Referentes de la Iglesia Católica realizaron un encuentro en Quilmes que apuntó a la necesidad de la integración de los barrios populares desde la puesta en acción de políticas de Estado concretas, para combatir el avance del narcotráfico como salida para los más jóvenes.
Con la participación de diversos actores de la vida social y política del país, el objetivo de la reunión “Estado o narcotráfico: valor de la integración socio urbana en los barrios populares” fue pensar el presente y futuro de los barrios populares, ante el avance del comercio ilegal de drogas. En esta dirección, se hizo centro en la necesidad de la presencia inteligente del Estado, los consensos, el diálogo entre personas de diferentes sectores y el protagonismo de la comunidad.
En la amplia y heterogénea mesa que se conformó, los oradores fueron: monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina; monseñor Carlos Tissera, obispo de Quilmes y presidente de Cáritas Argentina; monseñor Gustavo Carrara, obispo auxiliar de Buenos Aires y vicepresidente de Cáritas Argentina; Mario Quintana, exsecretario de Coordinación Interministerial de la Jefatura de Gabinete de Ministros de Mauricio Macri; Sebastián Welisiejko, exsecretario de Integración Socio Urbana de la Nación también de la gestión de Macri; Fernanda Miño, exsecretaria de Integración Socio Urbana de la Nación en 2020 y cercana a Juan Grabois; y Juan Maquieyra, director ejecutivo de TECHO.
Los disertantes dialogaron desde su perspectiva sobre la importancia de contar con políticas públicas que nazcan del consenso para avanzar en la integración socio urbana de los más de 6.467 barrios populares en donde viven alrededor de 7 millones de personas.
Estado presente, consensos y encuentros
Monseñor Tissera dio la bienvenida a los presentes con una cita al Santo Cura Brochero. “Lamentablemente, después de tanto tiempo, desde el conurbano profundo seguimos diciendo ‘acá lo que abunda es la necesidad’. Por eso convocamos a todas las personas de buen corazón a trabajar en este sentido. A mirar donde está la necesidad. En ese sentido, todos los proyectos son bienvenidos”, remarcó.
Romina Segovia, referente del Centro Comunitario San Francisco de Asís, espacio en el que se llevó adelante la reunión, remarcó: “Acá trabajamos pensando en cosas concretas, el centro comunitario o la droga. Recibimos a los jóvenes porque creemos que eso es lo que hay que hacer. Vivimos momentos de extrema necesidad. Acá la mano de obra fue gestionada por los vecinos, con procesos de formación en oficio para todos los vecinos del barrio”.
Monseñor Ojea, por su parte, hizo hincapié en lo que significa el concepto de integración. “En el año 2016, me encontré con Mario Quintana, que era vicejefe de gabinete en ese momento, que me propuso que nos juntemos con las organizaciones sociales y la organización Techo. Quería que Cáritas participe de ese encuentro. Ese proceso duró dos años, donde estábamos sentados a la mesa personas que teníamos visiones diferentes. Se partió del concepto de integración, diferenciándolo del de separación. Ir a la integración significa asfalto, construir una habitación para no vivir hacinados”, enfatizó, y remarcó la importancia de la presencia del Estado: “Es imperioso, cuidando todos los mecanismos que hacen a la transparencia, que el Estado se encuentre en nuestros barrios. De lo contrario, nos entregamos al narcotráfico. Hacemos un llamado a todos para trabajar para que no se de en la Argentina lo que ya se dio en otros lugares en América Latina”.
Asimismo, Welisiejko, destacó la palabra encuentro para pensar acciones concretas. “Me quedo con la palabra encuentro. Sin encuentro no había nada… Lo más importante era que fue un encuentro de hacedores. Y de ese encuentro salió una política pública. La desintegración urbana es la manifestación de la desigualdad“.
A su vez, Quintana, fue más crítico con la gestión del gobierno de Javier Milei. “Nos importa que no haya inflación, nos importa que no haya déficit fiscal. Ahora, nos importan también estos problemas. Y no se soluciona sacando los recursos a los que menos tienen. Tenemos que hacer la integración urbana porque es una de las decisiones más inteligentes”, deslizó, y propuso: “Hay que corregir errores sin demonizar, porque lo que está en juego es el sufrimiento de muchos hermanos. Lo que está en juego es el avance del narcotráfico. Mi llamamiento es a un abrazo, a ser serios en palear el sufrimiento humano. Tenemos que dejar la desconfianza de lado y llamar al abrazo entre hermanos”.
Miño también describió las problemáticas que viven con la actual gestión los barrios populares ante la retirada del Estado. “Hoy que no está esa política (de integración sociourbana), lo que no podemos frenar es el avance del narcotráfico. Las personas que quedan sin trabajo quedan a merced de estas organizaciones. Eso es lo que logra la retracción del Estado. Hoy los barrios están en la desesperación de qué van a tener para comer. Pedimos que vuelva esta política en donde no hacíamos diferenciación de partidos ni de ideas para resolver los problemas de los vecinos y vecinas de nuestros barrios”.
“Generar otra vez ese consenso (que se generó con las políticas de integración sociourbana). Hay que tender puentes y generar el encuentro hasta que duela. Eso es lo que pasó cuando esto nació y lo tenemos que volver a hacer ahora. El camino tiene que ver con el encuentro, con lo aprendido al animarnos a sentarnos con el que piensa distinto, creo que es posible animarse a esta patriada”, precisó Maquieyra.
En tanto, Monseñor Carrara reflexionó sobre la posibilidad de plantear un diálogo entre la macroeconomía con las ideas concretas de un barrio popular. “Cuando hablábamos de integración, queríamos decir que los vecinos de los barrios populares no sólo dan qué pensar, sino que piensan, no solo dan qué sentir, sino que sienten, y no solo padecen las injusticias, sino que generan soluciones para resolverlas. Ellos tienen que estar sentados en la mesa de las decisiones. Cómo quieren vivir, qué es lo que anhelan. Me parece luminosa esa idea de hacer dialogar la macroeconomía con las ideas concretas de un barrio popular. Hay que buscar caminos alternativos para hacerla dialogar. Porque hay urgencias, y es claro que no se puede recortar por los más pobres. Eso, desde el punto de vista cristiano, es un pecado. Una presencia inteligente y necesaria del Estado porque si no el narcotráfico va avanzando y mata personas en concreto, hipoteca la vida de niños y adolescentes”.
De acuerdo a un comunicado de la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA), en la conferencia también estuvieron Marcelo Julián Margni, obispo de Avellaneda-Lanús; Eduardo Gonzalo Redondo, obispo auxiliar de Quilmes; monseñor Juan Carlos Romanín SDB, obispo emérito de Río Gallegos; sacerdotes que viven y trabajan en las villas y María Migliore, exministra de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad de Buenos Aires durante la gestión de Horacio Rodríguez Larreta. (DIB) ACR