Caso Caraccioli: una pueblada que sacudió a Madariaga pero que no pudo con la impunidad

En febrero de 2003 el crimen de un joven de 24 años terminó con el pueblo en la calle. Pese a la remoción del comisario y varios efectivos, a los que se los acusaba de liberar la zona, los acusados del asesinato terminaron al poco tiempo en libertad.

Alrededor de 3.000 personas rodearon el palacio municipal y luego caminaron dos cuadras hasta la comisaría. Entre gritos, empujones y baldosas que volaron contra el edificio, reclamaban no solo justicia por el asesinato de Andrés sino la renuncia del comisario y de todos los efectivos involucrados. La presencia del intendente en el lugar, pareció calmar las aguas. Prometió una rápida intervención y anunció la remoción de los policías implicados. Pero horas más tarde, otra manifestación arremetió contra la comisaría, por ese entonces custodiada por la Infantería. Y ya en la noche de General Madariaga, mientras los familiares despedían los restos de la víctima, un grupo que seguía indignado, atacó y rompió vidrios de la casa particular del jefe comunal, Adrián Mircovich.

Eso de dejar el auto sin seguro, la bicicleta sin candado o dormir con la puerta de la casa sin llave eran hábitos que allá por 2003, seguían siendo en el interior una sana costumbre. Sin embargo, en estos pagos gauchescos la luz de alarma ya se había encendido y los vecinos venían preocupados por una serie de robos. “Hay que devolverle la tranquilidad al pueblo”, reclamaban en la manifestación, al pedir que lleguen al lugar el gobernador Felipe Solá y su ministro de Seguridad, Juan Pablo Cafiero.   

A la jornada caliente que terminó en la “primera pueblada” que se recuerde en la ciudad cercana a la costa atlántica se llegó tras la muerte de un joven después de un asalto. Se trataba de Andrés Caraccioli, el hijo de una familia conocida de la zona que se dedica a la cría de aves y a la comercialización de huevos.

El joven de 24 años estaba en la puerta de la casa ubicada a 200 metros de la avenida principal junto a su hermano cuando minutos antes de la medianoche tres encapuchados llegaron al lugar. Tras amenazarlos para que entreguen dinero, los golpearon y sin que Andrés se resista, un balazo de un calibre 45 terminó en su cuello. Pese a que fue trasladado de urgencia a un hospital marplatense, murió horas después.

Escenario violento

A la triste noticia de la muerte del joven le siguió la pueblada. Y a eso al reemplazo del oficial Leandro Castrillón, a cargo de la comisaría. También fueron desafectados 38 efectivos. Es que al asesinato le precedían otros hechos violentos: un sereno de una estación de servicio herido con un disparo en el estómago; dos abuelos salvajemente golpeados en un asalto; y varios robos en campos con faena de animales. Todas las críticas apuntaban a Castrillón, que había llegado a Madariaga tres meses antes, según recuerda en sus páginas el diario El Mensajero de la Costa.

Las manifestaciones también pusieron en jaque al jefe comunal. “Si el problema de la seguridad en Madariaga es este intendente, en este preciso momento voy a presentar mi renuncia”, lanzó Mircovich para buscar calmar a los vecinos. Al final, viajó a La Plata, se reunió con Solá y no renunció. Se fue al terminar su mandato ese mismo año.

La investigación por la muerte de Caraccioli quedó en manos de policías de Dolores, y quien asumió como comisario fue Eduardo Swirski, que ya había estado a cargo de la seguridad de los 19.000 habitantes de Madariaga años atrás. Con esa decisión, las autoridades descomprimieron el malestar social.

A eso se sumaron diversos allanamientos en barrios periféricos de Madariaga y del vecino distrito de Pinamar. Hubo detenidos, con antecedentes penales, aunque lo que pasó en los meses posteriores es una escena que a veces se repite y que indigna a la sociedad. Los acusados caminando por las calles de ese “pueblo gaucho”, famoso por sus artesanos, payadores, museos y actividades culturales. La impunidad, en este caso, se anotó una victoria. (DIB) FD

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