propias compañeras y compañeros participan de ellas”, precisó el comunicado de la cartera educativa bonaerense.

Para cerrar, el texto citó al educador brasileño Paulo Freire, quien sostuvo que “la paz se crea y se construye con la edificación incesante de la justicia”. En esa línea, la cartera educativa bonaerense indicó: “La escuela es una institución diseñada para la paz, el encuentro y el respeto. Allí deben ser cuidados sus estudiantes, sus docentes, y auxiliares, quienes también son agredidos con inusual frecuencia”.

Carmen de Patagones, escenario de la primera masacre escolar de Latinoamérica

El 28 de septiembre de 2004, un episodio que generó gran conmoción ocurrió en la localidad bonaerense de Carmen de Patagones. Como en una película yanqui, en un escenario completamente impensado para la ciudad pampeana, un adolescente de 15 años abrió fuego y mató a tres compañeros e hirió a otros cinco. El hecho sacudió al país y todavía, al mencionar a "Junior", genera dolorosas resonancias.

Los detalles de aquel caso paradigmático, pueden leerse en esta nota de Agencia DIB.

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(DIB) ACR

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