Después de graves incidentes, Argentina silenció otra vez al Maracaná

Tras una brutal represión que sufrieron los hinchas en la previa, el seleccionado venció 1-0 a Brasil por Eliminatorias.

Por Rodrigo Márquez, de redacción de DIB

Un triunfo de esos que queda en la memoria, que pasa a la historia. De esos que se festejan más que el doble. Por el escenario, por el rival y por todo lo sufrido en la previa. Argentina le ganó 1-0 a Brasil en el Maracaná, por la sexta fecha de las Eliminatorias Sudamericanas, después de que los hinchas sufrieran el ya habitual ataque de la policía local.

Muy mal arrancó la historia para el seleccionado albiceleste. Pero no por lo ocurrido en el campo de juego, sino por lo que aconteció en las tribunas. Allí donde los hinchas fueron atacados primero por la parcialidad local y después, con ferocidad, por la policía que solo atinó a reprimir sin piedad.

Lionel Messi demostró por qué es el capitán y llamó a todos sus compañeros al vestuario, mientras “Dibu” Martínez atajaba palazos. Después iba a tapar unas cuantas pelotas, como en Qatar. De esa turbulencia salieron los campeones del mundo, para volver a silenciar el Maracaná.

Represión policial a los hinchas argentinos, una imagen que se repite. – Télam –

Más luchado que jugado

Después de los palos, llegó el momento del fútbol. Brasil salió con la intención de presionar bien alto y de cortar con falta ante cada avance de Argentina. Lo picado de afuera se trasladó hacia adentro, con mucha pierna fuerte, protestas e interrupciones en el juego.

Desde la disposición, Scaloni planteó un mediocampo más poblado con respecto a la derrota frente a Uruguay en La Bombonera. De Paul y Enzo Fernández por el centro, Lo Celso por la derecha y Mac Allister recostado sobre la izquierda.

En los primeros 20 minutos, se luchó más de lo que se jugó. Sobre todo desde el lado del local, que en apenas un cuarto de hora tuvo dos jugadores amonestados: Gabriel Jesús y Rapinha.

Producto de la asfixiante presión de la “Canarinha” y de sus constantes cortes cuando el ahogo no daba resultado, a Argentina le costó cruzar la mitad de cancha. Solo una proyección de Marcos Acuña tras una buena habilitación de Enzo Fernández para pisar el área rival.

Recién pasados los 25 minutos, Messi pudo entrar en juego. El rosarino recibió en la zona central, de espaldas, se sacó de encima a su marcador y tocó para Mac Allister. El jugador del Liverpool extendió hacia Acuña y este buscó en el área a Lo Celso, que acusó un penal que no existió.

Inmediatamente después de esa acción, el capitán argentino encendió las alarmas: debió dejar la cancha para ser atendido, por una molestia en el aductor derecho. Luego el 10 volvió a ingresar, pero se lo notó con molestias.  

La más clara que tuvo el clásico sudamericano durante el primer tiempo fue un disparo de Martinelli tras un despeje corto de “Dibu”. El arquero marplatense estaba vencido, pero apareció la pierna salvadora de “Cuti” Romero sobre la línea.

Después de la tensión por lo ocurrido en la tribuna en la previa, al partido le sobraron protestas, faltas y pierna fuerte. Le faltó fútbol.

Otamendi, el héroe de la noche. – AFA –

En lo alto

Otra vez lo tuvo Martinelli en el comienzo del complemento, pasados los 10 minutos. Toda la acción la armó Gabriel Jesús, quien se le escapó a “Cuti” Romero y también dejó en el camino a Molina, a pura polenta y velocidad. Pero su compañero en el Arsenal inglés, de cara al arco, no pudo con “Dibu”, que no solo paró los palazos de la policía.

Parecía que Brasil se adueñaba de la iniciativa, del escenario y del partido. Pero Argentina demostró por qué es el actual campeón del mundo y se protegió como mejor sabe: con la pelota al ras del suelo, a puro toque.

Así fue que progresó en la cancha y que ganó un tiro de esquina, a los 18 minutos. Y tras el envío, Otamendi se elevó más que nadie sobre el segundo palo. Quedó suspendido en el cielo de Río de Janeiro. Metió un frentazo que se clavó en el ángulo para el desahogo de todos los argentinos que tan mal la habían pasado en la previa. Ahora, era el turno de disfrutar.

Cerca de la media hora del segundo tiempo, Messi hizo la señal al banco de suplentes y fue reemplazado por Di María. También ingresó Lautaro Martínez, en lugar de un Julián Álvarez que corrió como ninguno.

Pasaron los minutos y el local entró en el terreno de la desesperación. Y la tensión quedó graficada en Joelinton, que había entrado pocos minutos antes y vio la roja por una agresión sobre De Paul, que le metió un poco de show.

El tiempo se consumió y la euforia fue total. Allí donde todo comenzó, se festejó como en Lusail.

El capitán llamó a todos al vestuario. – Télam –

“Veíamos cómo le pegaban a la gente”

Después del partido, todo fue festejo y alegría. Pero Messi no se olvidó de lo que sucedió en la previa. “Veíamos cómo le estaban pegando a la gente, como pasó en la final de la Libertadores (contra los hinchas de Boca). Había jugadores que tenían familias. Estábamos más pendientes de eso que de jugar el partido”, aseguró el capitán. 

El rosarino, en ese momento, llamó a sus compañeros a retirarse al vestuario. “Era la manera de que se tranquilice un poco todo. Veíamos cómo le pegaban a la gente y podía haber pasado una desgracia”, explicó el 10.

Ya con respecto al juego, Messi subrayó: “Este grupo sigue consiguiendo cosas históricas. Es algo muy lindo poder ganar acá, y lo necesitábamos después de la derrota contra Uruguay”.

El goleador de la noche

Nicolás Otamendi se puso el traje de héroe, con un gol que permanecerá en la historia de los argentinos. “Fue hermoso. Le dije a ‘Fideo’ (Di María) que no solamente él hace goles importantes. Recuerdos inolvidables”, dijo el defensor que se elevó tan alto como el Cristo Redentor. 

También habló sobre el bochorno previo al partido. “Da mucha bronca, porque a los únicos que les pegan es a los argentinos. Te da mucha impotencia, nosotros tratábamos de que dejen de pegar”. (DIB) RM GML

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