Margarita Celina Herlein, la viuda que envenenaba por aburrimiento

Ricardo Janush falleció en diciembre de 1977 víctima de una extraña y dolorosa enfermedad. Sus parientes sospecharon: con éste, la mujer ya había enterrado a tres maridos y alguno que otro amante.

Por Marcelo Metayer
de la redacción de DIB

Araceli González cierra la puerta del dormitorio y su cara de insatisfacción lo dice todo. Esa vida, con un marido insípido, no es para ella. Tiene que liberarse. Y elige el camino más drástico. Ella es Margarita Herlein, “probadora de hombres”, quien a lo largo de uno de los episodios más vistos del ciclo Mujeres asesinas mata a tres maridos con un poderoso veneno antes de ser arrestada.

Ese capítulo de la serie que contó historias reales de crímenes con toque femenino tuvo un pico de rating de 23,4 puntos y superó al por aquel entonces (2005) imbatible ShowMatch. Gran parte del atractivo estuvo en la misma Araceli, que durante gran parte de la emisión exhibe generosamente su piel.

La Margarita real, como la del programa de TV, actuó como lo que se denomina comúnmente viuda negra: se casaba con hombres para luego asesinarlos. Pero su motivación no era la codicia, sino algo más cercano al aburrimiento. Ella se hastiaba de los hombres y los eliminaba. Recién la descubrieron tras la muerte de su tercer marido, el único homicidio que ella admitió siempre. Aunque en el medio también hubo amantes y muertes sospechosas.

No fue fácil conseguir datos sobre esta mujer, nacida en Coronel Suárez allá por 1936, y condenada a prisión perpetua por el crimen de su tercer marido, Ricardo Máximo Janush, en 1979. Su historia se mezcla con la del personaje y es preciso acudir a viejos archivos para rescatar a la “probadora de hombres”.

“Una película de mal gusto”

Todo comenzó en su Suárez natal. Allí, se casó con Juan Gebel en 1953. Ella era una adolescente de 17 años; él tenía diez años más. Entre 1957 y 1958 tuvieron dos hijos. Según cuenta Marisa Grinstein en el primer volumen del libro del programa Mujeres Asesinas, el nacimiento de su segundo vástago “fue el detonante de una crisis que Margarita no supo cómo superar. Veía toda la escena familiar de su propia vida como si se tratara de una película de mal gusto, una película estúpida acerca de una mujer que tiró todo por la borda a cambio de un marido vulgar, dos hijos insignificantes y una casa fea. No podía haberse hecho algo así a ella misma”.

En ese momento pasaron dos cosas. Primero Margarita buscó salir de ese cansancio en los brazos de un amante, un tal Carlos García. Segundo, empezó a formarse en su cabeza la idea de desembarazarse de Gebel.

¿Cómo pudo una chica de familia alemana de Coronel Suárez, con una educación católica rigurosa, llegar a pensar en envenenar a su esposo? Muchos años después, cuando Herlein (“la Herlein” o “la Janush”, dice el expediente) fue condenada a cadena perpetua, el juez diría que tenía una “constitución psicopática que implica de por sí un cierto desequilibrio psíquico”. La cuestión es que a principios de los años 60 solo pensar en un divorcio era imposible, además de un escándalo de proporciones. Margarita debe haber sentido que la única salida era la definitiva, la muerte.

La Parca estuvo a punto de ayudarla en 1962, cuando Gebel tuvo un terrible accidente en la ruta. Sin embargo, con mucha dificultad, salió adelante. Entonces la todavía joven madre (solo tenía 26 años) tomó la determinación de acudir al veneno. Si sus pasos fueron como con su último esposo, utilizó un raticida en base a talio mezclado en la comida o la bebida.

Juan Gebel fallecería meses después de aquel accidente, de “un cáncer fulminante”, según los registros médicos. Por aquel momento nada hizo sospechar una mano siniestra.

Vida nueva

La viuda decidió cambiar de aire, dejar ese Suárez que había sido su cárcel, y llevarse a sus hijos a otro lugar. Se mudaron a Olavarría, a unos 190 kilómetros al noreste, para empezar una nueva vida. En el interín desaparece de la historia el amante, Carlos García. Años después se diría que también fue víctima de Margarita y que había muerto “con síntomas algo complicados”.

La cuestión es que Herlein con sus dos hijos pequeños se instaló en una casa que le alquilaba a un carpintero, Abel Vitale. Con el tiempo, Vitale pasó de las visitas para cobrar el alquiler a visitar la cama de Margarita. Terminó mudándose con ella y se casaron allá por 1968. Dos años después tuvieron una hija y Margarita debe haber sentido que se repetía una historia vieja. Pasaron los meses y volvió a tomar la decisión que acabó con su primer matrimonio. Vitale fallecería el 22 de octubre de 1972, una década después de Gebel, “con el diagnóstico de cáncer en la médula espinal y los huesos, el cual no convenció cabalmente a sus familiares”, según el archivo del diario El Popular de Olavarría.

En el interín ella había conseguido otro amante: un músico de sus pagos, Juan Seitz. Luego de la muerte de Vitale ella se aferró a esta relación pero debe haberse cansado también, ya que el violinista y artesano “cayó enfermo y murió en el hospital local, dejando en la familia interrogantes sin respuesta”.

La muerte de Seiz ocurrió en agosto de 1973. Para cualquiera era evidente que pasaba algo raro alrededor de Herlein. Todos los hombres a los que ella se acercaba morían de terribles enfermedades. Sin embargo, alguien se le aproximó sin miedo, atraído por la magnética figura de una mujer de 36 años acostumbrada a seducir. Era Ricardo Máximo Janush, conocido vecino de Olavarría, que marcaría el final de su camino.

Margarita se casó con su tercer marido en abril de 1976. Pero ella volvió a cansarse.

El último veneno

Janush murió el 11 de diciembre de 1977 en el hospital municipal María Ferrer de la Ciudad de Buenos Aires. El diagnóstico, como su viuda preveía, fue una dolorosa y fulminante enfermedad. Pero esta vez las sospechas de familiares y allegados de la víctima llegaron a la Policía y se logró hacer una autopsia. Allí se vio que el hombre había muerto por la “ingestión progresiva de un poderoso raticida”.

El caso reflejado en El Popular de Olavarría, en 1978 y 1979. (Gentileza Juan Canalicchio, del archivo del diario)
El caso reflejado en El Popular de Olavarría, en 1978 y 1979. (Gentileza de Juan Canalicchio, del archivo del diario)

La investigación se dirigió hacia Margarita, que fue detenida el 22 de enero de 1978. El Popular cuenta que “en su confesión señaló que había decidido ultimar a su esposo debido a que según ella éste no satisfacía sus apetencias físicas. Para llevar a término su decisión comenzó a darle pequeñas dosis de veneno diluidas en los pocillos de té que la víctima acostumbraba ingerir por la tarde”.

Margarita Celina Herlein fue condenada a prisión perpetua el 3 de mayo de 1979, sentencia confirmada por la Cámara de Apelación Penal dos meses después.

Terminó presa en la cárcel de mujeres de Azul. Aunque tras las autopsias se halló veneno en los cuerpos de todas sus exparejas, ella siempre reconoció haber matado solamente a Janush.

Ahí se perdió definitivamente su rastro. Hasta que en 2005 su nombre fue rescatado por un programa de televisión y su rostro se confundió con el de Araceli González. Con una diferencia: González es una morocha de ojos marrones, cuando Herlein tenía cabello rubio y espléndidos ojos celestes, que hicieron caer a tantos hombres de los que después se aburrió. (DIB) MM

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