La etapa de pruebas del segundo juicio por el abuso sexual y el asesinato de la adolescente Natalia Melmann, ocurrido el 4 de febrero del 2001 en la localidad balnearia de Miramar, finalizó hoy con la declaración de tres testigos propuestos por la defensa del exsargento de la Policía bonaerense Ricardo Pandero, único imputado en este debate, por lo que este viernes se realizarán los alegatos de cierre
La tercera audiencia del juicio por el crimen de Melmann se desarrolló desde las 9.30 ante el Tribunal Oral en lo Criminal 4 de Mar del Plata, e incluyó los testimonios de tres mujeres, entre ellas la pareja del imputado y madre de sus hijos.
Cerrada la etapa de prueba, las partes plantearán este viernes, desde las 10, sus alegatos ante los jueces Néstor Conti, Mariana Iriani y Juan Galarreta, en el primer piso de los tribunales marplatenses.
En primer término lo hará la fiscal Ana María Caro, y luego será el turno de los abogados Federico Paruolo y Yamil Castro Bianchi, quienes representan en calidad de particular damnificado a los padres de la víctima, Gustavo Melmann y Laura Calampuca.
En ambos casos, centrarán su acusación tanto en el análisis de ADN de un vello púbico hallado en el cuerpo de la menor, que mostró un 97,05% de compatibilidad con el perfil genético del imputado, de acuerdo al testimonio de un perito, y en la declaración de un testigo de identidad reservada de la causa, que el primer día del juicio aseguró haber visto cómo Natalia era subida a un móvil policial por cuatro efectivos, entre los que mencionó a Panadero (65).
Tal como adelantó en los lineamientos de apertura, el defensor, Lautaro Resúa, insistirá por su parte en la inocencia del exsargento, imputado por “privación ilegítima de la libertad agravada por el uso de violencia, abuso sexual agravado por acceso carnal y por la participación de dos o más personas y homicidio agravado por la participación de dos o más personas y criminis causa”. El defensor confirmó a su vez en la audiencia de hoy, que el acusado, que presenció el juicio desde su inicio el último martes, no brindará declaración.
La primera testigo de la jornada fue una mujer que trabajaba en un restaurante ubicado en la costanera de Miramar la madrugada del crimen, quien aseguró que había visto alejarse del boliche Amadeus de Miramar a Natalia, a quien solo conocía de vista, con un hombre que luego supo que era Gustavo “Gallo” Fernández, condenado en 2002 por su participación en el secuestro.
También declaró una testigo que aseguró que conocía a Natalia de vista y que estuvo con ella fuera del boliche la misma noche, y que también la vio alejarse con un hombre que luego supo que era Fernández.
El último testimonio del juicio fue brindado por la pareja de Panadero y madre de sus hijos, quien dijo que “es un buen padre, una buena persona y un buen compañero”.
En las tres jornadas del proceso declararon en total once testigos, entre ellos los padres de la menor.
Los dos testimonios más extensos fueron el del joven que aseguró haber visto el momento en el que la adolescente era raptada, y el del perito Gustavo Penacino, quien sostuvo que existen “33 veces más posibilidades” de que la muestra de ADN analizada en el marco de la investigación pertenezca al imputado que a otra persona.
Penacino señaló que el tribunal a cargo del primer juicio a Panadero, en el que fue absuelto de manera unánime, en julio de 2018, realizó una interpretación incorrecta de este “índice de incriminación”, al contemplar “el 33 como un porcentaje”.
El análisis de ese rastro fue uno de los puntos centrales de las apelaciones presentadas tras el fallo que absolvió a Panadero en el primer proceso oral, anulado en noviembre de 2019 por el Tribunal de Casación Penal bonaerense, que ordenó la realización de otro juicio.
El exsargento es el cuarto policía acusado por el crimen, pero su caso no formó parte del juicio en el que los otros tres -Oscar Echenique (63), Ricardo Anselmini (55) y Ricardo Suárez (60)- fueron condenados a prisión perpetua, en septiembre de 2002, porque fue sobreseído antes.
El crimen de Melmann ocurrió el 4 de febrero de 2001 y provocó la reacción de la comunidad local, que realizó junto a la familia múltiples marchas para pedir por el esclarecimiento del caso.
Según se estableció en el juicio en 2002, la víctima fue obligada a subir a una camioneta policial y llevada a una casa en el extremo sur de Miramar, donde “fue accedida carnalmente”, y luego, “con el inequívoco propósito de procurar la impunidad de la agresión sexual”, fue estrangulada con un cordón de sus zapatillas. Los tres policías condenados a perpetua trasladaron luego el cuerpo al vivero Florentino Ameghino, donde fue hallado semienterrado cuatro días más tarde. (DIB) ACR