Especialistas de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) hicieron hincapié en los factores de riesgo cardiovasculares no convencionales, entre los cuales se encuentran la polución ambiental, la ansiedad y la depresión. Estos y otros factores se denominan no convencionales porque, si bien la evidencia demostró que impactan en la salud cardiovascular, no suelen incluirse en las evaluaciones tradicionales de riesgo.
En este mismo grupo se encuentran otros factores de riesgo definidos por condiciones únicas de la mujer, como una primera menstruación precoz o los cambios hormonales en la transición hacia la menopausia.
Este es uno de los temas del 50° Congreso Argentino de Cardiología (SAC 2024) que se está realizando del 16 al 18 de octubre en el Predio Ferial La Rural de Buenos Aires, con unos 14 mil participantes. Este congreso es considerado el encuentro científico de habla hispana más importante en la especialidad de cardiología.
“Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en el mundo y también en la Argentina. Además de los factores de riesgo convencionales como el tabaquismo, el colesterol elevado, la hipertensión, el sedentarismo, la obesidad o la diabetes, entre muchos otros, en los últimos años, la polución del aire surgió como un factor de riesgo emergente y, actualmente, se lo considera el cuarto mayor factor de riesgo cardiovascular, superando al tabaquismo, la obesidad, el sedentarismo y la ingesta de alcohol”, dijo César Berenstein, Médico Cardiólogo Universitario, Director del Consejo de Cardioecología y Hábitos Saludables de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a las enfermedades cardiovasculares (ECV) como los trastornos del corazón y de los vasos sanguíneos de todo el cuerpo. Se incluyen en este grupo a las enfermedades coronarias, cerebrovasculares y cardíacas reumáticas, entre otras. De acuerdo a la OMS, las ECV son la principal causa de muerte a nivel mundial, con unas 17,9 millones de defunciones cada año.
“Más de cuatro de cada cinco muertes por ECV se deben a ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, y un tercio de estas muertes ocurren prematuramente en personas menores de 70 años”, afirma el organismo internacional.
En Argentina, las cifras oficiales indican que las enfermedades del corazón y las cerebrovasculares constituyen la principal causa de defunción definidas, por sobre los tumores malignos, la neumonía e influenza y el Covid-19.
“Desde hace varias décadas, se conocen los factores de riesgo cardiovascular convencionales como la hipertensión arterial, los trastornos de colesterol o los antecedentes familiares. Sin embargo, existen situaciones que no son abordadas en la mayoría de los puntajes de riesgo tradicionales, pero sí han sido respaldados por la evidencia científica por su impacto en la salud cardiovascular”, sostuvo la Dra. Alejandra Ávalos Oddi, médica cardióloga, asesora y ex directora del Consejo de Aspectos Psicosociales de la SAC, miembro del Área Corazón y Mujer de la SAC y de la Fundación Cardiológica Argentina.
En las mujeres
Entre los factores de riesgo no convencionales, Ávalos Oddi destacó aquellos “definidos por condiciones únicas de la mujer”, como una primera menstruación precoz, el uso de anticonceptivos, realizar una terapia hormonal y los cambios de la transición a la menopausia.
En este grupo, mencionó también las complicaciones del embarazo, como los trastornos hipertensivos, la diabetes gestacional, el parto prematuro o los abortos recurrentes. Por otro lado, enumeró algunos “factores psicosociales de riesgo que, si bien son compartidos por ambos sexos, son más prevalentes en la mujer: como la violencia de género, la depresión, el estrés, la angustia, la ansiedad, el aislamiento, el agotamiento vital y la soledad”.
Según la Federación Mundial del Corazón, las ECV causan cada año el 35 por ciento de las muertes en mujeres a nivel global, superando al cáncer. Sin embargo, las ECV en mujeres son poco estudiadas, reconocidas, diagnosticadas y tratadas, debido principalmente a la opinión generalizada de que estas enfermedades afectan más a los hombres.
Contaminación ambiental
Berenstein, por su parte, hizo hincapié en la contaminación ambiental como factor de riesgo cardiovascular no convencional o emergente: “prácticamente, todos los órganos pueden verse afectados, pero la enfermedad cardiovascular es una de las principales causas de muerte y enfermedad atribuibles a la polución del aire”.
El especialista clasificó a la polución del aire en puertas afuera y puertas adentro. La primera es quizás la más conocida y es generada tanto por la acción humana -tránsito vehicular, actividad industrial y quemas agrícolas- como por fuentes naturales -incendios forestales, actividad volcánica y polvo suspendido en el aire-.
Mientras que la principal causa de la polución del aire puertas adentro o intradomiciliaria, es el uso de biomasa (leña y carbón principalmente) para calefaccionar y cocinar, que aún hoy en día tiene uso extendido en áreas rurales y en los grupos más humildes de la población. Otras formas de contaminación en el hogar tienen que ver con el tabaquismo en lugares cerrados, la quema de repelentes para insectos, sahumerios o velas, ciertos tipos de agentes de limpieza, fragancias, barnices, solventes y pinturas, algunos de cuyos componentes tienen efectos desfavorables para la salud.
“La cadena de reacciones cardiovasculares nocivas para la salud producidas por la polución ambiental comienza con su ingreso a las vías respiratorias, donde inicia una serie de alteraciones que van a repercutir posteriormente en el sistema cardiovascular. Las personas expuestas a la polución del aire pueden estar predispuestas a eventos isquémicos coronarios y accidente cerebrovascular, tal como se ha comprobado en múltiples estudios, así como el aumento de la prevalencia de insuficiencia cardíaca, las arritmias y otros eventos trombóticos”, consignó Berenstein., quien también es miembro del Grupo de Expertos en Polución del Aire y cambio Climático de la Federación Mundial del Corazón.
De acuerdo a la OMS, casi toda la población mundial -el 99%- respira aire con altos niveles de contaminantes, siendo los países de ingresos bajos y medianos los más expuestos. El organismo también hace hincapié en la estrecha vinculación entre la polución del aire y el cambio climático.
Sobre este punto, Berenstein aseguró que “el aumento de las marcas térmicas en presencia del aire contaminado actúa en forma sinérgica favoreciendo la enfermedad cardiovascular. Las temperaturas extremas han sido asociadas a disfunción endotelial e inflamación sistémica. Adicionalmente, debido a temperaturas muy elevadas, puede sobrevenir deshidratación con aumento de la viscosidad de la sangre y esto podría tener algún papel como causa de eventos trombóticos”. (DIB)