Una carrera con siglos de historia

La ciudad italiana de Siena, en la Toscana, celebra desde hace siglos el Palio di Siena, una carrera de caballos de origen medieval. Cada año, miles de personas de toda la región y turistas de otros países llegan a Siena para presenciar esta carrera, que data del siglo XVII.

La carrera se disputa dos veces al año, el 2 de julio y el 16 de agosto, en la Piazza del Campo, una preciosa plaza con forma de concha que luce los tonos rojizos típicos de la región. Originalmente se celebraba solo el de julio, pero la fecha de agosto fue introducida en 1701 a propuesta de la Contrada dell’Oca, vencedora de ese año, que propuso jugarse de nuevo la victoria en una carrera excepcional que pagó de su propio bolsillo. El gesto de soberbia le salió mal ya que en esa revancha ganó -irónicamente- la Contrada della Chiocciola. A partir de 1774, la celebración de este segundo Palio se convirtió en fija.

El Palio de Siena es mucho más que una carrera de caballos, especialmente para los habitantes de la ciudad. Sus orígenes se remontan hasta el año 1200 d.C., pero fue durante el Renacimiento cuando se convirtió en una fiesta popular y el evento más importante de la ciudad.

En el Palio di Siena compiten diez jinetes y cada uno representa a un ‘contrade’ o barrio de la ciudad. En Siena hay 17 barrios, pero 17 caballos y jinetes serían demasiados para una carrera tan caótica, así que los barrios se van turnando por sorteo en cada edición. La carrera dura tan sólo unos minutos, pero las celebraciones se alargan durante días antes de la competición.

Parte del encanto del Palio de Siena es que la tradición se ha mantenido en muchos aspectos: los trajes medievales, los jinetes que corren sin silla de montar, las decoraciones artesanales y los edificios históricos de la plaza. (DIB)

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