El crimen de Marela en Avellaneda, la “Casa del Horror” y el asesino del “ángel negro”

El Día de la Madre de 2003 una nena salió contenta de su casa a comprar un regalo y nunca regresó. La buscaron durante cuatro meses hasta que su cuerpo apareció en la casa de un vecino y se destapó una historia de horrores sin parangón.

Infografía: DIB
Infografía: DIB

Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB

En un célebre poema, César Vallejo habla de “los heraldos negros que nos manda la Muerte”. Solemos imaginar a esos espantosos mensajeros lejanos y anónimos; pero el 19 de octubre de 2003, en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, el heraldo tuvo nombre y apellido, y era cercano. Ese Día de la Madre, Yésica Mariela Martínez, a quien su familia le decía Marela, salió de su casa para ir a comprarle un regalo a su mamá. Nunca volvió. Su cuerpo fue encontrado cuatro meses después, en la casa de un vecino, que dijo al principio que había sido un ajuste de cuentas contra el padre de la nena. El caso fue muy recordado en 2011, cuando ocurrió el crimen de otra nena, Candela Sol Rodríguez.

Esta historia de horror empieza ese domingo en el que en la calle se discutía qué iba a pasar con las AFJP y en el que San Lorenzo le ganó a River y disputaba la punta del torneo de Primera con Boca Juniors. Ese domingo en el que Marela, de 9 años, dijo que iba a ir a comprarle un regalo a su mamá con plata que le había dado el padre y salió a las 11 de su casa, en Montes de Oca al 470 de Villa Tranquila, en el partido bonaerense de Avellaneda, al sur del Gran Buenos Aires. Era un día fresco y la niña se había puesto un buzo rojo con capucha.

Marela no volvió.

Tras la denuncia policial comenzó una búsqueda que se diseminó por todo el país y dio pie a una campaña coordinada por Missing Children, que incluyó movilizaciones y consumió horas en los principales canales de televisión.

Mientras los papás insistían con que sospechaban de unos vecinos de apellido Sánchez, Hugo y Héctor, que vivían a la vuelta, la investigación tomaba varios rumbos. Una de las hipótesis era la del secuestro, ya que hasta hubo algunos llamados “truchos” con pedidos de rescate.

Dos víctimas, dos pozos

Cuatro meses después de la desaparición de Marela, el 20 de febrero de 2004, Hugo “Bebe” Sánchez fue a la casa de los Martínez y les contó que su hermano Héctor, alias “El Nene”, había asesinado a una sobrina de su mujer y había enterrado el cadáver en la casa. Esto había ocurrido diez días antes y la víctima se llamaba Mónica Vega, de 13 años.

Los Martínez llamaron a la Policía y de inmediato se hizo un allanamiento en la casa de Deán Funes 391, mientras “El Nene” desaparecía de la escena. Los peritos policiales hallaron el cadáver de la chica en el pozo ciego. La adolescente había sido asfixiada manualmente mientras era violada, pero la arrojaron al pozo cuando aún estaba con vida y murió ahogada.

Enseguida los pesquisas notaron un sobrepiso en el patio. Rompieron el cemento y descubrieron un segundo pozo séptico. Ahí estaban los restos de Marela. Solo la pudieron reconocer por la ropa, sobre todo por el buzo rojo. Había muerto estrangulada. Desde ese momento, la casa de Deán Funes, la vivienda del heraldo negro, se conoció como “La Casa del Horror”.

Escondido entre las pieles

“El Nene” Sánchez, de 30 años, ya había estado preso por violar a una nena y había salido poco antes de cometer estos últimos crímenes. Después de matar a Yésica Martínez, dejó su cuerpo varios días a la intemperie envuelto en una sábana y luego lo arrojó al pozo con agua.

Lo detuvieron en la casa de su madre, en Almafuerte al 377, muy cerca del lugar donde aparecieron los dos cuerpos y de la casa de la familia de Marela. La mujer fue quien indicó a la Policía el lugar exacto en el cual se escondía. Estaba en el patio de la casa, oculto debajo de una gran cantidad de cueros de oveja. Un lobo con piel de cordero, y Marela con un buzo con caperuza roja: horror de cuento en una historia muy real.

Decenas de vecinos salieron a la calle para insultarlo y una mujer se lanzó encima del patrullero en que fue llevado, inicialmente, a la sede de la Comisaría 1ª de Avellaneda. Luego lo llevaron a la DDI de La Matanza, por expreso pedido de la familia de la nena, que sospechaba que los Sánchez hacían actividades ilegales amparados por la Policía local, que por eso se había negado tantas veces a allanar la “Casa del Horror”. La Justicia también detuvo a “Bebe” Sánchez y a la mujer de éste, Adriana Frutos.

Tres versiones

En las primeras indagatorias, “El Nene” dio explicaciones contradictorias del crimen. Primero confesó el asesinato de Marela pero no así su violación. “Ese día me desperté y decidí matarla, porque le tenía bronca a Víctor”, dijo mencionando al papá de la nena de 9 años. Se dijo en ese momento que había bronca por una vieja deuda vinculada a la piratería del asfalto. En tanto, “El Nene” desvinculó a todos sus familiares. También dijo que eran adictos a la cocaína.

Pero luego, cuando declaró por la violación y el crimen de Mónica, la chica de 13 años, sorprendió a los presentes al afirmar: “Vi a un ángel negro, que me pidió que matara a mi hermano, como una ofrenda. Pero no quise matar al ‘Bebe’, por eso en compensación decidí matar a Mónica”.

En una tercera declaración Sánchez señaló a otro sospechoso, Santiago Martínez Almada, quien reveló que todo fue “una venganza” contra el padre de Marela, quien se habría quedado con un supuesto cargamento de piratas del asfalto. Por eso Santiago Martínez se la tenía jurada, y “El Nene” Sánchez ayudó a cobrársela.

El juicio oral y público se realizó, en medio de estrictas medidas de seguridad, en el año 2006 en Lomas de Zamora. Sánchez fue condenado a reclusión perpetua, la pena máxima que prevé el Código Penal, por la violación y homicidio de Mónica, el homicidio “criminis causa” de Marela y por la violación de una prima. Su hermano y su cuñada quedaron libres.

Once años después

La historia de la “Casa del Horror” terminó en 2017. En los once años transcurridos desde la condena, “El Nene” Sánchez, interno en el pabellón 7 de Batán, se había hecho evangelista, terminó la escuela y tenía una conducta impecable.

El 27 de junio, los carceleros encontraron a Sánchez colgado en su celda. “Asfixia por ahorcamiento”, decía la ficha mientras el cuerpo iba camino a la morgue. Recién podría haber solicitado la libertad condicional en 2046; tal vez prefirió escaparse antes. (DIB) MM

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