Panorama político bonaerese: Entre un intento de reacción y un lanzamiento

La Plata, jul 29 (Por Andrés Lavaselli, de la redacción de DIB).-
Tras varias semanas a la defensiva por el impacto sucesivo de la crisis
financiera y el escándalo de los aportantes falsos, el oficialismo bonaerense
se dispone a lanzar una ofensiva en busca de retomar cierto control de la
agenda política que sintomáticamente tiene al ordenamiento “interno” como una
de sus prioridades, mientras que la activación que en paralelo operará el
kirchnerismo acapara la atención en la oposición.

Aunque aseguran que el gobierno nacional tiene en su poder
una encuesta que relativiza el impacto de caso de los aportantes en la
valoración de la figura de María Eugenia Vidal -en línea con la idea de que es
un tema de “círculo rojo” y que lo que en realidad preocupa al ciudadano de a
pie es la situación económica-, en su entorno decidieron actuar como si eso no
fuera cierto, o como si no terminaran de creerlo del todo. 

Por eso, pusieron en marcha un operativo político diseñado para
preservar a la gobernadora, que más o menos afectada sigue siendo el principal
activo electoral de Cambiemos y la dirigente con mejor imagen del país. Algo de
ese esquema ya se vio: habrá un renovado cuestionamiento al peronismo, a sus
prácticas y al resultado de sus gestiones, presentadas como el origen de varios
déficits contra los que lucha Vidal.

Hasta ahí, nada que llame la atención: es el oficialismo
apuntando a la oposición más poderosa, con un discurso que, aunque más enfático
tal vez, en el fondo es el mismo que viene ensayando desde que asumió. Un
“toque” actual será la utilización de los concejos para desplegar una parte de
ese discurso en forma de acciones coordinadas, al modo en que lo hace el
peronismo para agitar cuestiones como los problemas con el empleo.

Pero la novedad políticamente significativa es que una parte
intensa del “contragolpe” que intentará Cambiemos se enfocará en la “tropa
propia”, los intendentes, diputados, senadores y, no menos importante, ediles
oficialistas de toda la provincia. 
“Vamos a exigir sacrificio y compromiso explícito con la gobernadora,
vamos a recordarles que siempre supimos que iba a ser difícil”, dicen.

La explicación de ese énfasis está, en parte, en la lectura
que en el entorno de Vidal hacen del origen y, sobre todo, del desarrollo el
affaire del financiamiento de la campaña. 
En ese plano, atribuyen un rol importante a las denuncias de excambiemos
desahuciados, de ligazón histórica con el peronismo.

Uno es Osvaldo Marasco, en 2015 candidato de Cambiemos a la
intendencia de Ituzaingó y ahora denunciante del oficialismo.  Vidal le reclamó la semana pasada al alcalde
de aquel distrito, Alberto Descalzo, por el comportamiento de Marasco, cuyo
accionar siempre fue motivo de conversación con el macrismo del conurbano. Otro
caso es el de concejal Daniel García, ligado a Jorge Ferraresi, el ultra
kirchnerista alcalde de Avellaneda. El vecinalista aliado Carlos Arroyo, que
gobierna Mar del Plata, es otro apuntado.

Hay decenas de casos similares, pero aquellos tres tienen
una particularidad. Más allá de las motivaciones de Marasco, García y Arroyo,
sus nombres formaron parte de cierto aire conspirativo que atravesó al
oficialismo durante toda la semana, donde los reproches cruzados por el
financiamiento de 2017 y de las candidaturas de 2015 están a la orden del día.
Pero en ese plano, la comidilla interna fueron las palabras que la periodista
Laura Di Marco puso en boca de Vidal en una nota que firmó el jueves en el
diario La Nación. “No tengo ninguna una off shore”, dice Di Marco que dijo
Vidal. Nadie, hasta ahora, la desdijo. Apenas, en voz baja, circularon ciertas
precisiones desde su entorno: el enojo que exhudan esas palabras apuntaría no
al máximo nivel, sino cerca, pero al menos un escalón por debajo.

 

El lanzamiento

Mientras, en el peronismo las miradas están puestas en el
“encuentro militante” que Máximo Kirchner encabezará en Ensenada el 11 de
agosto. La cita será, dicen, un hito que marcará el arranque del tiempo
electoral para ese sector, que prolongará hasta último momento una incógnita
central: la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner.

En la provincia, la sola posibilidad de esa postulación
parece ser un principio de ordenamiento opositor, cuyos principales actores son
los intendentes del Conurbano. Aunque para ellos ya estaba claro, los motivos
se los refrescó la propia CFK a un grupo de ellos, en una reunión en el
Instituto Patria. Cuentan que los escuchó elucubrar unos cuarenta minutos sobre
alquimias electorales. Al final, un colaborador le entregó a cada uno un
dossier con encuestas. Fin del análisis: en todas, mide en sus distritos al
menos 45 puntos.

De hecho, los alcaldes ya miran otro escenario. En la
Provincia, dicen, con una sola oferta peronista y CFK agregando unos cinco
puntos a su nivel actual, podría recuperarse la gobernación. Reconocen que no
es para nada fácil lograr ese plus, pero recuerdan que en la constitución
bonaerense no figuran los ballotages. Y que el peronismo federal, aquí no tiene
por ahora mucho que ofrecer. Sergio Massa, especulan, tendría que aceptar una
postulación a gobernador y sacar no menos de 11 puntos para entorpecer.
Improbable, razonan.

Tal vez por eso, los intendentes elevaron en la semana su
nivel de enfrentamiento con Vidal, con la cuestión de los aportes como
leimotiv. En espejo, en Cambiemos también comienzan a analizar seriamente un
escenario de ese tipo. Por ahora, observan una paradoja: si a Macri le conviene
una polarización con CFK a nivel nacional, esa concentración opositora podría
estar contraindicada en Provincia. (DIB)