Científicas argentinas detectaron 35 nuevos virus en murciélagos

El estudio, realizado por investigadoras del Conicet, busca contribuir a la prevención de enfermedades zoonóticas y a la conservación de estos animales silvestres.

Investigadoras del Laboratorio de Virología Humana del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario, dependiente del Conicet, publicaron los resultados sobre la caracterización de los viromas presentes en cinco especies de murciélagos de Argentina y detectaron 35 nuevos virus presentes en sus heces.

Las científicas realizaron los estudios en murciélagos que habitan dos sitios geográficos urbanos de la provincia de Santa Fe.

“Nuestra idea es conocer qué virus tienen estos murciélagos para tomar las precauciones necesarias en caso de que alguno de los virus que se pueda llegar a detectar, sea potencialmente patógeno para los humanos o para otros animales”, explicó la Investigadora Elisa Bolatti.

Y en ese sentido, dijo que el espíritu de la investigación es conservacionista porque busca recalcar “la importancia de los murciélagos en el ecosistema y no estigmatizarlos más”.

Es que los murciélagos son los únicos mamíferos que tienen la capacidad de volar. Lo hacen alto, rápido y potente. Inmunidad y longevidad se suman a sus principales características. Y está prohibido matarlos porque juegan varios papeles importantes en la gestión ambiental: devoran toneladas de insectos portadores de enfermedades y son fundamentales para la polinización de muchas frutas. Sin embargo, estas criaturas solitarias, nocturnas y numerosas, están asociadas con el mal y las preocupaciones médicas.

Su capacidad para coexistir con los virus que pueden transmitirse a otros animales, en especial a los humanos, puede tener consecuencias.

La investigadora del Conicet contó que para el estudio se eligió hacer los muestreos de poblaciones de murciélagos que habitan dos locaciones urbanas. Una de ellas, de características únicas en Sudamérica, ubicada en el centro de la ciudad de Rosario, en el ático del edificio donde funciona la Facultad de Derecho.

Allí habita una colonia migratoria de más de 30 mil individuos que tapizan los techos y paredes del lugar. Son las hembras de la especie Tadarida brasiliensis que van allí a parir y amamantar a sus crías hasta que alcanzan cierta autonomía y luego parten.

El otro sitio de muestreo está ubicado en una ciudad de la periferia de Rosario, Zavalla; allí se encuentra el parque Villarino, donde se emplaza la Facultad de Agronomía y un instituto de Conicet. Cuatro especies de murciélagos habitan los árboles del parque y tienen un estilo de vida residente, no migran.

Bolatti señaló que para la recolección de las muestras se colocaron grandes redes de niebla entre árbol y árbol y se espera a la noche, luego se baja la red y los murciélagos capturados se pusieron en las bolsitas de algodón para la recolección de las heces. “Después se liberan, nunca se daña ningún animal y tratamos de molestarlos lo menos posible”, señaló..

De las heces de los murciélagos se extrajo el ADN, que son las moléculas que permitirán identificar los virus que estaban presentes en el animal. En segunda instancia, las muestras de ácidos nucleicos fueron trasladadas a Eslovenia para ser analizadas con técnicas de secuenciación de nueva generación (NGS, por sus siglas en inglés).

Las NGS “son herramientas ideales para el descubrimiento de virus” porque permiten la lectura de millones de fragmentos de ADN en forma masiva y paralela. Luego esas secuencias son examinadas con programas bioinformáticos que logran rearmar los genomas virales completos presentes en las muestras.

“Con el uso de esta metodología, en los últimos cinco años explotó la biodiversidad viral”, afirmó por su parte Adriana Giri, directora del laboratorio de Virología Humana de IBR. Es interesante como el conocimiento de esta diversidad ha llevado a un cambio de paradigma donde “ya no solo se considera a los virus como patógenos, sino también como actores en los equilibrios ecológicos de un determinado microambiente”, señaló.

Con este trabajo, se sumaron treinta y cinco nuevos integrantes al vasto universo de la biodiversidad viral que las investigadoras clasifican en seis familias diferentes. “Una de ellas tiene virus que son patogénicos para humanos, los parvovirus”, indicó Bolatti. Sin embargo, aclaró: “No podríamos decir que los virus que encontramos son de potencialidad zoonótica”. (DIB)

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí