Escalada deportiva: “Me paro, miro el patio y digo: ‘¿Cómo me siguieron con este capricho?’”

Valentina Aguado, de 20 años, es la mayor exponente argentina del deporte que hizo su estreno olímpico en los Juegos de Tokio. Estuvo en Buenos Aires 2018, sueña con París 2024.

En acción. Valentina Aguado durante el Mundial que en septiembre se desarrolló en Moscú. - Instagram: @carolcoelho -

Por Gastón M. Luppi, de la redacción de DIB

Con su participación en el Campeonato Panamericano de Ecuador, Valentina Aguado está cerrando su año de competencia, sin duda un 2021 muy especial para el deporte que practica: la escalada deportiva. Ganadora días atrás del Campeonato Argentino de Boulder en La Plata, la representante argentina en los Juegos Olímpicos de la Juventud, Buenos Aires 2018, disfruta el crecimiento de la disciplina que este año debutó en los Juegos Olímpicos de mayores, y por supuesto se ilusiona con poder estar presente ella en París 2024.

“Es lindo ver cómo crece el deporte. Se hacen campeonatos en distintos lugares del país, lo cual es superatractivo y bueno para que se sume más gente”, le decía Aguado a la Agencia DIB, días atrás, tras su consagración en La Plata. “Los últimos años ha crecido muchísimo y por lo menos si te encontrás a alguien en la calle y le decís que hacés escalada, ahora saben qué es. Antes me pasaba que se te quedaban mirando”, dice entre risas la deportista de San Luis.

Con 20 años ahora, Aguado comenzó a practicar escalada deportiva a los 9. “En un principio era un juego”, admite. “Al año de comenzar a escalar empecé a competir en provinciales, regionales y nacionales. Y en el 2014, 2015, fueron las primeras experiencias internacionales. De a poco, sin darme cuenta, entre juego y demás, se empezó a hacer más profesional, se empezaron a abrir más puertas”. Y sin lugar a duda, la inclusión de la escalada en los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2018 marcó un antes y un después, no solo en Argentina, sino a nivel global. “El hecho de que se haya vuelto olímpica fue algo increíble, un boom”, sintetiza.

Sin antecedentes de escaladores en casa, pero con “familia siempre fue muy activa, muy deportista”, Aguado empezó a escalar “en un murito en San Luis, el único que había en ese momento. Después abrieron uno o dos más y el Gobierno construyó otro”. Sin embargo, poco antes de los Juegos de la Juventud, “por cuestiones personales”, se quedó sin lugar donde entrenar. “Y tuve que levantar un muro en mi casa, que es donde entreno hasta hoy. Es un muro de 4 por 5 metros, rebatible. Está en el patio y en tiempos de pandemia me salvó la vida, porque me permitió no dejar de entrenar”.

Sin el antecedente de escaladores en la familia, obviamente, mucho menos había conocimiento de cómo construir un muro. “Tengo la suerte de que me hayan apoyado siempre. En cada paso que quiero dar, en cada decisión, siempre están ahí, apoyándome”. Y se sincera: “Hasta el día de hoy que me toca entrar, sacar los colchones, o todo ese tipo de cosas referidas al muro, me paro, miro el patio y digo: ‘¿Cómo me siguieron con este capricho?’. La verdad es que en ese momento el muro fue algo que necesitaba, y hasta el día de hoy lo necesito. Pero mi familia confió ciegamente en todo y cada vez están más adentrados en el deporte, que encima es poco común y no se sabe mucho”.

La escalada deportiva ingresó al mundo olímpico (tanto en Buenos Aires como en Tokio) con una prueba que combina tres variantes: velocidad, boulder y dificultad. En Buenos Aires 2018 las competencias se realizaron en el Parque Urbano montado en Puerto Madero. Y allí se vivió una atmósfera espectacular, a tono con la impronta urbana-juvenil con la que el Comité Olímpico Internacional busca darle una refrescada a los Juegos.

“Recuerdo el primer día que me tocó salir a competir”, cuenta Aguado. “Estaba muerta de nervios, puse un pie en el escalón, y cuando me tocó salir al escenario, la gente estaba gritando, fue increíble. No pensé que fuera a haber tanta cantidad de gente mirando escalada, y eso fue un plus para el deporte en Argentina, ya que permitió que se conociera y que siguiera creciendo”. Esa experiencia a los 17 años, “con otro tipo de experiencias internacionales, me ayudó a terminar de decir: ‘Esto es lo que me gusta’”. Y al borde de la emoción describe sus sensaciones de representar al deporte argentino: “Me encanta llevar la camiseta argentina, es algo que disfruto. Es un orgullo cada vez que me toca hacerlo, y es siempre como si fuera la primera vez. Me costó mucho tener el uniforme del Comité Olímpico, y cada vez que me lo tengo que poner lo llevo con mucho orgullo. Quiero seguir llevando la bandera lo más que pueda”.

El camino a recorrer

“Desde que empecé a escalar fue un juego y hasta el día de hoy lo es, pero sin darte cuenta se volvió todo más profesional, con sus pros y sus contras. Por suerte estamos logrando que el deporte crezca, intentando dejar un camino para las próximas generaciones”, reitera Aguado a la Agencia DIB. El objetivo es “abrir camino para las próximas generaciones”, aunque no es fácil. “Todavía nos falta muchísimo para igualar el nivel internacional, tanto en infraestructura como en cantidad de deportistas y el nivel que tenemos, pero hay que seguir trabajando”, admite.

A nivel olímpico de mayores, sin presencia argentina la escalada debutó en estos Juegos Olímpicos de Tokio, para los que Aguado se quedó muy cerca de clasificar. “Intentamos clasificar, pero no se nos dio. Apuntábamos al Panamericano que se hizo a principios del 2020. Estuvimos bastante cerca en la primera ronda, logré clasificar primera, pero en la final se descuajeringó todo y lamentablemente… Así es el deporte, a veces se gana, otras veces se aprende”.

Al estreno olímpico “tocó verlo de afuera”, por televisión. “La verdad, no me perdí ni una sola parte. Fue muy lindo ver el debut de la escalada en un olímpico adulto, ver la escalada dentro de la Villa, atletas tan reconocidos que pudieron disfrutar de ese espíritu olímpico. La escalada tiene una comunidad que es admirable, muy linda para compartir. Y que se nutra de los valores olímpicos para mí es muy lindo. Espero tener la posibilidad de vivir otro juego en un futuro”, anhela. “Estamos entrenando y haciendo el intento para lograr llegar a París. Va a ser muy difícil, pero estamos con muchas ganas y con los objetivos claros para intentar dar lo mejor”.

Valentina Aguado y Lautaro Sánchez, ganadores del Campeonato Argentino de Escalada Deportiva en La Plata. – AEBA –

Velocidad, dificultad y boulder

Para poder ingresar al programa olímpico, tanto en Buenos Aires 2018 como en Tokio 2020, la escalada propuso una prueba combinada, competidores que debían participar en velocidad, dificultad y boulder. “Es muy difícil encontrar a un deportista que se especialice en las tres disciplinas. Con mucho trabajo varios atletas lograron hacer un muy buen desempeño en las tres, pero es una desventaja para todos. Más que nada velocidad, la que más cuesta dentro de los deportistas”.

Sin embargo, ya en París 2024 no será igual, y eso acrecienta las chances de los argentinos, que no se especializan en la prueba de velocidad; es muy difícil de practicar en el país, que casi no tiene muros para esa modalidad. “Para París 2024 se logró separarlas: boulder y dificultad por un lado, y velocidad por el otro. Va a ser muy entretenido ver a los mejores velocistas por un lado, y por otro a los escaladores que se destacan en boulder y dificultad”.

En el caso de Aguado, para las competencias prefiere la modalidad boulder, que consiste en alcanzar distintas zonas dentro de un circuito en muros más bien pequeños. “Si se trata de dificultad, el entrenarlo me encanta, porque disfrutás de la esencia misma de la escalada”. En esta última, son muros más alto, y gana el competidor que alcanza la mayor altura. La diferencia con velocidad radica en que ésta se desarrolla sobre muros entandarizados a nivel mundial (iguales en todos lados) y gana aquel que en unos poquísimos segundos alcanza la parte más alta.

Al momento de describir a su deporte, Aguado cree que “el escalador se asombra siempre de cada mínima cosa que haya en las competencias; eso es muy lindo de ver”. Y grafica: “La escalada tiene algo que es muy bueno: siempre se encuentran circuitos distintos, está muy bueno jugar con la creatividad, cada deportista resuelve los circuitos de forma distinta, cada uno se las rebusca. Está muy bueno el juego mental, ese juego de que corrés contra el reloj. Y uno se pone en el lugar de ese deportista, se imagina ahí. Te transpiran las manos, intentás vivir lo que el otro está haciendo y ves el aguante que tiene la persona para intentar llegar lo más alto posible. El ver que una persona se cayó y cómo otra la va luchando, y la va luchando”.

La visualización, una característica

Una de las particulares del boulder es que el recorrido, el diseño del muro, es una incógnita. Minutos antes de la competencia, se reúne a los deportistas y todos juntos, en un mismo momento, toman contacto con la pared. “La parte del aislamiento antes de competir es clave, es muy importante que ningún deportista tenga ventaja frente a otro respecto de contar con información de lo que se les va a presentar”, explica Valentina Aguado.

Cuando se descubre el muro los competidores comparten la visualización. En esa instancia se consultan entre sí, se preguntan de qué manera atacar al muro. “Es algo muy propio de la escalada, ahí te das cuenta del espíritu que hay. Hay mucho compañerismo y está bueno compartir con el otro, ver qué piensa, qué pienso yo, cómo se puede hacer. En definitiva, es una competencia y gana el que lo hace mejor, sin intentar buscar ningún tipo de ventaja ni nada. Eso es propio del espíritu de la escalada, que es superlindo y te permite compartir muchísimo”. (DIB) GML