
Brasil vive el peor momento de la pandemia de coronavirus, con su sistema de salud al borde del colapso. Ayer miércoles se registraron 2.286 muertos, récord absoluto hasta el momento, y el total de fallecidos ya supera los 270.000. Es el segundo país con más víctimas fatales de Covid-19 en el planeta, solo superado por EE.UU. Un epidemiólogo brasileño afirmó que el país “es una amenaza para la humanidad y un laboratorio a cielo abierto, donde la impunidad en la gestión parece ser la regla”, mientras el presidente Jair Bolsonaro -que llamó al coronavirus “una gripecita”- se niega a tomar medidas contra el avance de la enfermedad y la vacunación avanza con cuentagotas.
“La pelea contra la Covid-19 se perdió en 2020 y no hay la más minima oportunidad de revertir esta trágica circunstancia en la primera mitad de 2021”, aseguró a la agencia AFP el epidemiólogo Jesem Orellana de Fiocruz/Amazonia.
“Lo mejor que podemos hacer es esperar el milagro de la vacunación masiva o un cambio radical en la administración de la pandemia”, aseguró, y añadió que “hoy, Brasil es una amenaza para la humanidad y un laboratorio a cielo abierto donde la impunidad en la gestión parece ser la regla”.
El 5 de marzo, el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló que el fracaso de Brasil en el manejo de la pandemia se ve cada vez más como una preocupación no solo por sus vecinos latinoamericanos, sino también como una advertencia para el mundo. “En el conjunto del país, el uso agresivo de medidas de salud pública, de medidas sociales, será muy muy crucial”, afirmó. “Sin hacer cosas que tengan un impacto en la transmisión o supriman el virus, no creo que pueda haber una tendencia a la baja en Brasil”.
Pacto nacional
La situación llevó a que gobernadores de 21 de los 27 estados brasileños pidieran ayer miércoles un “pacto nacional” entre los tres poderes para “reforzar” la lucha contra la pandemia. “El coronavirus es hoy el mayor adversario de nuestra nación. Necesitamos evitar el total colapso de los sistemas hospitalarios en todo Brasil y mejorar el combate a la pandemia”, destacaron los dirigentes regionales en una carta conjunta. Asimismo, propusieron la creación de un “comité gestor” que contaría con la participación de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como de los gobernadores y los alcaldes, y que sería asesorado por un grupo de “especialistas” sanitarios.
El gobernador del estado de Piauí, Wellington Dias, dijo a The Associated Press que, a menos que se alivie la presión sobre los hospitales, cada vez más pacientes tendrán que pasar la enfermedad sin una cama en un hospital ni la esperanza de recibir tratamiento en una unidad de cuidados intensivos. “Hemos llegado al límite en todo Brasil; raras son las excepciones”, afirmó Dias, que dirige el foro de gobernadores.
En tanto, cada estado fue decidiendo medidas por su cuenta con total “libertad” por parte del Gobierno federal. Así, este jueves se informó que San Pablo cerrará escuelas e iglesias y prohibirá los partidos de fútbol, todas actividades que continuaron funcionando desde el comienzo de la pandemia.
Bolsonaro dijo por su parte a periodistas que el toque de queda es “una afrenta inadmisible” y que incluso la OMS cree que los confinamientos “no son adecuados” porque afectan de manera desproporcionada a los pobres. Mientras tanto su Gobierno sigue buscando soluciones alternativas que por el momento no han servido para nada más que para alimentar las falsas esperanzas. Se gastaron millones de reales en producir y distribuir pastillas contra la malaria, que en estudios rigurosos no mostraron ningún beneficio. Sin embargo, el presidente respaldó este medicamento. También apoyó el tratamiento con dos fármacos para combatir los parásitos. También envió un comité a Israel para evaluar un espray nasal no probado que ha calificado de “producto milagroso”. (DIB) MM
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