Un paseo por los bosques con brisas de mar

La Plata, dic 30 (Nota del suplemento De Viaje de agencia DIB).- Desde Costa del Este hasta Coronel Rosales, la costa atlántica bonaerense está matizada por varios kilómetros de densos bosques que se levantan justo a orillas del mar. Pese al avance de las construcciones en esas zonas, aún se conservan pulmones verdes que sirven de descanso para escapar del sol de verano. Refugios de aves y reservas forestales para una forma distinta de descansar en la playa.

Costa del Este, una villa balnearia relativamente nueva y todavía con poco desarrollo inmobiliario ubicada en el Partido de la Costa, ofrece una fácil conexión con el mar y una abundante arboleda por la que se la conoce como “la playa del millón de pinos”.

Aunque lo frondoso del bosque hace suponer una historia larga en la que hay que retrotraerse en el tiempo, en realidad no lo es tanto: fue en los años ???60 cuando dos emprendedores compraron estos terrenos de dunas y casi desérticos, y comenzaron a fijar los médanos con tamariscos, acacias, álamos, eucaliptos y pinos, la especie que más prosperó.

La naturaleza y la tranquilidad que ofrecen sus playas encuentran un complemento ideal para la distracción de los turistas en un pintoresco centro comercial y en varios locales gastronómicos. Además, esta localidad balnearia en desarrollo es un sitio ideal para realizar caminatas y paseos en bicicleta por su bicisenda natural, que está ubicada dentro del barrio De La Reserva.

La estatua de Cristo, en el ingreso a la villa, la Reserva, un lugar agreste donde se conservan médanos con pinocha y cortaderas o colas de zorro autóctonas, y Punta Lago, un recreo que cuenta con un lago artificial y donde se pueden realizar cabalgatas y excursiones, completan una interesante oferta turística de Costa del Este.

Siguiendo por la Ruta 11 rumbo a Pinamar, justo donde termina el Partido de la Costa está el acceso a un nuevo barrio construido a orillas del mar: Costa Esmeralda. Los conocedores de la zona dicen que es un diamante en bruto, aún no tan descubierta, tiene un área urbana no desarrollada. Ofrece paisajes agrestes y una zona de médanos bautizada zona de Altos Médanos, en la cual también hay bosques de pinos. Se divide en dos áreas, la residencial de 800 hectáreas aproximadamente y la urbana de alrededor de 200 hectáreas.

Pasando Pinamar, siempre por la ruta 11, uno llega hasta Cariló, el “Médano Verde”, como lo bautizó su fundador, Héctor Guerrero. Entre casas de lujo y un centro muy pintoresco con locales en madera, esta pequeña villa también suele ser un respiro natural para escapar del bullicio de la ciudad. Aunque en verano, también desborda de gente y lo hace todo más complicado.

En esta zona, también la mano del hombre permitió que los árboles le ganen el paisaje a las dunas. La iniciativa surgió en 1918 cuando se comenzó con un plan de fijación y forestación, trayendo plantas y árboles de diferentes puntos de Argentina y otros países. El proceso fue lento y requirió de una gran inversión. Fue en 1970 cuando se completó el proceso: 1.700 hectáreas de arena se convirtieron en bosque, lo que además se sumó a un cambio de hábitat con la llegada de aves.

En la actualidad, con unos 3 kilómetros de amplias playas, Cariló es uno de los balnearios top de la costa atlántica y además su aspecto de tipo salvaje y virgen, invita a recorrerlo sin prisa para descubrir su rica preserva su flora y fauna. Caminatas, cabalgatas, travesías en cuatriciclo o 4×4, avistaje de aves, son sólo algunas de las opciones que en los meses de calor están al alcance de la mano.

Similar al estilo de Cariló, pero en el partido de Villa Gesell está Mar de las Pampas, un oasis de playas anchas y donde el slogan “vivir sin prisa” se sigue respetando. Entre una arboleda increíble, además de las típicas cabalgatas, se puede conocer sitios como Pinar del Norte, un parque de 15 hectáreas que cuenta con el Museo y Casa de Gesell, el Vivero Municipal y el Faro Querandí.

 

Hacia la panza bonaerense

Siguiendo hacia el sur, en Mar del Plata, la cita es en el Bosque Peralta Ramos, que tiene unas 450 hectáreas semiurbanizadas, con casas y cabañas de perfil bajo, donde a toda hora se escucha el canto de los pájaros. Entre pinos, nogales, robles y araucarias, lo más particular que tiene este sitio creado por el hombre a mediados del siglo pasado es que su población convive en armonía con la naturaleza y, aunque la urbanización crece a diario, la opción por vivir en este reducto verde siempre está ligada a tener otro estilo de vida. Un secreto del lugar: La Cabaña del Bosque, un lugar para compartir el mejor té en el corazón de esta reserva natural.

Cerca de allí, está Miramar y su famoso Bosque Energético, un espacio ubicado a sólo 4 kilómetros de la ciudad y repleto de misterio y mitos. Conocido por los extraños fenómenos sensoriales que experimentan sus visitantes, este espacio natural, creado para fijar las dunas que se modificaban por la intensidad de los vientos costeros, forma parte del vivero dunícola Florentino Ameghino.

Las investigaciones establecieron varias hipótesis, entre las que figuran la posible presencia de un meteorito enterrado, la existencia de flujos telúricos, de ionización ambiental y de energía cuántica y la influencia de un cementerio indio. Otras teorías atribuyen la presencia de estos fenómenos a la paz que ofrece este espacio y a la calidad del aire que se respira en su interior. También a las conjugaciones de las luces y las sombras, las que dan lugar a la aparición de imágenes distorsionadas que muchas veces cobran formas similares a seres humanos, animales u objetos extraños, y son promocionadas como tales.

 

Verdes del sur

Aunque Necochea es más conocida por sus playas, muchos de los atractivos de esta localidad de 85 mil habitantes se pueden en realidad disfrutar durante todo el año. Ubicada a 130 kilómetros al sur de Mar del Plata, uno de los imanes es el Parque Miguel Lillo, lindero al mar. El pulmón de la ciudad cuenta con 640 hectáreas de características especiales en el país, dado que alberga una frondosa vegetación: más de un millón de árboles, en su mayoría eucaliptos y pinos, componen un paisaje matizado de dunas, al que el estanciero Carlos Díaz Vélez, pionero en las plantaciones del lugar, le dio un perfil bellísimo.

Este espacio verde que puede recorrerse en bicicletas o caballos de alquiler, cuenta con todos los servicios para pasar un día al aire libre: fogones, proveeduría y sanitarios. El parque posee el Museo de Ciencias Naturales y la casona de estilo neocolonial que perteneció a doña Carmen Díaz Vélez de Álvarez de Toledo, como así también un pintoresco Lago de los Cisnes.

Finalmente, tras recorrer varios kilómetros hacia el sur provincial, se llega hasta otro de los bosques más lindos que bordean la costa atlántica: cerca de Monte Hermoso y de Bahía Blanca, está Pehuen-Co, una localidad turística ubicada en el partido de Coronel Rosales. Entre las principales atracciones figuran las huellas prehistóricas descubiertas hace poco tiempo sobre las playas del balneario. Pero entre calles de arena, casas tranquilas y escondidas entre los árboles y el mar, se levanta el “Bosque Encantado”.

Se trata de un espacio de más de 100 hectáreas forestadas con pinos, eucaliptos y cipreses. Dentro del predio del bosque, se ubica el camping municipal Bosque Encantado y además se encuentra el vivero Pablo Lorentz. Para acceder se deben recorrer unas 50 cuadras, desde la rotonda de la entrada a la localidad. Sin duda es un lugar para descansar y olvidarse de todos los ruidos.