Una explosión, cuatro muertes, una condena a prisión perpetua y un grito de inocencia

Por Fernando Delaiti, de agencia DIB

Cuando el secretario del tribunal de Trenque Lauquen leyó el fallo, el pequeño recinto estalló en gritos y llantos. De un lado, familiares de las víctimas aplaudían, lloraban y lanzaban frases como “asesino”, “malparido” o “tenés que podrirte en la cárcel”. Del otro, padres y amigos del condenado, entre el silencio y la incredulidad de lo escuchado lo miraban a él, Norberto Adrián Demarco, quien sentado en el banquillo de los acusados y con los ojos vidriosos, movía su cabeza para un lado y otro. Decía “no”. Volvía a mover la cabeza y se secaba las lágrimas para disimular el dolor de haber escuchado 28 años de prisión. Una semana antes, en su última intervención había dicho: “Creí y creo en la Justicia. Soy inocente”. Hoy, desde la cárcel de Urdampilleta, repite lo mismo y grita por su inocencia.

Corría marzo de 2011 y habían pasado casi seis años de aquel fatídico 20 de octubre de 2005, cuando una explosión en una vivienda de la ciudad de Carlos Casares, hoy uno de los centros sojeros de la provincia, terminó con la vida de Virginia Peñaloza, de 26 años, y sus hijos de 6, 5 y 1 año y medio. Tras un largo proceso judicial, Demarco, periodista popular, carismático y dueño de una radio local, fue hallado culpable de cuádruple homicidio. Sin embargo, la prisión efectiva no llegó en 2011, sino tiempo después cuando la apelación a un tribunal de alzada, confirmara el fallo, que quedó firme después en la Corte.

La noche profunda había ganado la jornada en Casares. Era jueves, aquel 20 de octubre, y había cierto revuelo en las calles de la pequeña localidad de la ruta 5 y de 18.000 habitantes. Era el cierre de campaña para las elecciones del domingo, donde se elegirían concejales. A nivel nacional, las miradas estaban puestas en la disputa en las urnas entre Cristina Fernández e Hilda “Chiche” Duhalde. Sería un claro triunfo del kirchnerismo y un principio del fin para el duhaldismo. Tal vez eso, el morbo político, hizo que nadie mire hacia Casares, conmocionada por las cuatro muertes tras la explosión de la humilde vivienda y los ribetes que comenzaba a tomar el caso.

Imagen del juicio que se desarrolló en 2011 en Trenque Lauquen. (Diario La Opinión)

Según la acusación del fiscal, todo comenzó cuando Demarco y Peñaloza, compañeros de trabajo en la radio, fueron en un Renault 6 a buscar a los tres hijos de ella, que estaban en la casa de una abuela. Una vez que llegaron hasta la puerta de la vivienda de la mujer, descendieron a los tres menores y ellos empezaron a discutir a bordo del auto, hasta que Peñaloza ingresó a los gritos a su propiedad seguido por el hombre. Siempre de acuerdo con la imputación, el periodista sacó un bidón con nafta de 10 ó 12 litros del baúl de un Falcon que estaba en el patio de la casa, roció la vivienda y provocó la explosión e incendio. En el juicio, se estimó, que las víctimas se intoxicaron en 60 segundos y murieron carbonizadas en 10 minutos.

A pocos metros de la puerta de la cocina, los vecinos vieron a Demarco revolcándose en el pasto para apagar el fuego de sus ropas, que le produjeron quemaduras. Su versión fue que no existió discusión, se subió al auto y al hacer pocos metros vio el fuego en la casa. Entonces, se bajó rápidamente del vehículo para ayudar, pero no pudo hacerlo, y como su ropa comenzó a incendiarse gritó por ayuda. Cuando llegaron los bomberos, ya no había mucho por hacer. El horror estaba consumado.

Para el fiscal, estuvo clara la participación de Demarco en el hecho, que mintió, se cambió el pantalón para hacer desaparecer una prueba, y que ocultó una relación amorosa con Peñaloza. Lo describió como celoso, posesivo. La defensa, en tanto, habló de graves irregularidades, como la ausencia de agentes judiciales en la escena tras el incendio y cargó contra la fiscalía por no abrir otras líneas investigativas. En el fallo, el Tribunal, expuso: “… fue un caso muy difícil; de la sumatoria de algunos de los testimonios escuchados se desprende que fue el autor intencional”.

Sus días tras las rejas

Si bien Demarco no quedó preso tras el fallo en 2011, sí lo hizo a cuando lo confirmó Casación, por lo que la pena empezó a correr en ese momento. “No acepto la condena porque soy inocente, porque quedaron líneas importantes de investigación que en su momento no aporté por recomendación de mi defensa. La idea era no entorpecer la decisión de la Justicia ya que al ser inocente y no tener pruebas en mi contra, la Justicia debía seguir investigando”, dice a DIB el periodista de 53 años desde la Unidad 17, en el partido de Bolívar.

Su objetivo es que se abra la posibilidad de una revisión de la causa para llegar a nuevo juicio. “Quiero que se me absuelva, se me otorgue la libertad inmediata pero sobre todas las cosas quiero que se esclarezca este hecho tan horroroso. Detrás de todo esto hay alguien que será, o serán, responsables de lo ocurrido. Hay nuevos testimonios y nuevos elementos para que las Justicia reabra la investigación”, agrega. 

Hoy Casares aún recuerda el hecho que conmocionó a todos en 2005. (Periódico El Oeste)

A meses del hecho, Demarco abandonó Casares y se fue a vivir a Trenque Lauquen. Ahí trabajó en una radio e intentó rehacer su vida. Pero la condena quedó firme y ahora pasa sus días en el sector de mediana seguridad del pabellón 8, donde con ayuda psicológica intenta, dice, superar lo que le toca vivir. “No puedo entender por qué estoy condenado siendo inocente. La Justicia sin pruebas contundentes, solamente por indicios en un hecho tan aberrante tomó la determinación de cerrar la causa condenándome a mí y dejando algunas líneas de investigación, con las que se habría llegado a otro final”, cuenta.

Sobre el día del incendio, Demarco recuerda que lo vivido fue tremendo. “Nadie me lo sacará de la cabeza. Es imborrable lo que viví esa noche tratando de salvar las vidas, en semejante tragedia que estaba ocurriendo”, dice. Y no se resigna: “No acepto esta vida que no me pertenece. Estoy privado de mi libertad siendo inocente. Es tremendo tener que soportar estar condenado como asesino”.

Lo cierto es que un tribunal, compuesto por tres magistrados lo encontró culpable. La condena a prisión perpetua fue confirmada por Casación. La familia de las víctimas encontró allí algo de tranquilidad entre tanto dolor. Aunque Demarco no se da por vencido y aún cree: “Un error de las personas que actúan en la Justicia no me deben llevar a pensar que la Justicia no es justa”. (DIB) FD 

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