La Organización Mundial de Salud (OMS) dio a conocer –como cada año– el manual de nuevas enfermedades que, entre otras patologías, incluye esta vez a la adicción a los videojuegos, una problemática de salud mental que según afirman expertos creció exponencialmente con la pandemia.
Priorizar el juego sobre otros aspectos de la vida cotidiana, cambios en la conducta y problemas en las relaciones interpersonales, así como también la pérdida de control sobre la frecuencia y duración, son algunos de los aspectos que inciden en los cuadros de esta adicción moderna.
“Debe ser evidente durante un período de al menos 12 meses para que se asigne el diagnóstico, aunque la duración puede acortarse si se cumplen todos los requisitos y los síntomas son graves. El diagnóstico de trastorno por uso de videojuegos puede ser asignado sólo por los médicos profesionales”, advierte Vladímir Pozniak, experto en sustancias psicoactivas y adicciones de la OMS.
El problema está más extendido en países como China o el Reino Unido, donde hace dos años se abrió el Centro Nacional de Trastornos del Juego, primera clínica específica en abordar esta patología. En Argentina, aún no hay estadísticas, pero la temática comienza a visibilizarse.
“La decisión de la OMS fue una respuesta a la tendencia que se venía registrando respecto a las consecuencias que puede generar la hiperconectividad, situación que se vio potenciada producto de los aislamientos y distanciamientos provocados por la pandemia en todo el mundo”, afirmó el defensor del Pueblo Adjunto, Walter Martello, quien tiene a su cargo el Observatorio de Adicciones.
Las últimas estadísticas muestran que, en la Argentina hay más de 19 millones de jugadores, lo que equivale a nada menos que el 42% de los habitantes, según Asociación nacional de Deportes Electrónicos y Electromecánicos. La cantidad en gamers en pandemia se estima se incrementó en un 20%, aproximadamente.
Según la OMS el denominado “Trastorno de los Juegos” se encuentra en la categoría de enfermedades relacionadas con comportamientos adictivos que suelen sufrir algunas personas. Es importante aclarar que al igual que con otras enfermedades adictivas, no es el uso lo que se condena, sino el abuso con características patológicas.
Desde la Defensoría creen que la adopción de políticas que apunten a la prevención resulta perfectamente compatible respecto a la importancia económica que tiene la industria de los videojuegos en la Argentina: una actividad pujante que moviliza cerca de 90 millones de dólares al año e involucra alrededor de 2000 empleos de alta de calificación. Los videojuegos no sólo implican diversión, también tienen un enorme potencial educativo y cultural.
La adicción a los videojuegos se encuentra dentro de la clasificación de Trastornos mentales, conductuales o del neurodesarrollo. En su definición, desde el organismo de las Naciones Unidas especializado en gestionar políticas de prevención, promoción e intervención en la salud explican: “Se caracterizan por la repetida incapacidad para resistir un impulso o urgencia de realizar un acto que sea gratificante para la persona”.
Asimismo, no todo uso excesivo es una adicción: la OMS es clara respecto a que la adicción solo debería ser diagnosticada si dura al menos un año y si perjudica significativamente la habilidad del jugador para desenvolverse en la escuela, el trabajo o entre sus familiares y amigos.
Guía para un uso responsable y moderado
Ante el aumento de consumo de pantallas y videojuegos en pandemia detectado desde el Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría de Pueblo de la Provincia, elaboraron –junto con el Observatorio de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes– una “Guía de Seguridad y Desescalada Digital”, para “contribuir al uso responsable y moderado de videojuegos”, en seis pasos.
Observate. Identificá qué cosas hacés con el celular, las redes sociales o los videojuegos que antes del confinamiento no hacías. Detectar las áreas de mejora y suprimir conductas adquiridas: dormir con el celular, cambios de horarios por jugar o visitar sitios de streamer.
Conocé bien tus rutinas. De los cambios observados, centrate en aquellos rutinarios que implicaron el aumento del uso de pantallas. Tratá de conocer qué los provocó y cuándo se agudizan.
Establecé tus objetivos. Fijá de forma realista pero ambiciosa la nueva situación deseada tras el proceso de desescalada, para volver a un uso habitual o moderado, con objetivos parciales.
Generá una estrategia. Cambiá costumbres, recuperá horarios habituales a tus actividades, medí los avances. Creá rutinas de ocio no digital, desactivá notificaciones o dejá el celular fuera de tu vista.
Compartí tus metas. Hacé conocer a tu entorno tu voluntad en cambiar ciertos hábitos, y pediles colaboración.
Revisá tu plan. Periódicamente medí los avances, identificá y cambiá lo que no va bien.