Los virus de papiloma humano (VPH o HPV por sus siglas en inglés) se transmiten principalmente por vía sexual y son muy comunes en todo el mundo. Se estima que hay, aproximadamente, 660 millones de personas infectadas con alguna de sus variantes a nivel global.
Entre los más de 200 tipos de VPH que existen, algunos de ellos son causantes de ciertos tipos de cáncer, como el de cuello de útero, la cuarta causa más frecuente de cáncer en la mujer. Sin embargo, es una enfermedad que se puede prevenir y también curar, si se detecta a tiempo y se trata adecuadamente.
Se estima que más del 80% de las personas sexualmente activas adquirirán al menos un tipo de VPH en algún momento de su vida ya que es un virus de fácil transmisión a través del contacto piel con piel o durante las relaciones sexuales. Si bien el 90% de las infecciones desaparecen por sí solas en un período aproximado de dos años, las variantes de HPV 16 y 18 son causantes del 70% de los cánceres de cuello uterino.
La mayoría de las veces, la infección por VPH no presenta síntomas evidentes y el sistema inmunológico se encarga de eliminar el virus de forma espontánea. Algunos VPH de bajo riesgo pueden producir verrugas en los genitales o región anal, que son protuberancias o abultamientos de diversos tamaños y en casos graves pueden tener forma de «coliflor».
Las verrugas se pueden tratar, aunque pueden volver a aparecer si el sistema inmunológico de la persona no ha eliminado totalmente el virus. Sin embargo, las variantes de alto riesgo no suelen generar síntomas en los estadíos tempranos de la infección, allí reside la importancia de un diagnóstico a tiempo.
El diagnóstico
En la actualidad, existen dos tipos de pruebas para detectar el VPH: la prueba de Papanicolau (comúnmente llamado PAP) y el ensayo molecular para el Virus del Papiloma Humano.
El Papanicolau es un examen de las células del cuello del útero mediante microscopía por un citólogo entrenado. Este análisis permite detectar alteraciones en las células del cuello del útero antes de que se desarrolle el cáncer.
Es recomendable que todas las mujeres y varones trans se realicen el PAP anualmente, ya que cuenta con una sensibilidad del 55% para la detección de lesiones precancerosas y cáncer. Si el resultado es negativo significa que no se detectaron lesiones en el cuello del útero. Si el resultado del PAP es anormal o con alteraciones significa que hay algún tipo de lesión que es necesario evaluar y de confirmarse, iniciar el tratamiento. El PAP se realiza de forma gratuita en los centros de salud y hospitales de todo el país.
Por su parte, el ensayo molecular para el VPH es una prueba que detecta la presencia de ADN del VPH. Existen distintas tecnologías para realizar la detección, pero todas detectan la presencia de los virus de alto riesgo y algunas incluso identifican qué tipo/s se encuentran presentes en la muestra, un proceso conocido como genotipificación del virus.
Silvio Tatti (MN 54387), presidente de la Sociedad Argentina para el estudio del virus del papiloma humano SAEVPH, explica “el papanicolaou no diagnostica VPH sino las lesiones que este produce, es un test muy bueno con 70 años de antigüedad. Sin embargo, en países como Estados Unidos, han sido suplantados por los test moleculares de VPH para la prevención del cáncer de cuello uterino. Los test moleculares son clínicamente más útiles ya que permiten realizar una estratificación del riesgo, es decir, diagnosticar con certeza si la persona padece los subtipos 16 o 18, variantes responsables en Argentina del 70% de los cánceres de cuello de útero”. (Vida y Salud Hoy/DIB)
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