Lactancia materna: ¿por qué es un alimento único, seguro y sustentable?

Brinda todos los nutrientes que necesitan los niños, entre los cuales se encuentran agua, proteínas, azúcares, grasas, vitaminas, minerales, hormonas, nucleótidos y enzimas.

La lactancia materna es el mejor alimento que existe para los niños y niñas: brinda todos los nutrientes que necesitan y resulta, además, un beneficio económico para las familias en estos contextos tan complicados. Asimismo, es ecológico y amigable con el medio ambiente. 

Sin lugar a dudas, poder brindarle a un hijo o una hija todos los nutrientes que requiere es una preocupación de todos los padres y madres y, en este contexto socioeconómico, para muchas familias se convierte en un desafío. En este sentido, la lactancia materna, además de tener numerosos beneficios para los niños -muchos de los cuales aún se siguen descubriendo-, no implica ningún costo. 

Los especialistas de la Sociedad Argentina de Pediatría, en línea con la recomendación de la Organización Mundial de la Salud, instan a que ésta sea la alimentación exclusiva hasta los 6 meses de vida y que, luego, se complemente con otros alimentos, según la edad, hasta al menos los dos años.

“La lactancia materna es única en términos de seguridad alimentaria. Este concepto implica que todos los individuos tengan acceso a una adecuada alimentación, tanto en cantidad como en calidad, que además es accesible, aceptable, apropiada, obtenible de los recursos locales y sobre una base continua y sostenible; la lactancia materna ofrece absoluta equidad para la alimentación de los lactantes en un momento fundamental para su neurodesarrollo”, destacó Adriana Fernández, médica pediatra, especialista en nutrición infantil, miembro del Comité de Nutrición de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

Casi todos los niños comienzan recibiendo leche materna (96%), aunque sólo el 68% lo inicia en la primera hora, un detalle no menor, ya que está demostrado que el acceso temprano del bebé a la lactancia materna disminuye el riesgo de infecciones. El porcentaje que alcanza el sexto mes con lactancia exclusiva continúa siendo bajo en nuestro país: es del 43,7% según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, llevada adelante por el Ministerio de Salud de la Nación.

Casi todos los niños comienzan recibiendo leche materna (96%), aunque sólo el 68% lo inicia en la primera hora.

Ante la pregunta realizada en dicho relevamiento sobre los motivos de no amamantar, las principales respuestas fueron: “Nunca pudo prenderse al pecho” (47,5%), “nunca tuve leche” (28,9%) y “me lo indicó el médico por un problema de salud mío” (11,2%). Aquellas madres que abandonaron la lactancia respondieron: “me quedé sin leche”, “el/la niño/a dejó solo/a” y “el/la niño/a se quedaba con hambre”.

No obstante, desde la SAP, “todas estas razones podrían haberse revertido en su momento con un adecuado asesoramiento y soporte a la mamá que amamanta, salvo aquellos casos en los que la mamá no pueda amamantar por alguna enfermedad propia, pero son situaciones absolutamente excepcionales”.

Participación de “otros actores”

El éxito de la lactancia materna no es responsabilidad exclusiva de la madre, sino que participan diversos actores: familiares, sociales, el sistema de salud y la educación, entre otros. “Para incentivarla, podemos educar en todos los niveles, fomentar actitudes sociales positivas (en la familia, en la comunidad), apoyar con políticas que la protejan en todos los ámbitos, sobre todo en los laborales para la mujer, regular la industria de substitutos de la leche materna, monitorear las intervenciones que se llevan a cabo para fomentar la lactancia y trabajar sobre los resultados obtenidos”, aseguró María Luisa Ageitos, médica pediatra y expresidenta de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

Algo que se ha descubierto recientemente es que la leche materna es única para cada bebé. Se la ha mencionado como ‘el máximo medicamento personalizado’. Existe una interacción materno-infantil durante el amamantamiento definida como un “diálogo biológico”, en el cual el lactante transmite información a la madre sobre sus necesidades y esta responde alterando la cantidad y la composición de la leche.

En la composición de la lecha materna se han identificado numerosos nutrientes, como proteínas, hidratos de carbono, grasas, múltiples tipos de vitaminas y minerales, agua y otras sustancias como hormonas, nucleótidos y enzimas. De todas formas, se cree que contiene muchos otros componentes que aún no han podido identificarse.

Adicionalmente, la lactancia materna ofrece ventajas para la mamá, aumentando el lapso hasta otro embarazo (espaciamiento intergenésico), previniendo la anemia y la depresión puerperal, disminuyendo el riesgo de desarrollar diabetes y algunos tipos de cáncer como de ovario y de útero, y para la familia y la comunidad contribuye a una infancia saludable, menos costos en hospitalizaciones, medicamentos y consultas, reduce la pérdida de días laborables y produce una menor contaminación ambiental.

¿Qué pasa con la leche de fórmula?

La alimentación complementaria con leche de fórmula, que ha crecido mucho en las últimas décadas, debe ser utilizada si hay una indicación del pediatra y en casos puntuales, ya que su calidad, tanto inmunológica como nutricional, no es comparable con la leche materna. Incluso en estos casos, suele ser pertinente seguir estimulando el amamantamiento, según la recomendación del especialista.

Otro de los beneficios centrales de la lactancia materna, que se ha estudiado en detalle en los últimos años, es el del aporte a la formación y mantenimiento de una saludable flora o ‘microbiota’ intestinal.

“En los primeros meses de la vida se desarrolla la microbiota intestinal, por transferencia de bacterias provenientes de microbiota materna durante parto vaginal, y luego por componentes de la leche materna que aporta bacterias saludables y oligosacáridos que estimulan su crecimiento. Junto al desarrollo de la microbiota, se conforma el sistema inmunológico intestinal, se establecen los mecanismos de defensa y se constituyen los procesos de protección no solo del intestino sino también de todo el organismo”, aseguro por su parte, María del Carmen Toca, médica pediatra, miembro del Comité de Gastroenterología Pediátrica de la SAP.

Además, señaló que “el intestino ‘aprende’ a reconocer como propias las bacterias beneficiosas que ocupan la luz intestinal que contribuyen a la digestión de fibra alimentaria, aportan energía, favorecen la síntesis de vitaminas y mejoran las respuestas de defensa”.  (DIB/Vida y Salud Hoy)

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