Maimará, el corazón de la Quebrada de Humahuaca

La pequeña localidad jujeña ofrece muchas posibilidades de turismo aventura con caminatas o recorridos por caminos bellísimos.

La localidad jujeña de Maimará, situada a orillas del Río Grande, que significa “estrella que cae” en la lengua indígena de sus antiguos pobladores, tiene diferentes lugares para visitar, aunque todos los flashes se los suele llevar la Paleta del Pintor, un cerro multicolor que al recibir los rayos del sol poniente intensifica sus colores. 

Sólo 3 kilómetros antes de la entrada a este poblado, donde vivieron antiguamente maimarás y tilcaras, tribus omaguacas, se encuentra la Posta de Hornillos, que unía el Alto Perú con el Virreinato del Río de la Plata y que actualmente funciona como museo. Otros de los imperdibles aquí son la Iglesia Nuestra Señora de La Candelaria y el Cementerio con detalles arquitectónicos de principios del siglo XX.

Pero también en la zona se destacan varios circuitos para conocer la cultura e historia local. Uno de los principales llega al “Puente natural”, una formación geológica de origen fluvial con forma de túnel, emplazada en cercanías al poblado. El recorrido tiene una duración prevista de 3 horas, suma unos tres kilómetros y es de dificultad media.

En el trayecto, se visitan además dos sitios sagrados: el cementerio de los despachos, lugar configurado por ritos funerarios; y el antigal Iruyito, sitio arqueológico datado antes de la llegada de los Incas a la región.

Otro circuito se asocia al cerro la “Paleta del Pintor”, que si bien se puede apreciar desde el pueblo, cuenta con un sendero especial, el cual es además por el que miles de peregrinos llegan cada año hasta el santuario en la zona de la virgen de Punta Corral.

La travesía propone ascender el cerro y contemplar desde lo alto todo Maimará, en una excursión de una duración aproximada de seis horas, con nivel de dificultad alto y llegando a recorrer 5 kilómetros.

Otras propuestas invitan a recorridos más cortos y de baja dificultad, hasta distintos miradores que se adentran en ritos, tradiciones e historias de la cultura local que se funden con el paisaje.

En el poblado también se hallan un Museo de la Vida Campesina, perteneciente a una cooperativa de agricultores; para los amantes del vino, tres bodegas en las que se pueden hacer visitas guiadas; y una productora de cerveza artesanal, que ofrece degustaciones con otros preparados. (DIB)

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