Panorama político bonaerense: Macri y Bullrich rompen, ¿Kicillof y Kirchner pueden arreglar?

Los efectos en la provincia de la batalla entre el Expresidente y la ministra de Seguridad. Los gestos de la UCR a Kicillof. La pelea del Gobernador y La Cámpora: intentos de recomponer entre desconfianzas y operaciones,

Macri, Milei y Bullrich, en un encuentro del fines de 2023. (Archivo)

Por Andrés Lavaselli

La ruptura de relaciones entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich, que se operó a través de sus delegados bonaerenses, es la primera batalla importante de la guerra por delinear el contorno electoral de la derecha en 2025 y, al mismo tiempo, un motivo de expectativa para Axel Kicillof, que cree que se abre un campo más propicio para reactivar su intento de acercarse a sectores de la UCR. Mientras, el Gobernador y Máximo Kirchner intentan un acercamiento trabajoso y plagado de desconfianzas, marcado por la guerra sin cuartel de sus “coroneles”.

Macri y Bullrich están enfrascados en una disputa por el control de los tiempos, la profundidad y la interlocución de la relación con Javier Milei. El Expresidente quiere demorar cualquier negociación porque cree que ahora el Presidente está fortalecido y que más adelante le será más fácil a él llevar las riendas de un diálogo. Pero la Ministra busca acelerar una fusión que incluya la unificación de la oferta electoral para el año próximo, aun a costa de resignar los lugares expectantes en las listas y llevar al PRO al borde de la difuminación como espacio diferenciado.

El vaciamiento del Consejo partidario bonaerense ordenado por Macri y ejecutado por los intendentes que le responden fue el episodio más extremo hasta ahora de esa lucha. La jugada buscar forzar la salida anticipada de la presidencia de la bullrichista Daniela Reich (esposa de Diego Valenzuela, el intendente más cercano a Milei) para colocar en su lugar al diputado Cristian Ritondo. La provincia es el teatro de operaciones de una guerra que excede su territorio, pero que comienza a jugarse dentro de sus límites y con sus dirigentes como piezas del ajedrez.

Es claro que la oferta electoral 2025 (unificada entre LLA y PRO o no, con interna, con candidatos intercalados en algún orden) es uno de los capítulos de esa pelea, pero hasta que eso se defina habrá mil más. El lunes, por caso, el bullrichismo, con su jefa incluida, se reúne (definían si presencial o vía zoom) para acordar la respuesta a esta primera estocada: “no descartamos nada”, dijo a DIB uno de sus dirigentes. Eso implica la posibilidad de una ruptura de bloques legislativos en la Provincia (LLA presiona hace rato, como se contó acá) y la aceptación o no de un llamado a elecciones partidarias

En Casa de Gobierno platense miran otro costado de aquella pelea: creen que Macri y Bullrich representan apenas variantes del modo en que finalmente terminarán en un acuerdo con Milei, entonces al menos un sector del radicalismo quedará “vacante” porque para ellos La Libertad Avanza es un límite. Kicillof viene de proponer un acuerdo electoral a los intendentes de ese partido (ya lo había hecho en 2023) y ahora cree que pueden abrirse espacios para renovar ese intento de acercamiento.

Casualidad o no, en la Legislatura podría haber un “gesto” del radicalismo al Gobernador, a raíz de al menos uno de los proyectos de ley que impulsa el ministro de Salud, Nicolás Kreplak, que podría recibir respaldo de esa fuerza si se terminan de limar algunos puntos del articulado y los intendentes son convocados a una mesa de diálogo. Se trata de la creación de una empresa de emergencias pública y de un laboratorio público que potencia la producción estatal de medicamentos.

¿Habrá que anotar en ese contexto los contactos que viene manteniendo Facundo Manes con Jorge Ferraresi, el intendente de Avellaneda, que milita a Kicillof? Ese distrito que podría ser sede en breve de un encuentro del sector del neurocientífico. Manes está decidido a “jugar” en 2025  y hasta ahora las conversaciones con el alcalde peronista no tiene traducción concreta, pero muestran la decisión de no quedar “entrampado” la una estructura partidaria que ya lo relegó. No implica resignar a la pelea por el Comité Provincia, un hilado en el que trabaja su hermano Gastón, por cuya casa en Capital Federal ya pasaron varios intendentes.

En paralelo, Máximo Kirchner y Kicillof confirman que están dispuestos a un diálogo que encauce la interna en límites no suicidas de agresión. Hay versiones diferentes respecto de si Cristina Fernández podría convocar o no, y eventualmente formar parte de una reunión. Lo que sí está claro que Máximo recibió bien el discurso de Axel en Florencio Varela y que Axel acepta el formato que Máximo le proponga para verse.

La incógnita que subsiste es si ese acercamiento puede ocurrir en medio de una guerra de coroneles que parece desatada. Apenas algunos episodios que dan cuenta de la intensidad de ese enfrentamiento: 1) las denuncias de las regionales de La Cámpora que ahora responden a Andrés Larroque sobre los faltazos al acto de Kicillof en Varela, que apenas velan acusaciones más graves sobre “aprietes” para que muchos intendentes –no solo el episodio con Lucha Ghi y Martín Sabatella que salió a la luz- no estén. 2)  El comunicado de Frente de Mujeres de esa organización que no tan elípticamente acusó al Gobernador de complicidad con Fernando Espinoza por la foto con el intendente de La Matanza acusado de abuso sexual contra una secretaria. Mayra Mendoza es la referente de ese espacio y el texto difícilmente hubiese visto la luz sin el OK de Máximo Kirchner.

¿En ese marco, habrá espacio para una tregua? (DIB) AL

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