Agustín Destribats: “Quisiera volver, pisar el colchón, luchar y ver cómo me siento”

El luchador cordobés, clasificado a los JJ.OO, cuenta cuán difícil es para su disciplina el regreso a las prácticas.

Por Gastón M. Luppi, de la redacción de DIB.

Entre el 13 y el 15 de marzo Ottawa (Canadá) fue la sede de un torneo de lucha que repartió plazas para los Juegos Olímpicos. ¿En qué andaba el mundo por esos días? Por ejemplo, el 11 de marzo el presidente estadounidense Donald Trump ya había anunciado que cerraba las fronteras del país y Argentina vivía su última semana sin confinamiento. A todo esto, el fin de semana anterior Canadá había registrado su primera víctima fatal a causa del nuevo coronavirus.

En ese contexto, el cordobés Agustín Destribats (22) se convirtió en el último argentino en asegurarse un lugar en los Juegos Olímpicos que, por ese entonces, se iban a realizar estos días. Con el último resto, se impuso en las semifinales de los 65 kilos de la lucha libre y se clasificó a Tokio 2020. Ya con el objetivo cumplido, la vuelta se complicó por el cierre de las fronteras de Estados Unidos. Luego Argentina decretó su confinamiento y el mismo fin de semana el Comité Olímpico Internacional (COI) anunció que los Juegos se posponían.

Destribats pasa estos días en Bialet Massé, donde vive, y durante la semana viaja a Córdoba capital para entrenar en su club. “Hacemos un poco de físico, o salgo a correr. Pero lo importante, que es la lucha en sí, la técnica, no la puedo hacer”, le cuenta a la Agencia DIB. Es que por sus características, la disciplina tiene un regreso mucho más dificultoso que otras: “No podemos hacer contacto con otra persona”, sintetiza. “Sí o sí necesitamos estar con alguien para realizar las técnicas; una entrada a pierna la podés hacer solo, pero con compañero es otra cosa”, explica.

En deportes como el judo, con Paula Pareto a la cabeza, la selección organizó una concentración en Santa Teresita. Aislados, una suerte de “burbuja” les permitió a los judocas regresar al tatami. Sin embargo, en el caso de la lucha se fue dilatando. De acuerdo con Destribats, esa posibilidad se baraja. Es más, Córdoba sonó como destino para el seleccionado, pero por el momento “nada”. Para peor, la situación sanitaria en la provincia tuvo sus idas y vueltas. “Dos o tres semanas atrás estaba todo súper tranquilo, casi no había contagiados. Y ahora se complicó todo. Antes yo podía ir a Córdoba [NdR: a unos 40 kilómetros de Bialet Massé], pero cuando se complicó dieron marcha atrás con los permisos y tuve que tramitar uno especial”.

Agustín Destribats: “Quisiera volver, pisar el colchón, luchar y ver cómo me siento”
Juegos Panamericanos. Agustín Destribats, el año pasado, en Lima 2019. (COA)

Los viajes a Córdoba capital son para entrenarse en el club. Y a la espera de que se pueda llevar adelante alguna concentración con los integrantes de la selección, en Córdoba hay luchadores. “Obviamente no es el mismo nivel que si pudiera venir la selección, que son los mejores de todo el país. En mi club debe de haber más o menos diez compañeros con los que podría entrenar, pero todavía no se puede hacer nada de lucha, no puedo hacer colchón con otro compañero”.

En las redes

A comienzos de julio Destribats publicó en su cuenta de Instagram un texto titulado: “Un año antes”. Allí hace un repaso que se inicia en marzo de 2019, cuando en Bulgaria una contractura en la espalda lo dejó dos semanas fuera del colchón de lucha. En abril llegó la clasificación a los Juegos Panamericanos, aunque el dolor en la espalda se tornó insoportable. “¿Solución? Parar por un tiempo y quizá no volver a luchar”, cuenta en Instagram. “No recuerdo exactamente, pero en esos meses habré entrenado diez días bien. Me desmoralicé, quería regresar, no veía el sentido de continuar y decidí dejar libre la plaza”, sigue el relato. No obstante, fue a los Panamericanos de Lima, concluyó quinto, y a su regreso a Córdoba la voz de los especialistas era coincidente: “Solución, dejar de luchar”.

Pero apareció una alternativa, cuenta en el texto: “Un bloqueo nervioso”. “Tenía que estar dos meses sin hacer ningún esfuerzo”, y por ello se bajó del Mundial de mayores. “Por suerte salió todo bien. Fui al Mundial Sub 23: me fue mal, obvio, no estaba entrenando. Pero no sentí dolor y eso me motivó”. Para entonces, sentía que luchaba “mejor, más suelto”. En Rusia asistió a una concentración, donde se “sorprendió” a sí mismo con su desempeño: “De todos los combates que hacía no perdía ninguno. Esto me dio mucha confianza, le estaba ganando a gente ‘grosa’, me sentía en el mejor momento”.

Sin embargo, una distensión de ligamento de la rodilla izquierda lo alejó del colchón otras dos semanas. Poco después, problemas con una muela y tres días más sin colchón. “No podía creer que siempre había algo que me impedía entrenar. Pero yo seguía, necesitaba mantenerme enfocado”, sigue el texto de Instagram.

Días antes del clasificatorio olímpico, en Canadá también hubo un Panamericano. E iba bien, hasta que apareció otra distensión, esta vez en la rodilla derecha. “No podía ni pisar […] En tres horas tenía que luchar por el bronce […] Si luchaba y me rompía más, no podría participar del clasificatorio olímpico”. En ese momento fueron clave unas palabras del entrenador: luchó y medalla de bronce en treinta segundos. “Estaba feliz pero con mucho dolor y con solo cinco días para recuperarme y afrontar la competencia más importante de mi vida”.

Llegó el domingo 15 de marzo, “el gran día”. “Esa mañana desperté de la peor forma posible: malestar general, dolor en la rodilla, dolor en el cuerpo. A las 8 me pesé y volví a la habitación, donde dormí hasta las 9.30”. Y el texto cuenta cómo dialogaban entre sí los distintos Agustín Destribats: “Agus, a estos Juegos no llegás, será la próxima”. “No, no quiero esperar cuatro años más. Tanto esfuerzo y ¿vas a aflojar ahora? No, salí y luchá”.

Contar la historia

Los últimos párrafos del posteo de Instagram describen cómo fue la clasificación olímpica; imperdibles. Y cierra con una reflexión: “¿Qué aprendí de todo esto? Que en la vida hay obstáculos que superar, depende de nosotros avanzar o abandonar”.

Agustín Destribats: “Quisiera volver, pisar el colchón, luchar y ver cómo me siento”
Victoria en la semifinal del Preolímpico de Ottawa, en marzo. (Tony Rotundo/WrestlersAreWarriors.com)

“Por todo lo que está pasando, uno afloja. O le pasa algo, se siente mal y quiere abandonar todo lo que viene haciendo”, explica Destribats a la Agencia DIB sobre ese texto. “Y fue por eso que quise contar mi historia. En sí, me pasaron muchas más cosas ese año, pero puse lo más importante. Fue un trabajo difícil, fue un año difícil. Tuve un montón de lesiones, no sabía si iba a clasificar, estaba con el tiempo justo. Era más lo que no entrenaba que lo que entrenaba. Pero siempre tuve mi cabeza fuerte y fui para adelante”.

La clasificación a los Juegos de Tokio se dio en marzo de este año, unos cuatro meses antes de que se ponga en marcha la gran cita. E independientemente de todas las circunstancias narradas en Instagram, Destribats cree que llegaba bien a Japón. “Me sentía con mucha confianza. Y podría haber mejorado aún más en estos cuatro meses y hacer un buen papel en las olimpíadas”, opina.

En cambio, ahora, las certezas se fueron perdiendo y no quiere arriesgar cómo puede jugarle la postergación: “Quisiera volver, pisar el colchón, luchar y ver cómo me siento; ir a alguna competencia y probar para ver de verdad cómo estoy, porque ahora sin hacer nada no sé si estaré luchando bien, o mal, si no me habré olvidado todo… Recién cuando luche y vea cómo me desenvuelvo quizá ahí podré dar alguna opinión”.

Con la familia

Sin poder mantener contacto con otros competidores, sin embargo, no todo es físico, técnica o colchón en la puesta a punto de un luchador. Entonces, Destribats ve el vaso medio lleno respecto de su larga estadía en Bialet Massé: “Creo que me hizo bien, hacía un montón de tiempo que no estaba con mi familia. Tuve tiempo con mi hijo, con mi novia, con mis padres, con mis hermanos. Lo máximo que pasaba con ellos eran dos semanas, y enseguida me iba para otro país. Ahora estoy un poco más relajado de la cabeza y sé que si me mandan a otro lado, muchos meses, los voy a poder aguantar”.

A la vista

La Federación Internacional de Luchas Asociadas tiene previstos para finales de año un par de mundiales en los que podría competir Agustín Destribats. Entre el 23 y el 29 de noviembre se desarrollará en Tampere (Finlandia) el Mundial Sub 23. Y entre el 12 y el 20 de diciembre será el Mundial de Mayores en Belgrado (Serbia). No obstante, ambos están lejos. “Ni me preocupo, si total no estoy entrenando”, le dice Destribats a DIB. “Por cómo estoy ahora, para qué voy a viajar si voy a perder. Cuando esté entrenando mejor y me sienta bien, ahí sí me pondré objetivos”.

A corto plazo, la expectativa está puesta en septiembre, para cuando está anunciado el regreso de los vuelos internacionales. “Apenas se abran los vuelos veremos a qué país nos conviene irnos; cualquier país que esté haciendo lucha va a ser mejor que estar acá”. Eso sí, “antes de los vuelos queremos hacer una concentración acá en Argentina, para no viajar tan mal. Ir tocando el colchón por lo menos, hacer un poco de lucha… Pero bueno, todavía no se puede”.

El número 143

Agustín Destribats (30/10/1997) se convirtió en la plaza número 143 para el deporte argentino en los Juegos de Tokio. Así, el país dirá presente en lucha por tercer juego olímpico consecutivo, gracias a las participaciones en 2012 y 2016 de Patricia Bermúdez. Y será el regreso argentino a la lucha masculina, ausente desde Atlanta 1996 (Paulo Ibire). (DIB) GML

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