Massa descarta el efecto Insaurralde y apuesta a la teoría del segundo ganador

En el comando del candidato de Unión por la Patria prevalece un optimismo moderado de cara al 22 de octubre.

Por Andrés Lavaselli, de la agencia DIB.

En el comando de campaña de Sergio Massa campea un moderado optimismo: creen que el affaire Martín Insaurralde no impactó de modo determinante en la campaña bonaerense y confían en llegar al ballotage, en el que se ven compitiendo con Javier Milei ¿Por qué creen que salir segundos en la elección del 22 de octubre es lo que más les conviene?

Massa, se sabe, funciona como una especie de núcleo anímico de su propia campaña: capaz de volver del debate de Santiago del Estero arengando a su equipo a través del equipo de comunicaciones del avión, está convencido de que la corrida contra el peso no se lo llevará puesto (cómo el mismo dijo) si logra detenerla en los niveles actuales.

El ministro de Economía maneja sondeos propios, que no se dan a conocer, que lo ubican en el balotaje. Pero a partir de una doble dinámica de las últimas cuatro semanas: 1) Milei aparece estancando y Bullrich no repunta 2) Hay un circuito de perdida y recuperación de entre los tres que lo termina favoreciendo.

Respecto de lo primero -hay que aclarar que es una medición previa a la denuncia de Alberto Fernández contra Milei por sus declaraciones sobre el dólar- en el massismo acuñaron una frase: “Milei perdió la magia”. Se refieren al efecto negativo que explicaría su estancamiento en las encuestas: las propuestas que en un momento eran disruptivas comenzaron a ser evaluadas como riesgosas por un sector de la población. Ejemplos: la libre venta de armas. “Una madre que escucha eso y piensa lo que puede ser una escuela del Conurbano si se venden pistolas en las ferreterías va a evaluar con mucho cuidado si vota o no a Milei”. En el fondo, de lo que hablan es de una especie de efecto de realidad, versión aggionarda del teorema de Baglini. Si el dirigente radical decía que la radicalidad de las propuestas se modera a medida en relación directa a la posibilidad de acceder al poder, en el caso del votante libertario la atención sobre el contenido concreto de las propuestas puede en una instancia definitoria puede desmotivarlo.

En cuanto al circuito de transferencia de votos, funcionaría así, según el Massimo: Bullrich está perdiendo votos, o más bien transfiriéndolos a Milei, porque su campaña no levanta y por los ruidos en la de Juntos por el Cambio. Incluso por su perfomance en los debates, sobre todo en el primero. Pero a la vez, Milei transfiere votos a Massa. O más bien los devuelve: los electores jóvenes pobres del conurbano, público que habitualmente vota PJ, había migrado a Massa y ahora retornan. ¿La dimensión de este juego? Entre 4 y 4,5% según las mediciones del FR. No es tanto, pero puede ser crucial en una elección reñida en la que la Provincia es clave.

La mesa de arena se completa con la evaluación del escándalo por el yate en Marbella, que sacó de la política a Insaurralde. Adictos a las mediciones, en el massimo lo tienen cuantificado al detalle: “Nos costó, como espacio, 25 puntos”, dicen. Explicación: no es que bajó 25% la intención de voto, sino que casi 7 de cada 10 consultados responsabiliza al dirigente por lo sucedido y no traslada a Kicillof o Massa las culpas.

En ese sentido, hay una observación que se hace que contradice lo que circuló hasta ahora respecto de la capilaridad comunicacional del caso Insaurralde, que es replicado eN loop en programas de chimentos y por eso permea en un público que habitualmente no consume información política. “Dicen que eso no nos conviene y es todo lo contrario: ahí lo conocen desde antes a Martín, lo tienen casi como personaje de la farándula, eso refuerza la tendencia a absorber él el daño sin derramarlo al resto del Unión por la Patria”, argumentan.

Hay que hacer una aclaración: cuando en una oficina que ocupa alguien de trato diario y directo con Massa se habla de esos 4 o 4,5 puntos que circulan entre candidatos, se habla de un efecto nacional, diseminado en todo el territorio. Esa es la base de la confianza en el ingreso al balotaje, que dan por seguro. También tienen, claro, números para la provincia: aunque los guardan bajo siete llaves, deslizan que en este territorio clave, cuya elección se define a una vuelta en poco más de una semana, el ministro está a la cabeza y Kicillof también, aunque algún punto por debajo suyo. Lo mismo que ocurrió en las PASO si se descuenta el voto de extranjeros.

“A nosotros lo que nos conviene es salir segundos por poco”, dicen. Explican que eso tiene que ver con del efecto estratégico del voto. El llamado voto útil: si Massa ganara activaría un voto antikirchnerista que va a las urnas solo para que no gane el peronismo. Los politólogos hablan de sufragio de tercera opción: no votar a Bullrich, que es la candidata “propia” porque sus números hacen pensar en desperdiciar el sufragio pero no hacerlo por Milei porque es visto como un candidato inestable. La cuestión es que cuando Massa aparece como opción, se vuelve a pensar en Milei (tercera opción) para esterilizar a Massa. “Tenemos que hacer como Schiaretti, que dijo antes de las elecciones que votar es una obligación pero que si no iban no pasaba nada”, dicen un poco en broma y otro poco en serio.

La idea sería no hace olas y potenciar el llamado a la Unidad Nacional, que es el mensaje en clave de Massa para el larrretismo y un sector amplio del radicalismo. Ese es su esquema para el balotaje. Contrasta ese discurso con el de Bullrich: “ella deshecha a todo en kirchnerismo por ´chorro´, lo cual da cuenta de que el algún lugar de su inconsciente no se siente en la segunda vuelta: tendría que pedirle el voto a al menos una parte de los que insulta sin distinguir matices si quisiera ganarle a Mieli, pero no lo hace”, se ilusionan. (DIBI) AL

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