Por Andrés Lavaselli
La salida de Alberto Fernández del escenario electoral despejó una de las incógnitas de la ecuación electoral del Frente de Todos, pero no terminó con la incertidumbre en la Provincia. La demostración más clara es que el gobernador Axel Kicillof, que tuvo un rol coordinado con Cristina Fernández en la aceleración de la decisión del Presidente, aún mantiene abierta la posibilidad de adelantar los comicios bonaerenses.
Es cierto que el contexto en el que Fernández decidió dar el paso que todo el peronismo esperaba que diese pero un poco más tarde incluye elementos diversos y complejos. La interna en su propio gabinete combinada con la crisis cambiaria es tal vez el decisivo. Pero Kicillof aportó su granito de arena con la amenaza de desdoblamiento: era una carta que estaba en el menú de reacciones a activar si Fernández estiraba su candidatura en el Consejo del PJ.
El gobernador lo tenía hablado con Cristina Fernández. Del mismo modo que, afirman en su círculo íntimo, no fue casual el tono especialmente enfático que usó para afirmar que es candidato a la reelección. Aprovechó para hacerlo que todas las cámaras lo apuntaban cuando oficiaba de vocero del peronismo reunido en la sede histórica de la calle Matheu, otro paso que dio con venia de la Vice. A propósito, en esa reunión nadie siquiera agradeció el gesto al Presidente.
El nado sincronizado de Axel con Cristina (o la eficiencia del primero para cumplir las órdenes de la segunda) ilusionan en el entorno del Gobernador. Vislumbran una voluntad de permitirle jugar su intento de reelección. No hay, sin embargo, nada definido. Ni siquiera esperan que la vice dé precisiones en materia electoral el jueves, cuando haga su reaparición pública en La Plata. Recuperará, seguramente, centralidad. Pero será ambigua. Esa es la conjetura.
Kicillof teme que dos factores terminen por hacer que CFK lo obligue a jugar en Nación 1) Que si ella no se presenta, él sea el único que mida en un contexto económico en pendiente que termine por complicar la chance de que sea Sergio Massa el postulante. 2) La voluntad que le adivinan a Cristina de no entregar la elección nacional. Un candidato a Presidente que no lo “traccione” es un factor que lo complicaría por otra vía. Comparte esa preocupación con varios intendentes del PJ.
Ese es el marco complejo en el que el Gobernador decidió extender la incógnita sobre la fecha de la elección general en la Provincia. “Sigue vigente la posibilidad de adelantar”, afirma su guardia pretoriana. Es la última maniobra defensiva. El tiempo técnico, dicen, se podría estirar hasta julio. Pero el vencimiento político será previo: no habrá margen para postergar la definición más allá del cierre de listas, que opera el 24 de junio.
Ahí se develarán definitivamente dos incógnitas: si habrá más de un candidato y quienes lo serán. Hay varios activos, pero –en ausencia de CFK- la conversación en el PJ se centra el dos: Massa y Daniel Scioli. Por ahora, el algo bastante específico: el temor de que esos viejos enemigos íntimos terminen llevando la pelea demasiado lejos. Un tweet del legislador Rubén Eslaiman, muy cercano al tigrense, en el que rozó la descalificación personal del Embajador, funcionó como adelanto.
Massa desliza que si es candidato lo será en soledad. Y Scioli –que recibirá a Kicillof en Brasil esta semana- que no enfrentará a Cristina. Nadie toma muy en serio las chances de los seguidores del Presidente de presentar listas en todos los distritos, aunque despliegue a sus ministros. Lo ven, más bien, como gestos para no quedar fuera de las negociaciones por las listas. El caso de Victoria Tolosa Paz y su demostración de fuerza bonaerense es un ejemplo.
Una charla de Kicillof con un ministro nacional lo deja en claro, y sirve además para explicar el impacto de la dura pulseada que Massa mantiene con el FMI y sectores de su propia coalición al mismo tiempo. “¿Vos dudas que yo trabajo para tu reelección?, respondió el funcionario a un reclamo del Gobernador por obras en PBA, que estaban paradas. Kicillof le dijo que no. Y agregó un dato revelador: “yo sé dónde se paran las cosas”.
Ese atolladero es el ministerio de Economía. Que obra así no porque tenga un talante conspirador, sino porque Massa está forzado a extremar el ajuste fiscal (además de a tomar otras medidas muy poco simpáticas como un nuevo aumento de tarifas) para intentar conseguir el puente de dólar del FMI que evite que la corrida cambiaria se convierta en algo todavía más grave.
Dos detalles más que se desprenden de esa charla: 1) El funcionario nacional, baqueano del conurbano, no pareció dudar entre una compañera de Gabinete como VTP y el Gobernador. 2) El contexto económico puede ser otro incentivo para el adelantamiento electoral en la Provincia. (DIB)