Desde el Ministerio de las Mujeres condenan la venta de los anteojos del femicida Barreda como un “fetiche celebratorio”

“Esta mercantilización contribuye a reforzar ciertos sentidos" e invisibiliza "absolutamente" la figura e historia de las víctimas, señalaron.

La venta de los anteojos del femicida Ricardo Barreda a un precio “exorbitante” lo coloca en un “lugar reverenciado”, como una “celebridad”, cuando “en realidad, la sociedad argentina debería condenarlo”, sostuvo la subsecretaria de Políticas contra las Violencias por Razones de Género del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual, Flavia Delmas, a 30 años del cuádruple femicidio.

“Durante todos estos 30 años hemos conocido todo lo que pasaba con este señor: si estudiaba, si no, cómo se lo trataba en la cárcel, sabíamos que se lo aplaudía, que los demás presos lo tenían como una persona importante. En fin, un seguimiento a él y un ponerlo en un lugar destacado como reverenciando, algo que en realidad la sociedad argentina debería condenar”, dijo la funcionaria en declaraciones a la agencia estatal Télam.

Los anteojos Stetson de Barreda, fallecido el 25 de mayo de 2020 en un geriátrico de la localidad bonaerense de José C. Paz, se encontraban a la venta en la plataforma de Mercado Libre por un monto de $ 25 millones.

El dueño de los anteojos, cuya identidad se desconoce, afirmó en declaraciones periodísticas que recibió unas 20 ofertas, algunas de México y de Estados Unidos.

De acuerdo a diversas versiones, el odontólogo le regaló esas gafas a un amigo que iba a visitarlo a la pensión donde pasó la última parte de su vida y le dijo: “Te los regalo porque cuando me muera vas a poder venderlas y va a salir guita. Es un regalo. Acá están todos locos. Llegaron a vender remeras y tazas con mi nombre”.

El marketing asociado a Barreda llegó incluso a la creación de la página web “maestrobarre-da.com”, donde un hombre anónimo vendía pins y escudos con la imagen del femicida.

Para Delmas, el mensaje que deja este tipo de ventas es “que se trata casi de una celebridad”, al tiempo que consideró que “esa mercantilización contribuye a reforzar ciertos sentidos” y que invisibiliza “absolutamente” la figura e historia de las víctimas.

“Pensaba en qué es lo que queda de aquello que pasó en el 92. Principalmente, del sentido que se instaló en donde se exaltó esa masculinidad trágica del ‘justiciero’, que con un arma mató a las mujeres de su casa que ‘lo atormentaban'”, recordó la subsecretaria. Y lo vinculó con los “chistes” de mal gusto que se hicieron históricamente sobre las suegras, asociándolas como “insoportables” y relacionándolas con este caso.

En este sentido, consideró que estas publicaciones deberían ser reguladas, al igual que los discursos de odio, ya que la “comunicación tiene que tener un sentido de responsabilidad social”.

En lugar de mercantilizar estos objetos, Delmas enfatizó en que “lo que deberíamos hacer es construir espacios de memoria donde se ayude a crear sensibilidad y conciencia sobre los hechos que sucedieron”.

“Nos parece fundamental el tema de recuperar la memoria para reparar y hablar de esas situaciones porque muchas de ellas quedan en el olvido. Los femicidios se conocen en el momento en que suceden y después ya nadie más habla de lo sucedido. En cuanto al caso de Barreda, la sociedad de La Plata fue marcada fuertemente por este hecho y también la Argentina”, sostuvo Delmas.

Sobre este tema, recordó que “nuestro país tiene un gran aprendizaje con los organismos de derechos humanos, con Madres y Abuelas, de rescatar la memoria de quienes no pudieron decir lo que pasó”.

Ayer se cumplieron 30 años del cuádruple asesinato que cometió Barreda hacia sus dos hijas, Cecilia (26) y Adriana Barreda (24); su esposa, Gladys Mac Donald (57); y su suegra, Elena Arreche (86). (DIB)

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