Quién fue Irene Bernasconi, la bióloga marina pionera en la investigación científica en la Antártida

Nació en La Plata en 1896. En 1968, con 72 años, se convirtió en la primera mujer en liderar una expedición junto a otras colegas al continente más austral de la Tierra para estudiar moluscos e invertebrados marinos. Hoy, por su enorme contribución en la materia, tiene discípulos en todo el mundo.

Irene Bernasconi, la tercera en la fila en la Antártida, en 1968.

Irene Bernasconi nació lejos del mar, en La Plata, en 1968, pero el universo subacuático la apasionó desde temprana edad. En 1968, cuando tenía 72 años, llegó el momento para el que se había preparado toda su vida: lideró el grupo de las primeras mujeres en realizar una expedición a la Antártida, el continente más austral de la Tierra, para estudiar moluscos e invertebrados marinos. Su contribución científica fue enorme y hoy tiene discípulos en todo el mundo, además de haber allanado el camino para muchas mujeres que se dedican a la investigación.

Pese a ser una personalidad de renombre en la biología marina, su historia comenzó a popularizarse más allá de la ciencia dos años atrás cuando fue homenajeada por Google: los internautas que el 7 de noviembre de 2022 ingresaron al buscador en internet, se encontraron con la figura de una mujer canosa, que sostiene una tabla para hacer anotaciones, rodeada de estrellas de mar. Era Irene Bernasconi y la fecha elegida era justamente la del comienzo de aquella expedición.

Pero antes de aquel viaje que quedó en la historia, Irene se formó como profesora de Ciencias Naturales, título que obtuvo en 1918, y aunque se dedicó a la docencia como profesora de enseñanza secundaria y superior, a principios de los años 20 empezó a trabajar también en el Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN), donde realizó tareas de investigación en la sección de moluscos e invertebrados marinos.

La apasionaban sobre todo las estrellas de mar, aunque también estudiaba los erizos de mar, representantes ambos de los equinodermos. Estos invertebrados comparten una característica única en el reino animal: tienen una simetría pentarradial, es decir que son simétricos pero no a partir de un único eje central que los divide en dos partes iguales, sino a partir de cinco ejes con la boca como el punto central.

Irene Bernasconi, pionera en biología marina, sentada y acompañada por sus colegas.

En 1925 publicó su primer trabajo científico con base en las muestras obtenidas durante una expedición a Tierra del Fuego. Luego, en la década de los 30, ya se contaba como adscrita del Laboratorio de Equinodermos del Museo. Durante ese tiempo realizó diversos viajes a museos del extranjero. Estuvo en Sao Paulo, Nueva York, Londres y París.

En 1958, con la creación del Conicet le fue otorgada una beca de perfeccionamiento y en 1962 pasó a ser investigadora. Seis años después viajó a la Antártida, el mayor hito de carrera tras una vida dedicada a la biología marina.

“Las cuatro de Melchior”

Argentina fue pionera en la investigación científica en las islas del Atlántico Sur y la Antártida, donde envió sus primeras expediciones en 1923 y 1926, pero siempre realizadas y lideradas por hombres. Hasta que en 1968 la dirección del Museo Argentino de Ciencias Naturales convocó por primera vez a cuatro científicas para una nueva expedición encargada de estudiar la biodiversidad en la Antártida.

Además, de Irene Bernasconi estaban María Adela Caría, Elena Dolores Martínez Fontes y Carmen Pujals, quienes al momento de viajar tenían todas más de 50 años. “Fueron ‘Las cuatro de Melchior’ las que allanaron el camino para que muchas otras científicas puedan trabajar hoy ahí. Tanto ellas como nosotras trabajamos en el Museo, y nos parece muy importante rescatar su figura”, asegura la científica Laura de Cabo en una publicación del Conicet que recuerda aquel hito. De Cabo es investigadora y vicedirectora del Museo Argentino de Ciencias Naturales.

Además, de Irene Bernasconi estaban María Adela Caría, Elena Dolores Martínez Fontes y Carmen Pujals.

María Adela era bacterióloga, Dolores era especialista en invertebrados marinos y Carmen ficóloga, es decir, estudiosa de las algas. Las apodaron “Las cuatro de Melchior”, por el nombre que llevaba la base antártica donde se alojaron durante dos meses y medio.

Según cuentan en el Conicet, el equipo científico viajó a bordo del buque carguero ARA Bahía Aguirre de la Marina de Guerra. Zarparon de la ciudad de Buenos Aires y luego de cruzar el Pasaje de Drake, el buque arribó al Destacamento Naval Melchior el 19 de noviembre de 1968. “Allí, cubiertas de nieve, vivieron durante los dos meses y medio que permanecieron en la Antártida, para realizar trabajos de recolección de biota antártica, es decir, flora y fauna del lugar”, señala el texto.

De acuerdo al sitio Mujeres con ciencia, durante la expedición se montaron cinco laboratorios móviles y se crearon nuevos instrumentos y herramientas específicos para aquella investigación. En ese tiempo Bernasconi, y sus compañeras recolectaron un gran muestrario de especímenes habitantes del ecosistema antártico, entre ellos más de 2000 equinodermos, lo que permitió describir una nueva familia desconocida hasta entonces para esa región.

Para la toma de muestras además, las científicas se sumergieron con equipos de buceo en aguas heladas a grandes profundidades y por periodos de tiempo que hasta alcanzaron la media hora, estableciendo un nuevo récord para la época. El 2 de febrero de 1969 regresaron a la Argentina.

En octubre de 1969, las científicas recibieron una medalla recordatoria y un homenaje de la Embajada de Mujeres de América. Y en 2018, al cumplirse 50 años de su expedición, cuatro puntos geográficos de la Antártida recibieron sus nombres.

Irene Bernasconi falleció en 1989, a los 92 años, tras dedicar su vida entera a la ciencia. Hoy, su contribución para el conocimiento de los equinodermos es material de consulta en todo el mundo. (DIB)

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