El Concejo Deliberante de la ciudad de Azul aprobó un proyecto en el que se les pide a la Legislatura y al Ministerio de Ambiente bonaerenses informes “respecto de los vuelos de aviones de gran porte que se visualizan sobre el Partido de Azul dejando estelas químicas y generando preocupación en la comunidad”. La iniciativa había sido elevada por la concejala Verónica Crisafulli, del Bloque Juntos-GEN Azul a partir de la reunión que mantuvo con grupos de vecinos de Chillar y la misma ciudad de Azul, y generó reacciones de aeroaplicadores, que aseguran que esas estelas no son más que “la condensación de los gases de escape de los motores de aviación” y no presuponen ningún riesgo para el ambiente o la salud humana.
“El proyecto -cuenta Crisafulli a DIB- surge por un grupo de vecinos de Chillar con el que dialogamos una vez que fuimos a sesionar en la localidad en el mes de mayo. Luego también nos reunimos con otro grupo de vecinos de la ciudad de Azul, y ellos manifiestan todas estas preocupaciones respecto a lo que son las estelas”. De hecho, el grupo “nos presentó algo más de 300 firmas entre vecinos de Chillar, Azul, Olavarría y Tandil”.
“El planteo de estos vecinos no tiene que no tiene que ver con la condensación, ni tiene que ver con lo que uno conoce, sino con investigaciones científicas que se han realizado en otros lugares”, agrega la edil azuleña. Y explica: “Desde el Consejo Deliberante escuchamos a los vecinos y solicitamos un pedido de informe a la Provincia de Buenos Aires para que se expida y que dé respuesta, en la medida de sus posibilidades a estos planteos”.
Crisafulli indicó que “sobre todos los temas hay opiniones enfrentadas o completamente diferentes y uno no tiene por qué, como concejales, tomar partida o pararse de un lado. Es nuestra obligación escuchar y elevar para que el organismo competente dé respuesta, se trató solo de eso. Si bien fui yo la primera que escuchó, generó reuniones con todo el Concejo, todos están de acuerdo y de hecho se leyó en sesión porque yo no pude estar presente y salió aprobado por unanimidad”.
La concejala se mostró molesta con el planteo que se hizo en los medios sobre este tema: “Creo que se malinterpretó la cuestión, el Concejo no tomó ninguna posición sobre el asunto, simplemente eleva las inquietudes y pide que los organismos idóneos se expidan al respecto, nada más. Pero se deformó mucho, y hasta se habló del control de vuelos sobre Azul y del espacio aéreo. Nosotros no decimos ‘no queremos aviones en el cielo de Azul’ ni estamos de acuerdo en todo lo que dicen los vecinos, porque no tomamos una posición”.
“El proyecto se eleva estos días al Senado y al Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires. Y después ellos les darán las respuestas que consideren pertinentes a nuestros vecinos. Otra cuestión es que, investigando, vimos que a principios de este año Uruguay presentó un proyecto de ley que tiene que ver con la regulación al respecto por los cambios climáticos. Eso está un poco en sintonía con lo que sostienen estos vecinos”, añadió la edil de Juntos-GEN Azul.
Qué dice el proyecto
El texto del proyecto elevado al Honorable Concejo Deliberante de Azul el 1º de junio se titula “Proyecto de Comunicación” y empieza: Vista la importancia de obtener información respecto de las estelas químicas que dejan aviones en el cielo del Partido de Azul y Distritos aledaños, conocimiento y regulación de la actividad, por parte de las autoridades provinciales especialmente del Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires, y considerando que los ‘Chemtrails’ son largas estelas químicas lanzadas por aviones que se ven cada vez con más frecuencia sobre nuestros cielos; que muchos ciudadanos, no solo en el Distrito de Azul, sino de partidos cercanos, se muestran con gran preocupación inclusive consideran a estos vuelos una práctica ‘extraña’ sospechosa de alterar el clima; que estas estelas químicas son pulverizadas a través de aviones de gran porte, a una altura superior a las que vuelan las clásicas pequeñas avionetas fumigadoras de campos, en efecto son bien distintas y merecen una diferenciación. Que este Concejo Deliberante ha escuchado a vecinos de Chillar y Azul quienes han dado cuenta de sus investigaciones y contactos con ciudadanos de otros lugares del país y otros países”.
Y continúa: “Que según detallan los vecinos en la nota que presentan la que se adjunta al presente Proyecto conjuntamente con fotografías, estos aviones dejan una larga estela, que primero se ve como una línea, que ya a los pocos minutos se va ensanchando y diseminando por el cielo hasta que, en el caso de que sean varias pasadas al día, como casi siempre sucede, dejan un cielo velado, de un gris plúmbeo; que en la nota los vecinos solicitan a este cuerpo elevar la nota adjunta a la comisión de salud del Senado de la Provincia de Buenos Aires y por su intermedio a quien correspondiere, a fin de aclarar interrogantes acerca de la problemática detallada”.
Entonces se propone solicitar “a las Honorables Cámaras de Diputados y Senadores de la Provincia de Buenos Aires eleve a este Concejo Deliberante informe respecto de los vuelos de aviones de gran porte que se visualizan sobre el Partido de Azul dejando estelas químicas y generando preocupación en la comunidad”. Y además “elévase la presente con el respectivo Anexo al Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires como así también a los Concejos Deliberantes Bonaerenses”.
Mientras que la nota adjunta, que tiene cerca de 300 firmas, dice que “hoy día habemos muchos ciudadanos, no solo en el Distrito de Azul, muy preocupados sobre esta práctica ‘extraña’ que no puede no alterar el clima” y que hay “sospechas de que estas estelas químicas producen verdaderas sequias en ciertas zonas, dependiendo del número de pasadas y de la frecuencia de las mismas”.
De allí les surgen preguntas, que son las que piden que sean respondidas por el Ministerio de Ambiente y otros organismos oficiales: “¿De dónde salen estos aviones y si estos aeropuertos están autorizados a permitir este tipo de vuelos “específicos” y si están controlados por algún organismo del sector? ¿Qué sustancias vierten en la atmosfera, con detalle pormenorizado de cada una de ellas? ¿Quién financia y ordena esta actividad? ¿Con qué fin se hace esta actividad en los cielos?”.
La voz del experto
Gustavo Marón es abogado especializado en Derecho Aeronáutico, historiador de la aviación y asesor de organizaciones aeronáuticas nacionales y extranjeras, entre ellas la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas (Fearca). Ante la consulta de DIB por la cuestión de los ‘chemtrails’, explica que “las llamadas “estelas químicas” (o chemtrails por su traducción al idioma inglés) no son otra cosa que la condensación de los gases de escape de los motores de aviación”.
Marón se extiende: “Todo avión se impulsa por motores y todo motor (sea de turbina o de pistón) funciona por la combustión interna resultante de la mezcla del oxígeno exterior con el combustible. El principio aplica a todo motor, incluso a los motores de un auto. No puede haber combustión sin oxígeno y sin combustible, ni puede haber combustión sin la expulsión de los gases resultantes del proceso, lo que también se verifica en un auto”.
Entonces, “la diferencia básica entre el motor de pistón de un avión y el motor de pistón de un auto, es que el motor de avión carece de filtros y de silenciadores para sus gases de escape, lo que explica que los motores de aviación sean tan ruidosos. (El mismo ruido harían los motores de automóviles si los escapes fueran libres, como puede verificarse en las carreras)”.
“En las turbinas de aviación el proceso de combustión no se produce dentro de cilindros que mueven pistones, sino dentro de una cámara de combustión, pero la combustión es la misma, como es idéntica la expulsión de los gases resultantes. Mientras el avión vuele en una masa de aire cuya temperatura sea superior a cero grados, la estela de combustión que va dejando tras de sí no puede verse porque la temperatura circundante impide la condensación. Pero cuando la temperatura exterior disminuye, la estela es inevitable por el fenómeno físico de la condensación”, revela el experto.
De ese modo, “el fenómeno se explica porque la atmósfera no tiene la misma temperatura a diversas altitudes. A medida que el avión sube, la temperatura va disminuyendo en aproximadamente un grado cada 154 metros. Esto significa que cuando un avión alcanza su altura de crucero, el nivel de vuelo más económico y eficiente para sus motores, las estelas de condensación son inevitables debido a que se está moviendo. Por ejemplo, a 10.000 pies (3.048 metros) la temperatura exterior ya es de cinco grados centígrados bajo cero, y a 15.000 pies (4572 metros) es todavía menor, quince grados centígrados bajo cero”.
“De lo expuesto -continúa Marón- se desprende que las estelas de condensación no son ninguna novedad, y existen desde que los aviones cruzaron la isoterma de cero grados centígrados, que es la línea imaginaria que une puntos de igual temperatura, a partir de la cual las temperaturas son negativas. Basta ver fotos o filmaciones de bombarderos norteamericanos en la Segunda Guerra Mundial para advertir que cada uno de ellos deja tras de cuatro estelas blancas… sencillamente porque cada uno cuenta con cuatro motores. Entonces, las estelas de condensación nos vienen acompañando desde hace décadas, y lo seguirán haciendo porque son el resultado de un fenómeno físico tan inevitable como simple de explicar”.
Por qué hoy
El asesor de Fearca se extiende: “Si las estelas de condensación son visibles desde hace décadas, cabe preguntar por qué razón han saltado hoy a la prensa con tanta virulencia. La explicación está en una teoría conspirativa, que no tiene asidero científico alguno, según la cual las estelas de vapor no son de vapor, sino de agentes químicos liberados adrede con fines nefastos (que nunca son revelados al público) tales como el manejo de la radiación solar, la modificación del clima, la manipulación psicológica y hasta el control de la población humana. Dado que carece de todo fundamento científico, la especulación en torno a las estelas químicas es tan grande como grande sea la imaginación de los cultores de estas teorías, al punto que se ha llegado afirmar que las estelas de los aviones “trabajan en conjunto” con la tecnología 5G de los celulares para controlar la mente de las personas”.
“Los conspiracionistas -prosigue- suelen considerar que las estelas que dejan los aviones son una forma de Modificación Climática, y en tal sentido confunden a la población, pues en muchos países existen actividades de Modificación Artificial del Tiempo Atmosférico completamente conocidas, transparentes y llevadas a cabo con fundamento científico. Es, por caso, la ‘siembra de nubes’ con agentes glaciógenos para prevenir la producción de granizo, técnica que se viene desarrollando en Mendoza con generadores terrestres desde 1958, con cohetes desde 1974 y con aviones desde 1997. En todos los casos el principio científico es el mismo: inocular tera-millones de núcleos artificiales de Yoduro de Plata dentro de las nubes del tipo Cumulus nimbus para que el stock de agua superenfriada naturalmente disponible se distribuya entre ellos, precipitando sobre los cultivos pequeños gránulos de hielo (graupel) y no grandes piedras de granizo”.
“De esta forma -continúa el especialista- se protege la producción agrícola y se beneficia a los agricultores que viven precisamente de esa actividad. Cabe aclarar que se utiliza Yoduro de Plata pues su estructura emula a la de los cristales de hielo, por lo que acelera el proceso físico de coalescencia del agua en torno al núcleo artificial. En muchas partes del mundo se utiliza la misma técnica para incrementar lluvias, aunque el producto sembrado no es Yoduro de Plata sino Calcio, Cloruro de Sodio o cualquier otro agente higroscópico. Entonces, y para terminar, las técnicas de Lucha Antigranizo no suponen ningún mal, ninguna contaminación atmosférica, ni perjuicio alguno a la sociedad”.
En cuanto a la duda sobre qué influencia podría tener algún tipo de sustancia diseminada en la atmósfera a la altura de la estratósfera, Marón es categórico: “Ninguna”. Y explica: “Los gases expelidos por los aviones se condensan en la atmósfera, decaen a lo largo de los años y sus micropartículas terminan convertidas en los núcleos de condensación en torno a los cuales se adhiere la humedad de las nubes. Toda gota de lluvia tiene en su interior un núcleo de condensación que bien puede haber sido, en su origen, una micropartícula expelida por la cámara de combustión o el motor de un avión en vuelo”.
“Para terminar, no hay relación alguna entre los aviones (generalmente de líneas aéreas) que vuelan en la estratósfera, dejando tras de sí estelas de condensación, y los aviones agrícolas que realizan aplicación de fitosanitarios prácticamente a nivel del suelo. Podríamos decir que el único punto en común que ambos tienen, es que los dos vuelan por las mismas fuerzas aerodinámicas, pero nada más. La única forma de terminar con estas teorías conspiracionistas, es llevando información clara y precisa a la sociedad, para que no tenga miedo. No hay que subestimar la preocupación de la gente, o su interés en un medio ambiente saludable y sano. Simplemente hay que explicarles, tarea docente que corresponde a cada piloto, a cada profesional y a cada funcionario del medio aeronáutico”, finaliza el especialista.
Ahora queda por verse cómo continúa el pedido de informes en la Legislatura bonaerense y en el Ministerio de Ambiente, y qué respuesta se les da a los vecinos de Azul. (DIB) MM