Cabo Polonio, entre hippies setentosos y pescadores artesanales

Ubicado en Uruguay, es de esos lugares en donde uno puede sentir el privilegio de estar solo y perderse entre la naturaleza.

Imagen tomada con un dron de un paisaje de Cabo Polonio. (Xinhua/Nicolás Celaya)

Entre piedras y playas solitarias, Cabo Polonio respira su espíritu de pueblo de pescadores. Ubicado dentro de una reserva natural, donde todo es ecológico porque no hay electricidad, ni gas, ni agua corriente (apenas señal de celular), es un verdadero paraíso del que uno se enamora apenas pisa su arena. 

Caminar descalzo por sus calles de tierra, encontrar lobos marinos a su paso, desconectarse para disfrutar del sosiego de sus playas vírgenes y maravillarse con innumerables especies de flora autóctona y exótica, son solo algunos de los placeres que ofrece esta pequeña localidad del departamento atlántico de Rocha, en el este de Uruguay.

Este balneario rústico, integra el Sistema Nacional de Áreas Protegidas y para preservar su riqueza natural y minimizar el impacto del hombre, no se permite el ingreso de vehículos particulares. Los únicos autorizados a hacerlo son unos camiones abiertos estilo safari que parten desde la puerta y recorren los siete kilómetros rodeando las dunas y el bosque.

En el Cabo se vive de día y se cena temprano; aquí no hay luz eléctrica, ni agua corriente, ni televisión. Apenas hay señal de celular, lo que permite al viajero que llega hasta allí estar completamente desconectado. Tampoco hay alumbrado público, lo que permite disfrutar de las estrellas de una manera diferente durante la noche, donde predominan velas y farolas.

Cuenta la historia local que allá por los años ‘80, Stéphane San Quirce, un francés idealista que dejó su vida ejecutiva para construir un ranchito en este sitio, fue quien comenzó a potenciar turísticamente Cabo Polonio cuando empezó a llevar mochileros desde Barra de Valizas. Hoy no sólo mochileros llegan al lugar, sino también familias que buscan pasar varias horas del día junto a la arena.

Justamente la playa Norte o Calavera, es la más tranquila, donde están la mayoría de las construcciones coloridas de madera. A la “espalda” de esta, se encuentra la playa Sur, la “Beverly Hills” local, frente a la cual se afincaron los yuppies en casas más modernas.

Una de las principales actividades que se pueden realizar en ambas playas es surf, que dependiendo de las condiciones del viento se forman excelentes olas para la práctica de este deporte. Además desde playa Sur se puede emprender una caminata hasta el Faro de Cabo Polonio (con sus 132 escalones), desde donde observar la gran reserva de lobos marinos que allí habita, la inmensidad del océano Atlántico, el archipiélago “Isla de Torres” y el pequeño poblado. Siguiendo por el camino llegarás a la playa de La Calavera.

Otro paseo para realizar desde playa Sur es caminar hacia el suroeste, en dirección a Oceanía del Polonio, bordeando el mar. Una aventura para conectarse con uno mismo, donde solo predomina el ruido del mar y el viento.

Las cabalgatas, en tanto, son una de las actividades más atractivas para quienes quieren disfrutar de la naturaleza. En esta aldea, es aventura y armonía a la vez. Existen cabalgatas para todos los públicos, niños y adultos. (DIB)

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