El diez en la camiseta, un partido épico en México y una zurda letal. La historia del fútbol argentino puede narrar dos historias que contienen esta enumeración de sucesos y características, pero una no se contó o al menos no figuró entre las hazañas deportivas nacionales hasta hace apenas un puñado de años.
Elba Selva también brilló en el Estadio Azteca, pero lo hizo en 1971, cuando le metió cuatro goles a Inglaterra en el Mundial de Fútbol Femenino, al que viajó junto a sus compañeras sin botines ni técnico.
Elba es bonaerense, nació en General Rodríguez el 14 de enero de 1945, y desde muy chica quiso ser futbolista. Ya mudada con su familia al barrio porteño de Villa Lugano, su papá la llevaba a ver a Boca y su pasión por la pelota crecía y crecía. Pero su mamá no quería que jugara a un deporte “de varones” y empezó a llevarla a básquet, donde sí había otras chicas.
Cuenta la historia que un día, enojada porque la pelota no entraba en el aro, Elba le pegó un zurdazo tan fuerte que sorprendió a unas de sus compañeras, quien le confesó que ella también jugaba al fútbol con un grupo de mujeres y la invitó a participar. Ahí empezó todo. Elba trabajaba en una fábrica de medias a la mañana y entrenaba a la tarde. Los fines de semana tenía partido y muchas veces viajaba a jugar contra equipos de otras ciudades.
Su historia en el fútbol ya había comenzado a escribirse, pero fue en julio de 1971 cuando ocurrió un hecho determinante: un equipo mexicano vino al país para jugar un partido amistoso en la cancha de Nueva Chicago. Elba jugaba para la Argentina, que ganó 3 a 2. Ella hizo el gol de la victoria.
La revista Así tituló la crónica “Las Evas del fútbol” y destacó que afuera del estadio había policías intentando controlar a “más de un fanático que quiso penetrar a la cancha con ganas locas de brindar cariñitos a las chicas, la mayoría de físico espectacular”. Poco se habló del partido en sí, pero la historia de las pioneras seguía escribiéndose.
Elba ha contado en varias ocasiones que el fútbol la hizo muy feliz, pero que también la pasó mal, como tantas otras mujeres que quisieron desempeñarse en actividades culturalmente reservadas para los varones: la mandaban a su casa a planchar o a lavar los platos y le decían “varonera”, y otros insultos irrepetibles.
Luego de jugar aquel amistoso, las mexicanas invitaron al equipo argentino a participar del Mundial de fútbol femenino de México, que se iba a realizar el mes siguiente. Para entonces Elba tenía 26 años, ya estaba casada con Raúl y tenía un hijo de 2. Dijo que no podía ir. Pero su marido la alentó a viajar y, finalmente, Elba se fue a México con sus compañeras.
El Mundial y la hazaña
El Mundial de fútbol femenino de México de 1971 fue el segundo de la historia. El primero había transcurrido en Italia un año antes y Dinamarca había salido campeón. En México participaron seis países: además del organizador, competían Argentina, Italia, Francia, Inglaterra y Dinamarca.
Betty García, era capitana del equipo que completaban María Ponce, Ofelia Feito, Susana Lopreito, Maria Fiorelli, Marta Soler, Angélica Cardozo, Zunilda Troncoso, María Cáceres, Virginia Andrade, Eva Lembessi, Blanca Bruccoli, Virginia Cataneo, Marta Andrada, Zulma Gómez, Teresa Suárez y Elba Selva.
Las pioneras habían llegado a México sin entrenador, ni médico, ni botines. La institución que organizaba el mundial terminó dándoles el calzado y las camisetas. La ropa deportiva para entrenar se las había donado la Unión Tranviarios Automotor (UTA).
El debut argentino fue contra México el 15 de agosto, un partido que Elba recuerda que estaba “arreglado” porque México “tenía que llegar a la final” y entonces la Argentina perdió 3 a 1. Pero en el segundo partido, el equipo nacional se lució: fue contra Inglaterra, el 21 de agosto, fecha ahora instituida como el día de la futbolista en nuestro país.
Se habían vendido 110.000 entradas y el Estadio Azteca desbordaba, pero pese a eso las jugadoras no recibieron ninguna remuneración. “Les dimos un baile terrible”, recuerda Elba. Ganaron 4 a 1, los cuatro goles fueron de su autoría. Los fanáticos estaban enloquecidos, las buscaban para sacarse fotos y pedirles autógrafos. Pero esa realidad contrastaba con lo que las esperaba en la Argentina, donde a nadie pareció importarle aquella hazaña.
El diario Clarín publicó un recuadro con el título: “El fútbol no es para chuchis”. Y escribió: “Las ves moverse con esa torpeza insuperable (…). Esto sólo es cosa para varones de pelo en pecho y galladura fuerte”. Sin embargo, cerró: “90 mil tabloneros van al Azteca a hacerse el plato con ellas. Salute pibas de la pelota”.
La Selección Argentina no ganó el mundial. Dinamarca volvió a consagrarse campeón al vencer en la final a México por 3 a 0, Italia quedó tercera y el equipo de las pioneras se ubicó en cuarto lugar.
Pese a aquella experiencia transformadora, cuando las pioneras volvieron a la Argentina, no había nadie para recibirlas en el aeropuerto más que sus familias. La realidad era decepcionante y Elba se alejó del fútbol. Incluso, cuando sus compañeras del ’71 la llamaban para reunirse, ella no atendía el teléfono. Pero nada es para siempre.
Ahora, Elba Selva forma parte de la Asociación Pioneras del Fútbol Femenino, fundada por la futbolista correntina Lucila Sandoval, quien se encarga de promover el fútbol femenino en todo el país y agrupa jugadoras que hayan jugado entre 1950 y 1990.
En el Polideportivo Municipal de General Rodríguez, localidad en la que vive actualmente, Elba hace todos los deportes. En 2021 a ganó la medalla de oro en freestyle –haciendo jueguito– en los Juegos Bonaerenses 2021, y recibió su medalla en Mar del Plata.
Cuando volvió a General Rodríguez tras conseguir ese premio, obtuvo el reconocimiento que siempre mereció y que le fue esquivo en 1971. Ahora, a punto de cumplir 79 años, Elba trabaja para que el fútbol femenino siga creciendo y para que ninguna otra hazaña deportiva protagonizada por mujeres vuelva a caer en el olvido.
México ’71, la película
En diciembre de 2023 llegó a la pantalla grande “México 71″, un film que cuenta la historia de las pioneras de la voz de las protagonistas. La película exhibe un invaluable material de archivo, que según sus realizadoras, no fue nada fácil de encontrar.
Las directoras, Carolina Gil Solari y Carolina M. Fernández, decidieron encarar el relato de aquellas experiencias desde la alegría y lo anecdótico, y no tanto con un tono de denuncia, que afirman “está implícito”.
“Si estamos contando esta historia 50 años más tarde y el que la está viendo no está al tanto de que eso ocurrió, es porque estuvo totalmente invisibilizado”, señaló Gil Solari. Por eso, “buscamos darles más protagonismo a ellas, a sus historias y a su experiencia, con el objetivo de homenajearlas y enaltecer todo lo que pasó”, aseguraron. (DIB)