domingo 09 de noviembre de 2025
16 de agosto de 2025 - 12:07

El reto de que los archivos de hoy sigan siendo legibles en 100 años

Los discos rígidos y los SSD no están hechos para durar un siglo. Cintas, papel y microfilm siguen vigentes, mientras que el vidrio y el ADN asoman como apuestas del mañana.

Imaginá que querés dejarle un archivo a alguien para que lo abra dentro de 100 años. Suena simple, pero no lo es. Los dispositivos que usamos todos los días -discos rígidos, discos SSD, pendrives, la nube- fueron diseñados para funcionar durante unos pocos años, no para sobrevivir generaciones. Además, aunque el archivo físicamente se conserve, ¿quién asegura que dentro de un siglo habrá un programa capaz de abrirlo?

Los discos rígidos fallan con el paso del tiempo: cada año, un porcentaje pequeño queda inutilizable, lo cual es tolerable para el día a día, pero no si pensamos en un horizonte centenario. Los SSD, aunque más modernos, tienen un límite aún más claro: los datos almacenados se van “borrando” si no reciben energía de manera regular.

“Lo viejo sirve”

Mientras tanto la cinta magnética, que muchos asociamos con los casetes, sigue siendo una de las herramientas más usadas en grandes centros de datos. No es rápida, pero es barata y puede durar décadas. El truco está en planear migraciones cada tanto, para que no se vuelva imposible leerlas.

El papel y el microfilm también resisten. Son medios “analógicos” que tienen la gran ventaja de no necesitar programas, electricidad ni dispositivos especiales para interpretarlos. Basta con luz y un ojo humano. Por eso todavía hoy se usan para documentos críticos en algunos países.

Incluso si un soporte dura intacto, hay otra amenaza: la obsolescencia. Pensemos en los disquetes: aunque tengas uno en perfecto estado, ¿dónde encontrás hoy una computadora que pueda leerlo? Para evitar ese escenario, las instituciones que guardan grandes archivos planifican migraciones cada cierto tiempo o recurren a la emulación, es decir, simular computadoras antiguas en las modernas.

En cuarzo, en ADN

Algunas empresas ya están explorando soportes que parecen ciencia ficción. Project Silica, de Microsoft, graba datos en vidrio de cuarzo con láser. La compañía habla de “decenas a cientos de miles de años” de vida potencial. Y, como vimos hace un tiempo, hizo una prueba almacenando “Superman” (1978) en una pieza de vidrio de 75,6 GB. 

Otra línea de investigación es el almacenamiento en ADN: usar el mismo “código” que lleva nuestra información genética para guardar archivos digitales. La idea es que en poquísimo espacio se pueda almacenar una cantidad enorme de datos. Por ahora es carísimo y experimental, pero a futuro podría ser una solución.

Al final, la gran enseñanza es que no existe un único soporte mágico que garantice la conservación de la información por 100 años. Lo que hace falta es una estrategia: copias en distintos medios, migraciones programadas y una supervisión constante.

El desafío, en definitiva, es garantizar que dentro de 100 años los archivos sigan existiendo… y puedan “leerse”. (DIB)

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