Bañado La Estrella, una explosión natural

A unos 300 kilómetros de la capital de Formosa, una excursión por el tercer humedal más grande de Sudamérica.

Ubicado al norte de la localidad de Las Lomitas y a poco más de 300 kilómetros de la capital de Formosa, en el corazón de la región del Gran Chaco, el Bañado La Estrella sorprende con ocasos y amaneceres que estallan en cielos de colores, una flora descomedida y una fauna sobresaliente que atrapa a cada turista que llega a este rincón argentino.  

El Bañado La Estrella es una reserva provincial que abarca unas 400 mil hectáreas, y ocupa el tercer lugar en el podio de los humedales del cono sur, detrás del Pantanal, en Brasil, y los Esteros del Iberá, en la vecina Corrientes. Se forma por el desborde del río Pilcomayo, que baja desde Bolivia, pierde su cauce, y se transforma acá en este gran espejo de agua.

El área, de clima subtropical, contiene una de las mayores variedades de aves de la Argentina -550 especies distintas-, y animales en peligro de extinción, como la nutria gigante, que mide hasta 1,80 metros, y el aguara-guazú, o “zorro en zancos” que puede alcanzar 1,25 metros de alto.

Lo cruza la línea imaginaria del Trópico de Capricornio y es el hogar de comunidades indígenas pilagás del asentamiento Bartolomé de las Casas, con muchos de sus integrantes convertidos en guías turísticos.

El Bañado atesora planicies inundadas donde flotan nenúfares, camalotes y algas, donde crece profusamente la palmera caranday, donde el algarrobo, el quebracho blanco y colorado, el vinal y el palo santo, quedan bajo el agua, dando forma a los curiosos champales, aquellos troncos secos, cubiertos por enredaderas que toman formas llamativas y dibujan laberintos imaginarios en medio de este vergel acuático.

Entre las aves que se destacan en este ecosistema, se encuentran el majestuoso jabirú, zancuda de torso blanco, cuello rosado y pico gigante, garzas moras y blancas; el extraño ñacurutú, un búho grandote con ojos de gato, entre otras especies de lechuzas; las espléndidas espátulas rosadas, el negrísimo biguá y el chajá. También la jacana, que canta como si estuviera riéndose; patos diversos y el legendario urutaú, un ave que se mimetiza a la perfección, tanto, que parece ser parte de los árboles.

Salidas acuáticas

Antes de partir hacia el Bañado es esencial, además de haber chequeado el nivel de las aguas, llevar agua potable, botas de lluvia, sombrero, protector solar y repelente. Además, en todo momento hay que estar atentos a la presencia de víboras, yacarés y arañas. Y, fundamentalmente, tener en cuenta que los mejores momentos son al amanecer y al atardecer, que se caracterizan por el trinar de miles de aves acuáticas, rompiendo el profundo silencio del lugar.

La actividad principal para disfrutar esta experiencia es recorrer el humedal en una piragua o canoa acompañados por botadores locales. Las navegaciones son tranquilas, permiten avistajes más safaris fotográficos.

Los recorridos por el Bañado se reparten entre dos lugares, ambos ideales para navegar y avistar fauna. Uno es el Vertedero, el sitio más accesible, ubicado a 45 kilómetros de Las Lomitas, sobre la ruta 28. Es una obra hidrovial del año 2012, construida para el manejo del agua mediante un sistema de compuertas. El Vertedero, lugar muy elegido por pescadores, es un espejo de agua repleto de troncos secos que asoman sus ramas, donde se posan cientos de aves.

El otro rincón es Fortín La Soledad, un pequeño paraje que se formó a raíz de las inundaciones del Bañado, ubicado a 65 kilómetros de Las Lomitas, al que se llega por un camino de tierra. Fortín la Soledad fue creciendo a medida que el Bañado fue ganando espacios. Hoy viven por acá unas ochenta familias, que mantienen el mismo estilo de vida que antaño. Tienen sus criaderos de cerdo, de chivos, de cabra, ovejas y huertas.

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Cómo llegar

Al lugar se puede acceder desde las Lomitas, ubicada a unos 300 km de la ciudad de Formosa, por la ruta 28, que está asfaltada. Otra posibilidad es hacerlo desde Fortín La Soledad, ubicada a 70 km de Las Lomitas, y desde allí tomar la ruta 32 hacia el norte, con un tramo de 30 km. Desde Laguna Yema se toma la ruta 37 y se recorren unos 30 km.

Cuándo ir

La mejor época de navegación es de abril a septiembre, mientras que de octubre a diciembre, suele ser el período de mayor sequía, lo que permite recorrerlo en vehículos, a caballo o incluso a pie.

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