Una traición, la venganza de “la mafia china” y una familia masacrada

Ocurrió en 1992 en el partido bonaerense de Merlo. Dos hombres cometieron un quíntuple crimen y fueron condenados a prisión perpetua.

Han Hua, de 28 años, y Peng Yu de 29, se negaron a declarar. Estaban sentados en el banquillo de los acusados sin entender mucho la situación. No porque fuesen ajenos al hecho por el que se los juzgaba, sino porque no hablaban castellano. Un traductor los asistía, pero muchas de las frases que se escuchaban en el recinto, para ellos se perdían en el aire. Sin querellantes porque no quedaban sobrevivientes de la familia masacrada, tras el proceso ambos fueron condenados a prisión perpetua por el crimen, a golpes y cuchillazos, de cinco personas, entre ellos dos niños. 

El domingo 28 de junio de 1992 gran parte de las miradas de la sociedad estaban puestas en la elección a senador por la Ciudad de Buenos Aires. Allí, Fernando De la Rúa se iba a imponer sobre el candidato menemista Avelino Porto. Sin embargo, a pocos kilómetros de allí, en la localidad bonaerense de Merlo, la vivienda que la familia Ying ocupaba en Riobamba casi esquina Jujuy se tiñó de sangre debido a una presunta deuda pendiente.

Yen Yu Ying, de 41, había llegado al país a principios de los 80 desde Taiwán, y años después abrió un restaurante en un pequeño local que estaba delante de la vivienda en la que vivía. Su familia lo acompañó en esa cruzada y arribaron tiempo después desde el país asiático su esposa Lin Mai Ying; su suegra Hsueh Chen Chuan; y los hijos del matrimonio Lin Yi Siung de 9 y Lin Yen Chang de 7.

El padre de la casa, un especialista en Kung Fu, según testimonios que se conocieron después en el juicio, esperaba el ataque en cualquier momento de la “Tríada”, como se conoce a ciertas organizaciones criminales de origen chino que tienen su base en Hong Kong, Taiwán y la China continental. Sobre su espalda pesaba un error que la denominada “mafia china” no le perdonaría. 

Cuando no quedaba gente en el restaurante, ya de noche, dos personas orientales ingresaron al local. Con dagas de doble filo atacaron en primer lugar a Yen, que logró herir a uno de sus agresores en el antebrazo. Pero cayó vencido en medio de una veintena de puñaladas. Luego fue el turno de la esposa, la suegra y de los hijos del matrimonio. Golpes y una docena de puñaladas sobre sus pequeños cuerpos terminaron con ellos y con toda la familia. Ya no quedaban testigos, aunque sí algunas huellas en la sangre esparcida en las paredes de la casa. 

La caída y el juicio

El mes de junio de 1992 terminó con una inflación de 0,8% y con la suspensión de quince meses que recaía sobre Diego Maradona luego de dar positivo de cocaína en el control antidoping de un partido del Napoli contra Bari en marzo del año anterior. En este contexto, intentaba avanzar, aunque con muy pocas pistas la investigación del crimen que se conoció como la “Masacre de Merlo”.  

Los asesinos huyeron a Bolivia, donde fueron detenidos en noviembre tras una pelea en un prostíbulo, mientras que los pesquisas lograron establecer, aunque no probar en el juicio, que el padre de la familia Ying se había vinculado con el submundo del hampa oriental. 

Bajo la promesa de trabajo y estadía legítima en Argentina a cambio de dinero, los llamados “cabezas de serpiente” forman una organización que trae engañados a ciudadanos chinos que ingresan al país de forma ilegal y deben enfrentar una situación de irregularidad migratoria difícil de revertir. De hecho, Yen había sido detenido dos años antes, acusado de falsificar documentos, y no se descarta que haya dado nombres de sus “socios” en el turbio negocio de la inmigración ilegal.

Durante el juicio encabezado por el tribunal Oral y Criminal N°2 de Morón, un par de testimonios, huellas encontradas en la casa y unas cartas que nombraban a los sospechosos llevaron a Han Huan y Peng Yu a la condena. 

Con escaso público y la presencia de medio centenar de efectivos, uno de los testimonios que más impactó fue el de un amigo de las víctimas que relató que Yen le había confesado que debía tener cuidado con “algunos chinos malos porque cuando tomaban represalias con un paisano era necesario matar a todos sus familiares para que no hubiera testigos”. También un taxista recordó que la noche del crimen llevó a dos orientales que se limitaron a decir “al barrio de Liniers” y habrían dejado manchas de sangre en el asiento trasero del vehículo.

La marca de la “mafia china” en el país, ésa que golpeó según el primer registro cuando Pao Wen mató a tiros a tres compatriotas en una pensión de La Plata en 1971, aparecía nuevamente. Han Huan y Peng Yu fueron condenados en abril de 1996 a prisión perpetua por el quíntuple crimen. Yen había asumido compromisos superiores a los que podía cumplir. Y la familia los pagó con su vida. (DIB) FD

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