La leche materna impacta en la inmunidad a lo largo de toda la vida

La Plata, jul
31 (DIB).- Agosto es el mes del verbo amamantar. Del 1° al 7 se celebra la
Semana Mundial de la Lactancia Materna y es el momento del año para
visibilizar la importancia de este proceso de alimentario único, en el que se experimenta
además un vínculo entre madre e hijo difícil de describir con palabras.

Pero ¿por
qué los pediatras y las organizaciones internacionales hacen tanto hincapié en
la lactancia como factor de buena salud? ¿Se amamanta en forma regulada o a
demanda? ¿Hasta qué edad se debe dar la teta? ¿Qué dificultades puede presentar
para la madre y para el niño? Todas estas preguntas -y más -genera este proceso
que no sólo resulta crucial y de importancia vital en lo inmediato, para el
desarrollo de los niños, sino a largo plazo, para el devenir de la evolución
humana.

“La leche
de la madre es la única leche específica de especie, ya que la proteína que
contiene es humana y no genera rechazo ni alergia en el niño, y además es la
única viva porque tiene 4 mil glóbulos blancos vivos por cada centímetro”, expresa
Gustavo Sager, presidente de la subcomisión de lactancia de la Sociedad
Argentina de Pediatría, docente y médico consultor. “Lo que hace la mamá con
esos glóbulos blancos que tiene la leche es como una transfusión del sistema
inmunológico de ella a la panza del bebé, para que lo protejan, así mientras
que el chico genera su propia inmunidad la mamá le presta la suya”, ilustra el
pediatra.

“La leche
materna es la única leche humana y cambiante, va cambiando con el paso de los
días de la lactancia, primero es el calostro, después es la leche de
transición, luego es leche madura, y también es cambiante por la consistencia,
ya que la primera leche que sale es leche aguada con mucha azúcar, que es la
lactosa, y con mucha inmunidad, después vienen las proteínas y el calcio, y al
final de la primera teta el chico saca una leche con cinco veces más grasa que
la leche del principio, que es la que le da la saciedad, la que lo hace crecer
mejor y engordar más”, agrega el especialista.

En qué momento
del día y cómo amamantar, son cuestiones que desvelan a las madres. “Lo más
importante es tratar de amamantar a los bebés dentro de la primera hora de nacidos,
darle a libre requerimiento, de día y de noche, todas las veces que el bebé
está un poquito incordioso, molesto, cuando se chupa un poquito la mano, hay
que ponerlo a la teta y ponerlo bien, que no es lo mismo que ponerlo mal, ya
que amamantar no tiene que doler”, subraya Sager, y apunta: “Si duele es que el
chico está mal prendido y hay que enseñarle a la mamá cómo prenderlo para que el
bebé saque todo lo que tiene que sacar”.

Súper defensas

Desde el
punto de vista de la prevención de enfermedades, la lactancia es un factor
determinante para la construcción de un sistema inmunológico fuerte en la
infancia y a lo largo de la vida. “Los chicos amamantados tienen 18 veces menos
diarreas, ocho veces menos otitis medias agudas, tienen tres veces menos neumonías
e infecciones de pulmón, 1,3 menos meningitis que los chicos que no han sido
amamantados y, por ejemplo, en este momento del año un chico que toma la teta
puede pescarse una bronquiolitis, pero va a ser muchísimo más leve y probablemente
no tenga que ser internado ni fallezca por eso”, grafica el especialista.

En tanto,
según recomiendan la Organización Mundial de la Salud, la Organización
Panamericana de la Salud (OPS), Unicef y el propio Sager desde la Sociedad
Argentina de Pediatría, los niños deben ser alimentados con leche materna en
forma exclusiva, sin jugo, sin agua, hasta los seis meses. “A los seis meses se le
agrega alimentación semisólida, que se llama alimentación complementaria
oportuna, y después se lo sigue amamantando hasta los dos años o más, hay muchas
mamás que deciden amamantar más tiempo, tres, cuatro años”, explica el pediatra.

“Antropológicamente,
en la historia del ser humano, se amamantaba hasta los cuatro o seis años, que es cuando
madura el sistema inmunológico en el niño, somos hijos de los sobrevivientes
del mundo”, reflexiona Sager, y concluye: “Si un chico es amamantado,  tiene menos chance de tener un ACV a los cincuenta años que otro que no haya sido amamantado. La lactancia no sólo da protección
en el corto plazo para las enfermedades, es para toda la vida”. (DIB) AR