Panorama político: Cristina, modo Lula

El discurso de CFK: el giro al centro y la clave de la seguridad. El trasfondo político: los intendentes y su relación con Berni. Nuevas hipótesis que se abren. El paraguas para aprobar el presupuesto sin que la reforma jubilatoria entorpezca ese acuerdo.

Por Andrés Lavaselli

El largo pasaje que Cristina Fernández de Kirchner le dedicó a la cuestión de la inseguridad en su discurso en La Plata no solo es toda una novedad para el progresismo argentino –y en especial para el kirchnerismo- que siempre tuvo dificultades para enfocar ideológicamente ese fenómeno social. Sobre todo, marca un giro discursivo hacia el centro político que puede leerse en clave electoral y que además conecta con claves profundas del escenario bonaerense.

Del “todo a su tiempo y armoniosamente” hasta el “Perón cuando volvió no quería ser Presidente”, la vice dejó abiertas todas las interpretaciones a cuál será su respuesta al pedido que 50 mil almas le hicieron en el Estadio Único: el “Presidenta, Cristina Presidenta”, que todas las facciones conocidas del peronismo (incluso el Evita que estuvo en modo incógnito, sin identificarse), le plantearon.

Para eso, el fin y al cabo, se organizó el acto, el mejor diseñado en lustros. Muchos, incluso, aventuraron que ese despliegue fue, en sí mismo, un dato. Una paráfrasis argenta de McLuhan: “el acto es el mensaje”. Imposible saber qué hará ella con tanta anticipación. No está en su ADN político adelantar jugadas y hay demasiadas variables en juego: qué pasa, por caso, si la corrida contra el peso que tiene lugar ahora mismo tiene éxito. ¿Cristina candidata después de una devaluación con aceleración inflacionaria?

Lo que sí es seguro es su desafiante auto-ratificación como centro caliente del peronismo (“claro que hay peronismo sin Cristina, un peronismo desunido, atomizado”), su apelación a la esperanza como contracara del aquel discurso derrotista de la UOCRA (entregar la Nación y replegarse en la PBA) y el contenido electoral de sus palabras, que comenzaron por hablarle a ese tercio de los votantes que suele migrar en cada comicio y con eso definir el resultado.

Ese giro centrista puede ser el comienzo de un movimiento del tipo que Lula Da Silva se vio forzado a realizar para llegar a la presidencia de nuevo. Tiene, por cierto, un contexto preciso: más allá del atentado en su contra y los dardos contra la justicia, se explica porque tres de los principales candidatos de Juntos fueron ministros de Seguridad (Bullrich, Ritondo y Santilli) y machacan con el tema, que es por supuesto un problema grave en la Provincia.

En el asado posterior al acto, en la residencia de Kicillof, Cristina dejó en claro que el tema  le preocupa más allá de lo electoral. O en todo caso, que no cree en el éxito en las urnas si no se mejora ese punto y, como dijo respecto de la economía, no se lo incorpora explicativamente al discurso oficial. Ese encuentro duró tres horas: ella preguntó a los intendentes sobre todo sobre el despliegue de gendarmes en sus distritos. Muchos no supieron responder con certeza mínima: es que la falta de coordinación que detonó la relación entre Frederic y Benri, `persiste con Aníbal Fernández.

Pero el episodio encierra otras claves políticca. 1) Se activó una línea que le llevó el tema a CFK probablemente desde los intendentes pasando por Máximo Kirchner. 2) Los alcaldes encontraron un nuevo vector para atacar a Berni, al que nunca quisieron.  Hay, incluso, quien dice que algún intendente se animó a cuestionarlo ante ella, que lo puso en el cargo. 3) Se renovó la presión por obtener más independencia para las policías locales, lo opuesto a la política que aplica el ministro. 4) Se reactivó un viejo rumor sobre la fusión de Justicia y Seguridad, bajo el mando de Julio Alak.

Berni no se queda atrás en las jugadas que sabe que irritan a los alcaldes. Por caso: los intendentes formaron agentes civiles para que manejen patrulleros. Pero para que arranquen necesitan una homologación que él les retacea. Otra: los egresados de la Vucetich es otra: el 85% va a integrar fuerzas especiales cuyo despliegue el puntual y controlado por Berni. Los alcaldes, furiosos.

Un paraguas

La otra cuestión que agita las aguas de la política provincial, la reforma de la caja jubilatoria del Banco Provincia, registra una novedad importante. Como la discusión comenzaba a trabar el Presupuesto y la Ley Impositiva, proyectos en que las posiciones del oficialismo y la oposición están cerca de un acuerdo, se decidió avanzar primero con eso y postergar lo del Banco. Una especie de paraguas que abre alguna chance de que la reforma se trate hacia fin de año, antes de que la Corte declare la inconstitucionalidad de la ley vigente.

En la oposición las posiciones siguen divididas: Mauricio Macri dedicó casi 10 minutos de una entrevista de TV a denostar cualquier cambio al esquema actual o el que propone el oficialismo. Pero al mismo tiempo, cuentan que hay aceitados contactos entre La Bancaria, el gremio que conduce el cristinista Sergio Palazzo, con intendentes radicales. La idea es que muchos de esos alcaldes –igual que algunos representantes de la CC- quieren votar un proyecto. El desafío es encontrar un articulado que no los obligue a diferenciarse de PRO. (DIB)

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