Cuando Martín Zidar hojeaba una revista de la farándula acostado en el fino y desgastado colchón de la celda, vio la foto de Florencia y se le ocurrió una idea. El “negocio” lo concretaría en alguna de sus salidas transitorias. Lo pensó, lo planeó y finalmente lo ejecutó. Con la ayuda de un socio, apodado “El Tero”, llevó adelante la “pyme”. Para ello, necesitó un auto, una bicicleta, un celular, alquilar una vivienda en el conurbano bonaerense, y no mucho más. Con ello, en pocos días cosechó 750 mil dólares. Mientras Carlos Bilardo volvía a dirigir Estudiantes y Néstor Kirchner y Carlos Menem estaban de campaña en pleno ballotage, el “negocio” finalmente vio la luz. El 29 de abril de 2003 Zidar secuestró a Florencia Macri, hija de Franco y hermana de Mauricio, por entonces aún presidente de Boca Juniors. La tuvo varios días en cautiverio, la liberó sana y salva, y él cayó por llamar a un remís.
Florencia tenía 19 años y cursaba en la Universidad del Cine del barrio de San Telmo. Era amante de la acrobacia y de las habilidades circenses, y en esas páginas que había visto el secuestrador en la revista del corazón lucía su estilo moderno, algo punk, que la diferenciaba de la formalidad del resto de la familia.
Cuando esa tarde salió a la calle, dos hombres la interceptaron y la subieron al asiento de atrás de su Peugeot 206. La zona era recorrida constantemente por efectivos debido a la afluencia turística, por lo que el hecho llamó la atención, y en un primer momento se pensó que el secuestro tenía fuertes vínculos con la Policía.
La llevaron hasta una casa de la localidad de La Reja, cerca de la localidad bonaerense de Moreno. Allí, atada, pasó cinco días y 12 horas. La trataron bien, contó después. En realidad, la trató bien Zidar, ya que para esa altura la curiosa “pyme” lo tenía a él como único integrante. Pese a ello, las hipótesis volaban: desde el autosecuestro hasta una mega banda con gran logística.
Las primeras horas causaron conmoción. Mauricio Macri presidía Boca pero era candidato a jefe de Gobierno porteño. “Sólo les digo que está en juego la vida de mi hermana”, expresó a los medios, y tras suspender la campaña, pidió a la prensa que se mantenga al margen. Casi sin intervención de la Policía, por pedido del secuestrador, su padre, Franco, en ese entonces presidente de Socma, y su otro hermano Gianfranco se encargaron de las negociaciones. El primer llamado: 1,5 millones de dólares.
Amenazas y resolución
La jueza María Servini de Cubría, a cargo del juzgado federal de turno, intervino de oficio, y por eso efectivos de la Policía Federal, de la Bonaerense y agentes de la SIDE se lanzaron a la búsqueda de la joven. Sin embargo, el malhechor se movía muy bien, usaba un teléfono celular y para dejar algún mensaje escrito se desplazaba en tren, colectivo e, inclusive, bicicleta. “El bisturí corta bien. Te pedimos bajo perfil”, escribió en uno de esos mensajes extorsivos. Pero nunca le hizo nada a Florencia.
Las negociaciones llegaron a buen puerto. Los Macri lograron bajar un 50% las pretensiones de Zidar y por la liberación de la joven se pagó 750 mil dólares. El 5 de mayo, Gianfranco siguió las instrucciones que le daban a su celular. Las órdenes lo llevaron a un descampado al lado del Club Hípico de Hurlingham, donde tiró por la ventanilla de su auto la bolsa con el dinero. La Policía siguió los movimientos de cerca pero, según explicó el comisario a cargo de la investigación, no pudo atrapar al delincuente por la oscuridad de la zona.
Florencia fue liberada más tarde cerca de una remisería en Moreno, a pocas cuadras donde una semana anterior aparecieron ilesos otras dos personas que también habían sido secuestradas. Eran tiempos donde este delito era moneda corriente. Ese 2003 terminó con más de 400 denuncias.
Diez días después de su liberación, cayó Zidar. Su plan, en realidad, comenzó a desmoronarse antes de ese 5 de mayo. Al tener un problema con su celular, continuó con las negociaciones desde un teléfono fijo. Como era de esperar, cuando la División Antisecuestros de la Policía Federal lo detectó, decidió intervenirlo. Ya con Florencia junto a su familia, el malhechor fue hasta el teléfono a pedir un remís. Lo estaban esperando y lo atraparon.
Ante la Justicia, dio la dirección de la casa de Moreno en la que estuvo raptada la hija de Franco Macri y, agregó, que en un pozo había enterrado la plata. Los efectivos encontraron un pasamontaña que se ponía para estar frente a la joven, un chaleco antibalas, una pistola nueve milímetros y balas. ¿El botín? No apareció ni allí (según la Policía) ni en ningún lado. Es uno de los misterios sin resolver.
Durante el juicio que se llevó a cabo en 2004, Zidar reveló que solo contó con ayuda de “El Tero” para “levantar” a Florencia a la salida de la Facultad. Pero lo desligó del plan. Ella, en tanto, sólo pudo reconocer un pantalón de jogging y un par de zapatillas de quien la había mantenido cautiva. La colaboración de otras personas fue otro de los misterios del caso.
Martín Zidar fue condenado en 2004 a 11 años de prisión por el hecho. A esa pena se le agregó una más de cinco años por una causa de 1999 sobre robo con armas y por la cual se le había concedido libertad condicional. Antes de la lectura de la sentencia, el hombre pidió perdón a la familia Macri, a la suya, a su novia y a la Justicia. Pero de la plata y de otros cómplices, no dijo nada. (DIB) FD