Lanzamiento de bala: la “locura” del pibe de Chillar en el Mundial de atletismo

Juan Manuel Arrieguez, medalla de plata en el Nacional U23, revive la final del Campeonato Mundial U20 de Cali.

Arrieguez, finalista mundial.
Juan Manuel Arrieguez, finalista en Cali. - Diario El Tiempo -

Por Gastón M. Luppi, de la redacción de DIB

Se termina el mes, con una medalla de plata y mejor marca personal en el 18º Campeonato Nacional U23 que se desarrolló el fin de semana en Posadas, Misiones. Pero el agosto de Juan Manuel Arrieguez comenzó con “una locura”: su participación y clasificación a la final del lanzamiento de bala en el Campeonato Mundial U20 de atletismo, en Cali, Colombia. “Es una locura. Para uno que desde el momento que arranca sueña con estar ahí, haber llegado es un objetivo muy lindo que cumplí, uno de esos objetivos que te proponés casi como algo imposible, y que cuando llega es increíble”, le cuenta a la Agencia DIB el joven oriundo de la pequeña localidad de Chillar, en el partido bonaerense de Azul.

En Cali, Arrieguez lanzó el implemento de los 6 kilos a 18,41 metros, registro que le dio el pase a la final, superando sus propias expectativas. “Trabajamos mucho con mis entrenadores, pero a veces no sabés con qué te vas a encontrar porque hay gente que no aparece en los rankings, o marcas que no son. Nuestro objetivo era mejorar nuestra marca y competir lo mejor posible. Entrar en la final era otro sueño pero sabíamos que era muy difícil. Realmente, se alineó todo y se dio”.

Metido entre los doce mejores del mundo, el joven de 18 años lanzó 18,54 metros y culminó la final octavo. Campeón fue el estadounidense Tarik O’Hagan, con 20,73, mejor marca personal para él. Al ganador le siguieron un jamaiquino, dos alemanes, un eslovaco, un neerlandés y un sueco. Luego aparece Arrieguez y más atrás otro sueco, un polaco, un belga y un malayo. “Éramos solo dos los atletas que hablábamos español: yo, clasificado por marca mínima, y un colombiano, al que le dieron la plaza. En lanzamiento se destacan dos o tres países, de Europa y Estados Unidos, y del resto cada tanto se mete alguno”.

En cada competencia los atletas se fijan sus propios objetivos, independientemente de una posición en la clasificación de la prueba. “Para clasificar al Mundial había que alcanzar una marca mínima [18,30 metros], que yo logré a finales del año pasado. Nuestro objetivo era volver a meter esa marca a principios de año y así poder planificar y trabajar más cómodos, con tiempo, y buscar los resultados. Lo pudimos hacer y tratamos de que al competir en Colombia yo esté en mi mejor momento”.

Así, Arrieguez, que cumple 19 años este 19 de septiembre, alcanzó la final mundialista. “Ya estar ahí es algo que a uno lo llena de orgullo, de decir: lo hicimos bien y lo logramos. Y después está todo lo que implica un torneo de primer nivel, con tanta gente, con tanta movilidad; es algo tremendo. Para uno que está acostumbrado a lo que es Sudamérica, es muy distinto”, describe. Y cuenta cómo vivió él ser parte del máximo evento global: “Es todo placentero. A uno que le gusta, te sentás en el estadio, gigante, lleno, y ves la prueba que te guste ver, el máximo nivel… Me senté a ver disco, con tipos que lanzan arriba de 60 metros, es hermoso. Además me saqué fotos con algunos de los atletas más importantes, charlé con otros… Es todo disfrute, una fiesta”.

Aquella invitación

Arrieguez estaba en Chillar cuando una profesora lo invitó a sumarse al lanzamiento de bala. “Grandote” él, junto con un amigo aceptó la propuesta. “De movida, no me costó tanto tirar disco ni bala. Al poco tiempo, en un torneo que se hizo en Azul, me vio Julio Piñero [su actual entrenador], que me invitó a entrenar con él y me llevó a algunos torneos. Y así me fui enganchando. Cuando vas escalando en los torneos, te vas motivando. Me acuerdo que el primer torneo fue una copa de clubes en Santa Fe, cuando recién arrancaba. Nunca había visto una pista sintética, para mí fue una locura estar ahí. Volví con ganas de entrenar, te volvés loco. Es así, cada vez que voy a un Nacional, un Sudamericano, o al Mundial, vuelvo con muchísimas ganas de entrenar, es hermoso”.

Metido de lleno en el atletismo, Arrieguez también descubrió que su padre había hecho lanzamientos y hasta fue campeón provincial. “Un día le conté de la bala y ahí me dijo que él también había hecho, no es que él me empujó”. Y remate: “No anduvo mal el gordo”.

Chillar es un “pueblito de 3.000, 4.000 habitantes”, explica Arrieguez. Y obviamente, se revolucionó durante su participación en el Mundial. “Es un pueblo chico, y ante cualquier cosa, siempre una caravana. Con cualquier otro deporte siempre hay alguna movilización grande, imaginate ahora con este resultado, ¡fue una locura! Y las redes sociales también, explotadas”.

Sin embargo, aclara: “Ojo que hay muchos otros atletas que quedan invisibilizados”. Y menciona como ejemplo a su propio entrenador, Julio Piñero, subcampeón mundial en Lisboa, en 1994. “Es un tipo que no tiene el reconocimiento que se merece: la primera medalla en un torneo mundial juvenil para Argentina la ganó él”.

Números y sueño

Juan Manuel Arrieguez está en su último año de juvenil. En el Mundial de Cali lanzó con bala de 6 kilos, pero este fin de semana en Posadas compitió con el implemento de los mayores, de 7,250 kilos. En abril de este 2022 logró su mejor lanzamiento con la bala de 6: 19,03 metros en San Luis. Y este fin de semana en Posadas mejoró su registro en 7,250 kilos: con 17,38 metros, dejó atrás los 16,85 metros logrados en junio en Río de Janeiro; el campeón fue Nazareno Sasia, con 18,49.

Juan Manuel Arrieguez, medalla de plata en Posadas. – Sebastián Lasquera / CADA –

Un Juego Olímpico es el sueño máximo. “Obviamente, uno siempre sueña con eso y trabaja en función de ese sueño. No es fácil, no es que decís: ‘Quiero ir’ y te llevan, pero hay que soñar. Yo soñé con ir a un Mundial y estuve; hoy sueño con un Juego Olímpico. Es un proyecto muy muy a futuro, pero estoy convencido y creo que si hacemos las cosas bien, es una posibilidad”.

A un par de semanas de cumplir 19, “en bala, generalmente, se puede competir hasta arriba de los 30, 35 años, así que me podrían estar quedando quince años de carrera todavía, y por eso se puede proyectar a largo plazo. La edad de oro en el lanzamiento es entre los 25 y los 30 años, que es cuando se desarrolla la fuerza máxima. Recién estamos arrancando: se habla de un atleta desarrollado cuando lleva diez años de entrenamiento, y yo llevo cuatro”.

En el mientras tanto, Arrieguez disfruta el día a día de estos primeros pasos grandes en el atletismo. “Disfruto de entrenar, de ir a un Provincial, de ir a competir a cualquier lado. También de la gente y eso que transmite el atletismo: simpleza, camaradería. Si bien son pruebas individuales, todo el mundo conoce a todo el mundo y todos somos amigos de todo el mundo. Y eso se disfruta: más allá de lo que es la prueba en sí, todo lo que conlleva un torneo, ya sea mundial, o de tres gatos locos acá en Azul”.

El trenquelauquense Germán Lauro, olímpico en 2008, 2012 y 2016, y finalista en los Juegos de Londres, es sin duda el máximo referente argentino para los lanzadores de bala. “Para cualquiera que está en lanzamiento, es de lo más grande que hemos tenido. Lo conozco porque es un tipo sencillo. En Azul todos los años se hace un campamento de desarrollo de lanzamiento y Lauro siempre viene, da una mano, charlas, entrena con nosotros”, explica Juan Manuel Arrieguez.

El legado de Lauro

En un país donde no hay mucho lugar para aquellos “otros” deportes, a su vez, dentro del atletismo los lanzamientos quedan relegados. “Cuando decís atletismo, en seguida piensan que es correr o saltar. Te dicen que tirás la bocha”, admite Arrieguez. No obstante, el chillarense es optimista. “Creo que la especialidad está creciendo. Históricamente, antes de Lauro, el récord era 18, 19 metros. Ahora está en 21,26, que es de Germán, y hoy por hoy en Argentina hay dos lanzadores por encima de los 20 metros [Nazareno Sasia y Juan Ignacio Carballo]. Está bien, no es Estados Unidos, pero para Argentina es muy bueno”. Y concluye: “Esto es producto de Germán y de los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2018. El deporte está creciendo, constantemente se mejoran récords y eso habla muy bien”.

La familia

“Mi familia me banca todo y yo ya lo hablé con ellos de que mi objetivo es el olimpismo, y a lo mejor los cuatro años de mi carrera van a ser cinco, seis, o no lo sé. Lo supieron entender y me acompañan en eso”.

Instalado en Azul

“En la prueba que realizo no se precisan grandes instalaciones. Entonces decidí quedarme en Azul, que es donde está mi entrenador, Julio Piñero, también entrenador de la Selección. La clave está ahí, cuando uno tiene una buena relación y confía en su entrenador, puede mejorar.

La pandemia

“La pandemia me mató. No podía lanzar en el patio de mi casa, era complicado. Traté de mantenerme en movimiento, pero no fue fácil, estuve un poco parado. Hacia finales de año, al ser un pueblo chico, me dejaron entrenar, aunque entrenar solo no es lo mismo, y en mi pueblo no tenía los implementos o cosas que necesitaba. Si bien no retrocedí tanto, no mejoré nada, y en estas categorías juveniles estás constantemente en desarrollo; me mató. Físicamente, perdí mucha fuerza, subí mucho de peso. Pero regresamos con más ganas que nunca y pudimos volver a ese nivel que estamos buscando; hoy por hoy estamos mucho mejor.

Lanzamiento de disco

“Hago disco, pero confieso que soy bastante malo, es mi mancha en el legajo, no lo puedo sacar; ya va a salir, es tenerle fe. Técnicamente, bala y disco son muy parecidos, cambia un poco la mano, pero lo uso más que nada porque al ser el mismo gesto técnico, y ser más rápido, es una manera de entrenar la velocidad de ejecución. O sea, técnicamente, menos el brazo derecho, es el mismo lanzamiento. Y también te sirve para despejar y no hacer todos los días lo mismo. Todos los lanzadores de bala generalmente hacen disco”. (DIB) GML