La leyenda de Christian Madsen, un danés entre perros, libros y la playa de Claromecó

Se dice que llegó nadando a la costa tras arrojarse de un barco que lo llevaba a la Cárcel del Fin del Mundo. Vivió muchos años alejado de la sociedad, pescando, bebiendo y leyendo. Le dedicaron poesías, canciones y hasta una película.

Por Marcelo Metayer, de la Agencia DIB

Todas las ciudades de la costa tienen historias y misterios relacionados con el mar. En Claromecó, una localidad del partido de Tres Arroyos, uno de los relatos más fascinantes es el de un danés que llegó a la playa desde el océano y se quedó allí, donde construyó su casa y lo acompañaban sus perros, libros y su fiel yegua. Se llamaba Christian Madsen, fue uno de los primeros bañeros del lugar y sus hazañas, que incluyeron arrojarse de un barco que lo llevaba a él y a otros anarquistas condenados hacia el penal de Ushuaia, lo convirtieron en una leyenda. Se ha dicho mucho sobre él, se ha escrito mucho -Eduardo Galeano le dedicó “Homenaje al hombre que no conocí”- y hasta se filmó una película relacionada con su historia, llamada “El salto de Christian”.

La vida de Madsen antes de Claromecó es nebulosa e incomprobable, como conviene a una leyenda. Él afirmaba a quien quisiera escucharlo en tardes de bares como las que pasaba en el de Arbasetti, por la calle 26, que cuando había llegado a Buenos Aires desde su Dinamarca natal participó en levantamientos obreros y que en 1921 fue uno de los huelguistas del episodio conocido como la Patagonia Trágica. Y contaba que cuando lo llevaban junto a otros compañeros anarquistas en un barco rumbo a la Cárcel del Fin del Mundo, el temido penal de Ushuaia, saltó al mar helado cuando pasaban cerca de la costa de Claromecó y nadó unos 30 kilómetros hasta la playa.

Otra historia afirma que había llegado a la zona buscando algún conchabo y un chacarero lo contrató en la estación de Orense para trabajar de cocinero. También, dicen, fue “guardaespaldas” de un estanciero.

Un rancho alejado

Lo cierto es que en plena playa, a unos diez kilómetros de Claromecó, y en un pedrero que hoy lleva su nombre, levantó su rancho. Eran los primeros años de la década de 1940.

Comenzó a trabajar en lanchas pesqueras y fue uno de los primeros bañeros del balneario, profesión en la que demostró sus asombrosas capacidades natatorias, que le daban un aire de veracidad a la leyenda del “salto de Christian”.

Madsen, gran nadador, fue uno de los primeros bañeros de Claromecó. (Gentileza La Voz del Pueblo)
Madsen, gran nadador, fue uno de los primeros bañeros de Claromecó. (Gentileza La Voz del Pueblo)

Llamaba la atención su forma de pescar: tenía cuatro rieles amurados en la piedra y unos tablones cruzados, subía con la marea baja y, durante la creciente, le hacía de muelle. Allí pescaba con línea de piolín corvinas que luego vendía en el pueblo. También cazaba liebres: comía su carne y salaba el cuero.

A la tardecita, cuando el Sol se iba hundiendo en el mar, Madsen llegaba a lo de Arbasetti. Se quedaba varias horas charlando con otros parroquianos y generalmente era Lola la que lo llevaba en su carro, seguido por sus galgos, hacia la desembocadura del río Claromecó; él vivía del otro lado, mucho más allá. No existía ningún puente y había que esperar la bajante para pasar. Los galgos tomaban las riendas del carro y ayudaban a la yegua a trasponer el arroyo para luego enfilar hacia el rancho.

Madsen no era hombre de recibir visitas. Los pocos que llegaban allí se asombraban de encontrar a un hombre muy culto, con una vivienda muy humilde pero llena de libros y de revistas extranjeras.

Se viene para Dunamar

En la década de 1950, Ernesto Gesell -hermano de Carlos Gesell, el fundador de la villa homónima- comenzó con sus obras de fijación y forestación en la playa de Dunamar. El ya viejo Christian trabajó en el proyecto y se radicó en esa zona, más cerca de Claromecó. Lo acompañaban en su cabaña, que todavía existe, sus eternos compañeros: los perros, los libros y Lola.

Dejó de pescar con el piolín y empezó a usar una enorme red. Ataba una punta al apero de la yegua y él, arrastrando el otro extremo, se metía entre las rocas para levantar los peces. También comenzó a cazar nutrias en el río, donde a veces se veían entre 20 y 30 trampas artesanales, preparadas por él mismo.

Cayó enfermo en 1964. Lo trasladaron primero al Hospital Pirovano y luego al Asilo de Ancianos de la ruta 228. Recibía muchos cuidados, pero estaba lejos de sus animales y, sobre todo, del mar.

Mientras tanto, a más de 14.000 kilómetros de distancia el cantante Bjørn Tidmand conquistaba Dinamarca con “Sangen om dig” (“La canción sobre ti”), una balada que habla de un amor jubiloso, que “den tænder lys for mit livsmod igen”, es decir, “enciende mi coraje para vivir de nuevo”. El amor de Christian fue ese mar al que saltó desde aquel barco de condenados; privado de su visión, del olor a sal y del rumor de las olas, su vida se apagó ese año.

La muerte solo es física

Cinco años después de la muerte de Madsen, el Club Cazadores erigió frente a lo que fuera su rancho un monolito que lo inmortalizó, en “el salto que lleva su nombre”, como dice la placa. El lugar es visita obligada para los turistas, que abren los ojos grandes cuando aprecian la soledad en la que vivía retirado el danés misterioso.

El monumento erigido en 1969 en el “salto de Christian”. (klaromeko.wordpress.com)
El monumento erigido en 1969 en el “salto de Christian”. (klaromeko.wordpress.com)
La placa para “Don Cristian”. (klaromeko.wordpress.com)
La placa para “Don Cristian”. (klaromeko.wordpress.com)

La localidad lo recuerda con poesías, como “Sueño de pescador”: “En una noche serena, con su murmullo de caracolas, me atrajo el suave rumor que escribe el viento sobre las olas…”. También con la zamba “Canción para Christian”, que interpretaba el grupo local Son: “Te fuiste muy triste del pago querido, a tus ojos ya ciegos el llanto llegó, allá en la ciudad (por Tres Arroyos) termina tu vida, pero aquí en la playa, tu alma quedó”.

Eduardo Galeano escribió “Claromecó, 1976: homenaje a un hombre que no conocí”. En ese texto, incluido en “Días y noches de amor y de guerra” (1978), el poeta uruguayo afirma sobre Christian Madsen que “no sé de él más que lo que se cuenta y lo que me dijo una vez la foto de su rostro huesudo y de dulce mirada, y lo que de él aprendo recorriéndole el camino”.

En 2007 Eduardo Calcagno estrenó “El salto de Christian”, con Moro Anghileri, Ana, Nicolás y Gastón Pauls, Mirta Busnelli, Alicia Zanca y Patricio Contreras. Allí Anghileri es Lucía, una joven que un día recibe una carta de Claromecó que la decide a rastrear en su pasado.

Por supuesto que en el medio de la película están la figura y la leyenda de Christian Madsen, que consiguió en la lejanía de una playa del sur bonaerense la paz que no tuvo entre edificios y empedrados. Y el mar lo terminó convirtiendo en un símbolo de Claromecó. (DIB) MM

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