Cáncer de mama: las mujeres llegan con estadios más avanzados al sector público

Detectado a tiempo, el cáncer de mama es una enfermedad curable, y gracias a las mejoras en el proceso de diagnóstico y a los avances terapéuticos, la perspectiva respecto de la sobrevida y la calidad de vida de las mujeres ha mejorado sustancialmente. Sin embargo, la Argentina es uno de los países de Latinoamérica donde menos se visualizan estas mejoras y, además, el pronóstico de las mujeres con cáncer de mama difiere según el subsistema de salud en el cual se atienda. 

En ese sentido, un nuevo informe de la Universidad ISALUD, fundada por el exministro de Salud, Ginés González García, expone diferencias en el diagnóstico temprano y el tratamiento disponible entre los distintos subsectores de salud en Argentina (público, seguridad social y privado) y visibiliza la existencia de barreras estructurales, socioculturales, personales y financieras para el acceso oportuno; todos factores que afectan los resultados en salud de las mujeres que padecen esta enfermedad. 

“En Argentina, se invierte en prevención y diagnóstico solo el 7% del presupuesto destinado al cáncer de mama, mientras que se asigna el 93% restante a su tratamiento”, sostuvo Natalia Jorgensen, economista, investigadora de ISALUD y consultora en temas vinculados a Economía de la Salud. 

“Sin embargo, las tasas de curación más elevadas, por encima del 80% se dan al acortar los tiempos de diagnóstico, lo que permite -sostienen los especialistas- tratar el cáncer cuando el tumor es más pequeño y no se ha diseminado a otras partes del organismo. Este aspecto ya refleja la necesidad de repensar la planificación y distribución de recursos”, amplió.  

Por su parte, Rubén Torres, médico especializado en Sistemas de Salud y Seguridad Social y Rector de la Universidad ISALUD, consideró que “el diagnóstico de tumores más pequeños permitiría aplicar tratamientos menos agresivos y de menor duración, por lo que se necesitarían menos mastectomías y quimioterapias, con un impacto inferior en esferas claves como la fertilidad, el desarrollo personal, secuelas del tratamiento a mediano y largo plazo y la productividad laboral”. 

En países centrales como el Reino Unido y Alemania, el tiempo que transcurre entre la detección del cáncer de mama y el inicio del tratamiento es de 14 y 15 días, respectivamente. En Argentina, en cambio, el plazo rondaría las 8 semanas, con demoras de hasta tres meses entre la primera consulta y la realización de la mamografía. 

Esta última cifra proviene de una encuesta cualitativa a 22 oncólogos, jefes de servicio de oncología y patología mamaria en hospitales públicos y privados de CABA (12), GBA y del interior (10). En total, los servicios incluidos en la muestra atendieron a 40.037 pacientes, 24.962 en el sector público y 15.075 en el sector privado. 

Asimetrías entre los subsectores

Esta iniciativa, que formó parte de la investigación de ISALUD, también reveló grandes asimetrías en el acceso a la salud entre las pacientes con cáncer de mama que se atienden en los sistemas público y privado. Un claro reflejo de esa desigualdad y violencia institucional es que el porcentaje de mujeres con cáncer de mama que se atiende en el sector público y cuya enfermedad se encuentra en estadio avanzado más que duplica al de las mujeres en el sector privado (31% versus 14%). 

Cuando se consultó acerca de las tres principales causas de encontrar estadios avanzados en la primera consulta, el 60% de las veces tenía que ver con falta de cultura de cuidado de la propia salud, que está vinculada directamente con una cuestión de género, desconocimiento del autoexamen mamario y falta de campañas de detección. 

“Barreras de todo tipo”

La encuesta indagó sobre distintos tipos de barreras de acceso a la salud y, entre las barreras estructurales, se observaron elevados tiempos de demora para la atención y el acceso a los tratamientos, ubicación geográfica de los servicios, escasez de medicamentos esenciales, personal insuficiente o con falta de capacitación y redes de derivación deficientes. 

Algunas barreras socioculturales detectadas fueron mitos y prejuicios, discriminación, clase social, estigma e ideas erróneas sobre el tratamiento, mientras que las barreras personales fueron desconfianza en el sistema de salud, temor al diagnóstico, ignorancia sobre temas de salud y obligaciones familiares y laborales. Entre las financieras, se destacaron los gastos de bolsillo, costos indirectos (como el transporte) y el temor por los posibles ingresos perdidos por ausencia al trabajo. 

“Las barreras estructurales están muy relacionadas con la oferta de servicios y la calidad de los mismos, mientras que las socio-culturales y personales, con el nivel educativo, la posición socioeconómica de la mujer y su entorno familiar y laboral”, afirmó Gustavo Jankilevich, médico oncólogo, Jefe del Servicio de Oncología del Hospital Durand. 

Tal como refirió Rubén Torres, “las conclusiones del relevamiento son preocupantes, ya que existe una elevada correlación entre el estadio de la enfermedad al momento del diagnóstico y la sobrevida a los cinco años: la mediana de sobrevida a 5 años en estadios avanzados es de solo el 25% contra una del 85% cuando el tumor se diagnostica en estadios tempranos”. 

Respecto de la disponibilidad y administración de medicamentos, entre los respondientes del sector público, más del 70% indicó haber tenido interrupciones de suministro de drogas por más de 3 semanas en comparación con el 11% en el sector privado. “La continuidad del tratamiento es tan importante como el acceso a este; es uno de los factores claves en los resultados en salud, por lo que sin lugar a dudas es necesario abordar y corregir estos desvíos”, consignó Torres. (Vida y Salud Hoy/DIB)

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