El papa Francisco pidió por “un mecanismo multinacional” para ayudar a los países endeudados y consideró que “ningún gobierno puede exigir moralmente a su pueblo que sufra privaciones incompatibles con la dignidad humana”, en medio de los fuertes ajustes que sufre la Argentina.
El máximo pontificie brindó una conferencia en el Vaticano ante economistas, autoridades de distintos países, directivos de organismos internacionales, eclesiásticos y académicos. Allí estuvieron presentes los argentinos Martín Guzmán, exministro de Economía; Guido Sandleris, expresidente del Banco Central; y Gustavo Beliz, exsecretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia.
El Papa dijo que “a los pueblos no les sirve cualquier forma de financiación, sino aquella que implica una responsabilidad compartida entre quien la recibe y quien la otorga”. “El beneficio que ésta pueda aportar a una sociedad depende de sus condiciones, de cómo se use y de los marcos en los que se resuelvan las crisis de las deudas que puedan producirse”, advirtió.
Asimismo, señaló que “después de una globalización mal administrada, después de la pandemia y de las guerras, nos encontramos frente a una crisis de deudas que afectan principalmente a los países del sur del mundo, generando miseria y angustia” y sostuvo que “ningún gobierno puede exigir moralmente a su pueblo que sufra privaciones incompatibles con la dignidad humana”.
Francisco pidió por la “creación de un mecanismo multinacional, basado en la solidaridad y la armonía de los pueblos” para solucionar los conflictos de deuda. “La ausencia de este mecanismo favorece el ‘sálvese quien pueda’, donde pierden siempre los más débiles”, aseguró.
Además, recordó que “en el Jubileo del año 2000, san Juan Pablo II consideraba que el tema de la deuda externa ‘no es sólo de índole económica, sino que afecta a los principios éticos fundamentales y es preciso que encuentre espacio en el derecho internacional’” y que reconocía que ‘el jubileo puede constituir una ocasión propicia para gestos de buena voluntad […], de condonar las deudas, o al menos reducirlas, […] en función del bien común’”
“Quisiera hacerme eco de este llamado profético, hoy más urgente que nunca, teniendo presente que la deuda ecológica y la deuda externa son dos caras de una misma moneda que hipoteca el futuro. Por eso, queridos amigos, el Año Santo de 2025 al que nos encaminamos nos llama a abrir la mente y el corazón para ser capaces de desatar los nudos de esos lazos que estrangulan el presente, sin olvidar que somos sólo custodios y administradores, y no patrones”, agregó. (DIB) MT