Francisco pidió que se “relajen las sanciones internacionales” a los países afectados

El papa Francisco pidió al mundo una condonación de la deuda a los países pobres y que se “relajen las sanciones internacionales” contra las naciones más afectadas por la pandemia, al impartir desde el Vaticano su bendición de Pascua.

Al finalizar una Semana Santa marcada por las restricciones debidas a la pandemia, el Pontífice dedicó su bendición “Urbi et Orbi” (a Roma y el mundo) a “los que han sido afectados directamente por el coronavirus”.

En ese marco, en una Basílica de San Pedro vacía, rezó especialmente para que haya “esperanza a quienes aún están atravesando la prueba, especialmente a los ancianos y a las personas que están solas”.

En su mensaje, recordó a quienes viven “un tiempo de preocupación por el futuro que se presenta incierto, por el trabajo que corre el riesgo de perderse y por las demás consecuencias que la crisis actual trae consigo”.

No obstante, antes de hacer el tradicional pedido de paz por los conflictos actuales en el mundo, el Papa aprovechó para dirigirse de pleno a la comunidad internacional.

“Considerando las circunstancias”, pido que “se relajen además las sanciones internacionales de los países afectados, que les impiden ofrecer a los propios ciudadanos una ayuda adecuada, y se afronten por parte de todos los países las grandes necesidades del momento, reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres”.

En su bendición, el Pontífice reclamó también que los “hermanos y hermanas más débiles, que habitan en las ciudades y periferias de cada rincón del mundo, no se sientan solos”.

Francisco reiteró su llamado a “un alto el fuego global e inmediato en todos los rincones del mundo”, como había hecho la ONU a fines de marzo.

“No es este el momento para seguir fabricando y vendiendo armas, gastando elevadas sumas de dinero que podrían usarse para cuidar personas y salvar vidas”, argumentó.

Misa sin fieles

Antes de su mensaje, el Papa celebró la misa de Pascua en la Basílica de San Pedro, acompañado por unos pocos diáconos, el coro del lugar y los dos símbolos a los que les confió el fin de la pandemia: la Virgen Salus Populi Romani y el crucifijo que según la tradición católica salvó a Roma de la peste en el siglo XVI. (DIB) AR

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